Adiós D. Miguel. Por Santiago Redondo Vega

Miguel Delibes

 

Adiós D. Miguel.

 

Llegó el momento de las despedidas, de los adioses tristes y tantas veces fatuos, de las palabras grandes a los grandes maestros, de la grandilocuencia vestida de frases lapidarias y altisonantes. Pero que nos dejen los árboles –los cipreses, por alargadas que sus sombras sean- atisbar la obviedad del bosque. Ese bosque de sencillez y limpieza léxica, de campechanía y palabras cargadas de tradición rural y sapiencia siempre. El camino de la vida en esta tierra nuestra de altibajos, de profundas desigualdades y heredados vicios, de razón y sinrazón a manos llenas, de piel y corazón, de carne y hueso. No hay mayor crítica que contar la realidad desde la irrealidad presunta de quien la vive. La maestría de la forma viene después, y ésa es sólo patrimonio de quien atesora el genio de su genio.

Descubrí a la persona de Miguel Delibes paseando el cielo gris del Campo Grande, o transmutando sus historias de sabor a campo por las aceras de la Calle Muro o de Recoletos, en esta Valladolid, ciudad de provincias todavía. Al escritor le había descubierto mucho antes, entre las páginas azules de sus libros ocres y verde olivo. Y me atrapó la magia de su verbo, de su saber decir, de su temática siempre cercana, de su sencilla pero profunda e impagable forma de narrar.

Hace ya algunos años que se dejó agotar la tinta de su pluma de sueños. Se convirtió la vida en su secante, y sus cicatrices se aunaron con la edad para cercar al escritor y rendir al hombre. Hasta a los genios la vida les increpa.

Desde su sencillez humana y su sabiduría vital no buscó nunca la tentación del Nobel, aunque lo mereciera tanto, si acaso y ya en sus últimos días, sólo pidió morir para ultimar el ciclo de su sendero de hombre por la vida. Y es que nunca ha dejado de saber, como buen conocedor de la naturaleza, que cuando el almendro irrumpe en floración –hoja roja de su librillo de almas- está empezando a arder la primavera.

Hasta la tierra misma D. Miguel, hasta la tierra.

Santiago Redondo Vega
Blog del autor

2 comentarios:

  1. Mi agradecimiento a la Administración de este blog por la inclusión de este artículo, llegado desde el mío propio. De ahora en adelante procuraré colaborar con él del mejor modo que sé, que es poniendo la palabra en verso o en prosa, pero poniéndola, o ayudándola a poner, que sabe más ella por palabra que nosotros por amigos suyos.

    Hay escritores, personas, que llenan toda una época. Así lo ha sabido hacer Miguel Delibes con su narrativa y su humanidad cercana y convincente. Si algo de bueno tiene el ser escritor, como cualquier otro arte que pueda dejar su legado, es que sus obras permanecen y hablan por él. Aquí queda su obra para disfrute o análisis, para regocijo o quimera.

    La vida es el camino, la muerte sólo una etapa.

    Un saludo.

  2. Santiago, hoy visitando el blog, me encuentro este artículo que le has dedicado a Don Miguel. Me alegro mucho que podamos seguir en contacto, desde la última vez que estuvimos en Medina del campo y por este camino que como bien dices, es nuestra vida. Sigue escribiendo así. Un abrazo -Galeote.

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