Crónicas murcianas
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Son
muchas las chicas del canal que, a mi regreso, se han interesado por
conocer los pormenores de la cena anual, sobre todo descripciones
físicas e indumentarias de los asistentes. Los chicos no hacían
preguntas directas, pero también leían, me consta. Para complacerlos
a todos, y porque muchos pequeños detalles “se perderán en el
tiempo, como lágrimas en la lluvia” (Roy Batty, en “Blade Runner”),
entre los recovecos de una memoria cada vez más desmemoriada,
escribo lo que supone mi debut en el periodismo de sociedad. |
Imaginad un gran salón, con seis mesas circulares vestidas, al igual
que las sillas, en un color vainilla clarito. Unos jarrones de
cristal azulado, anchos de base y de larguísimo cuello, con amarilis
en tono salmón, ponían la nota cromática sin estorbar la visión
entre sus doce comensales. |
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Al
frente, presidido por un enorme cartel con el logo del canal, un
atril con el micrófono sobre una tarima y, a su lado, la mesa de
control de sonido en la que Alty maniobraba con la pericia de un
master & commander. |
Pero
dejemos a Balzac y sus descripciones ambientales, que para algunos
serán superfluas, pero que yo considero tan importantes como lo era
el fondo para los pintores de la escuela flamenca y olé. La cena
comenzaría a las 9:00, aunque una hora antes habría un encuentro
para saludos, sesión de fotos con los finalistas y miembros del
jurado, e ir creando un clima cordial, sobre todo para los que se
incorporaban por primera vez a la KDD. Con mi despiste habitual,
confundí las horas y, después de vagar por el hotel desde las 4 de
la tarde como el fantasma de Canterville, llegué al salón cuando ya
todos estaban a la mesa. |
-Disculpad, pero desde la entrada del euro, todos mis parámetros
espacio-temporales se han desajustado-les dije a modo de excusa.
-Eso va a ser del céntimo- concluyó Pandora, una de las finalistas,
niña jovencísima, (blusa blanca de raso, de aire oriental), que iba
acompañada por Quim, su marido, con el que tal vez me unan
misteriosos lazos de sangre, ya que compartimos un apellido poco
usual y mi nombre de pila se transmite en ambas familias de abuelas
a nietas. Un poquito más y protagonizamos una de esas anagnórisis
tan graciosas de novela bizantina.
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Además
de esta encantadora pareja de Barcelona, coincidíamos en la mesa los
mismos del año pasado, así que nuestro reeencuentro fue de lo más
cariñoso y la charla de lo más distendida. Allí estaba Elvira, la
webmaster, que tanto me recuerda a Shirley McLaine por su mirada
chispeante y su rubísimo pelito corto. Iba con un veraniego traje
pantalón a rayas, acompañada de José Miguel, su colaborador en la
confección de la web. |
Otra Elvira, (conjunto castaño visón con chaquetilla de crochet),
acompañada de Miguel, su marido, un chicarrón vasco transplantado a
tierras murcianas por amor, aportaron el Mp4 del sorteo que, como
sabéis, le correspondió a Etnia. Aunque yo me llevé el célebre queso
tiránico, sobre cada asiento había un detallito: una bolsa con
diversos recuerdos, folletos turísticos, una latita de pimentón en
su estuche, un atomizador de perfume para el bolso, un mechero,
cerillas... cortesía de la Comunidad autónoma, Ayuntamiento y
patrocinadores.
Khala, Premio del Público, espectacular como siempre, con un traje
negro, largo y ajustado, de tejido adamascado. La escoltaba
Madrigal, que disimula un ingenio agudo y mordaz bajo una apariencia
de seriedad. A mi lado Dimehola, tan extrovertido como de costumbre,
que se alzó con el 2º premio, y yo, de negro riguroso: falda, top de
tirantes y la discreta veladura de una camisa de gasa. Sólo aliviaba
tanto duelo textil la llamarada de mi cabeza, delatora de su intensa
combustión interna. :-P
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De las
otras mesas mencionaré a Nassiriya y LadyArdid, cuya juventud me
sorprendió: te forjas una imagen de alguien por el fondo y la forma
de expresarse y te choca tanta madurez, cuando a sus edades una
estaba aún con los últimos aleteos del pavo. Nassiriya, melena
castaño claro con mechas, llevaba un conjunto de falda y top y una
chaqueta tipo esmoquin, de raso negro. LadyArdid, un bonito traje
negro de tirantes, y presentó el acto junto a Agustín y Marina (de
rojo), dos amigos de Branchi Jr.
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Como
veis, el negro fue un color muy recurrente. Rompieron la monocromía
Haddas, elegante a la par que desenfadada, vagamente neohippy, de
blanco ibicenco, y Payasita, con un vaporoso vestido de estampado
“op-art” con reminiscencias sesenteras, pero superactual, las dos
muy guapas. Etnia, un vestido rojo, discretamente mini, sobrio de
línea pero muy favorecedor, y medias negras de red, un contraste
explosivo. |
Los
invitados de honor, Rosa Regàs y Pablo M. Asuero, informal ella
(pantalón y top en marino, sobrecamisa vaquera pero con caída, y
collar étnico) y él otra sorpresa: es altísimo. Los dos fueron muy
amables, felicitando a los ganadores y charlando con todo el mundo. |
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Branchi Sr., muy atractivo y distinguido, e Hispaliss, elegantísimo
y un auténtico caballero sureño, que nos regaló a las chicas un
libro con sus poemas de amor. |
El dinámico Alty y su flamante novia, en el “momento disco”, tras la
cena, se marcaron un cha-cha-chá de salón que ríete tú de “Mira
quién baila”. |
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Ah...picaruelas. Os tengo engolosinadas, dejando para el final la
incógnita más secreta, un enigma mejor guardado que el del Santo
Grial. ¿Y cómo es “él”? Tirano, sí. Aquí debo hacer equilibrios de
funambulista sobre el Niágara, o picardías de cupletista, levantando
un piquito del misterio y volviéndolo a cubrir con rapidez,
desvelando sólo lo justo para mantener encendida la llama olímpica.
Un adverbio solamente, y a la alemana: bienn. Y simpatiquísimo. Por
lo demás, vanguardista camisa en tono verdemar. |
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Su
compañera de mesa era Janna, una chica esbelta y monísima que
llevaba un vestido de tirantes, ajustado, con volantitos en el bajo,
en gasa azul marino con lunares diminutos. Después me dijeron que
por aclamación la habían designado miss Literatura del año. Con
razón. |
Podría hablar ahora de la entrega de premios, pero ¿a quién le
interesa eso? Solamente diré que Haddas tuvo en su alocución un
recuerdo muy especial para Peregrino, a quien echamos de menos. La
acuarela de su banner ganador decoraba los marcapáginas que nos
entregaron como recuerdo.
Yo eché también de menos a muchos amigos (y amigas; es que me
fastidia el desdoble de géneros) y espero que algún día podamos
coincidir. El placer de verlos se sumaría al que me dan con su
conversación y al grandísimo cariño que les tengo. Seguro que tú
eres uno de ellos, si has tenido la paciencia de seguir hasta aquí
la lectura de mi relato. ;-)
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P.D. Como habréis podido advertir por las fotos, ni los jarrones
eran azulados ni las flores amarilis asalmonadas, sino cristal
transparente y rosas redundantes. Eso os enseñará, mis pequeños
ingenuos, a desconfiar de cronistas e historiadores, que
rellenan las lagunas inevitables del pasado con el aluvión de sus
fabulaciones.
Lucia Parrilla Sagra
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