Palabras de un hombre triste. Por Marcelo Galliano

Palabras de un hombre triste. Por Marcelo Galliano


 (Recitado por Clips)

 

A veces me aconsejas que retorne a ser niño,

que recupere, acaso, la perdida inocencia,

pides que juegue libre –que lo haga con frecuencia-

y que a esta vida amarga le mejore el aliño.

 

Quieres, tal vez, que flote con el ala marchita

dándole brisa nueva, batiéndola hasta el cielo,

tus pupilas tan tiernas ven posible mi vuelo

creyendo, dulcemente, que nada me limita.

 

Anhelas verme alegre  cazando mariposas

y saltando a la cuerda, jugando a la rayuela,

bañando en chocolate mis manos y mis muelas

y en un jardín vecino robándome las rosas.

 

Pretendes que me ría partiendo cada hueso,

soltando carcajadas sin importarme el mundo,

que cambie cada verso fatal, meditabundo,

por otro que sea fresco –que luzca por travieso-;

 

y que sonriente baile mojándome en la lluvia

salpicando mi cara y empapando mi boca,

desafiando, sin miedo, la nube que provoca

sin pensar en mi triste corazón que diluvia.

 

Pero mucho me exiges, pretendes demasiado,

tienes fe en que me cambie la triste vestidura

que elimine, de antaño, las escenas más duras,

que borre como nada lo malo del pasado,

 

que chasqueando mis dedos reversione  mi historia

seleccionando gratos momentos transcurridos,

enterrando disgustos, juzgándolos perdidos

conservando tan sólo la primera memoria.

 

Así es que vas deseando que la piel me renueve,

que vuelva a ser lozano como en aquella infancia,

que corra por el parque rodeado de fragancias

izando un barrilete junto al dios que lo mueve.

 

¡No sabes cómo temo defraudarte, preciosa,

ni cuanto yo deseo cumplirte tu pedido,

pero, al pasar el tiempo, la niñez y el olvido

se asocian para hacernos más lejanas las cosas!

 

 

 

Por eso es que te pido que comprendas siquiera

que escondida en las letras que enhebro cada día

se oculta agazapada la vieja rebeldía

rebosante del chico de aquella primavera.

 

Y si notas un día que mi palabra es triste

ten piedad de este pobre poeta que te escribe,

dale a estas simples frases la dicha que en ti vive,

porque tu risa, niña, es lo mejor que existe.

 

II Certamen Poemas sin Rostro 2006

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