Mi momento ganador en Murcia. Por Amelia Pérez de Villar (3er PREMIO)

Mi momento ganador en Murcia.

 

Amelia Pérez de Villar Herranz

Me piden que haga una crónica sobre el momento ganador y creo que nunca he hecho algo tan difícil, en materia de creación literaria. Ha sido tan grande, tan extenso en el tiempo, tan concentrado y tan diluído a la vez… No recuerdo cuándo vi el anuncio del certamen, sólo que decidí participar porque tenía un par de relatos que se acomodaban y porque el concurso parecía serio. Para mí, gané el día en que abrí mi correo electrónico y ahí estaba aquél, procedente de Canal Literatura (de pronto no tenía ni idea de qué era aquello) dirigido a Eleanor Rigby (tampoco sabía por qué).

Amelia Pérez de Villar recogiendo el 3º premio. de manos de Carmen Posadas.

Justo antes de pasarlo a la papelera de «spam» me detuve a leer el texto y todo tomó forma. Habían seleccionado mi relato, el título coincidía, el pseudónimo también… era finalista. Esa misma tarde me llamaron por teléfono para preguntarme si pensaba asistir a la gala de entrega de premios y entonces supe que el asunto iba muy en serio. Contesté que sí sin pensármelo, y pasé días lamentándolo. Sí, me explico: un fin de semana en Murcia, aparte de organizar el viaje, el alojamiento y todo, como cualquier finalista, me suponía dejar organizada a mi familia, buscar canguro, hacer la compra del sábado por adelantado… qué horror, todo ello, ¡tan poco literario! Deseé secretamente que me hubieran llamado para ir al día siguiente, no tener tiempo de pensar nada, salir corriendo y sálvese quien pueda… Pero ¿y si no ganaba?

Carmen Posadas y Amelia Pérez de Villar HerranzDe algún modo el tiempo pasó, implacable, como siempre hace, y me encontré en el Altaria camino de Murcia con mi amiga Mónica. Olvidé mi vida civil, el «ambiente» del sábado por la mañana, todo lo que había tenido que montar para ir… olvidé incluso a qué iba. Pasamos una tarde muy agradable disfrutando de las delicias de Murcia y a las ocho, a la gala. Cuando llegamos, no había nadie allí, y el ambiente formal nos intimidó un poco.

Sin embargo, cuando la gente empezó a llegar, se rompió el hielo. Yo que había creído que aquello era un cotarro como de centro cultural, pero muy bien organizado, constaté que estaba maravillosamente organizado y que el ambiente de cariño era realmente el de un centro cultural de los de toda la vida. La gente se saludaba como si se conociera de siempre, y los que no se conocían personalmente se buscaban, guiados por algún indicio. Empezaron a venir personas de todo tipo y condición, jóvenes, mayores, hombres, mujeres, que se dirigían a mí por mi pseudónimo y me felicitaban por mi relato, que ¡habían leído!

Y así transcurrió todo: cenamos de maravilla, charlamos de literatura o no, reímos como colegiales hasta que una maravillosa voz radiofónica anunció que era el momento de entregar los premios… y entonces me dio la flojera. Ya sabía que pintaba yo allí: era finalista; mi nombre estaba en el bombo. Y podía sonar en cualquier momento.

Amelia Pérez de Villar Herranz

Y lo hizo. Como fui tercera, fue el primero que sonó, así que no tuve tiempo de pensarlo más. Subí al podio aturdida y alucinada y, como pude, lancé un discurso que en ningún momento pensé que tendría que preparar, mucho menos que acabar leyendo. Era la mujer más feliz del mundo. Y lloraba. Eleanor Rigby había ganado el tercer premio del IV Certamen de Relatos de Canal Literatura. Y Eleanor Rigby era yo. Pero no quiero que este sea el final de la historia. Quiero que sea sólo el principio, la primera línea de mi próxima historia.

Gracias a todos por haberlo hecho posible.

Amelia Pérez de Villar Herranz

Junio 2007

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