La muerte vino a por ella mientras descansaba; entró sin hacer ruido, sin avisar, de puntillas, con premeditación y nocturnidad, como un vulgar ladronzuelo. Tal y como ella hubiese deseado; siempre la misma retahíla, cuando llegue, que no me entere, si puede ser, que me pille durmiendo. No creo que […]