Artistas en época de crisis. Por Josep Esteve Rico Sogorb


Ya estoy aqui de nuevo. Confieso que esto de la crisis o recesión con tocaduras de fondo o salidas de pozo y túnel me ha dejado anímica y mentalmente tocado, tanto, que incluso la ‘musa’ de la inspiración periodístico-literaria se alejó de mi causándome ‘sequia’ creativa. Hay autores que cuando las cosas les van mal -sobre todo económicamente- pierden el interés de escribir y publicar. Muchos de estos personajes de las Letras caen en la apatía, en la abulia y en la tristeza; se hunden en el desánimo y en el pesimismo. Y creo, por desgracia, que soy uno de ellos, que pertenezco a esta clase de creadores a los que la crisis ha golpeado duramente haciendo mella en las necesidades más vitales, llámese comer, ahorrar, pagar impuestos o abonar las temidas sufridas hipotecas.
Retornar a la escritura y a la publicación en estos tiempos requiere un sumo esfuerzo titánico y sacar energías de flaqueza, máxime cuando se cierran tantas puertas o incluso más de las que en épocas de bonanza económico-laboral-financiera se cerraban cuando alguien buscaba ayuda -mecenas, subvenciones, donaciones o créditos- para publicar su obra. Cuando casi como Van Gogh o los bohemios poetas malditos y rebeldes se roza la miseria viviendo entre carencias vitales y apreturas o escasez, es muy dificil crear, especialmente para principiantes noveles, amateurs y aquellos que no somos autores ‘best sellers’ famosos aunque tengamos una vasta y variada obra publicada.

Ante los retortijones de tripas por hambre contenida en la carestía y frente a los embargos de bienes o a la angustia de no poder pagar deudas y recibos o facturas de servicios vitales como la luz o el agua; resulta muy dificil que la inspiración brote espontánea y con belleza. Por ejemplo, La Historia de la Literatura y el Arte Universales se halla plagada de casos de cruda pobreza de autores -novelistas, poetas sobre todo, periodistas-que vivieron en épocas de graves crisis económicas y sufrieron hambre, frío, necesidad, incomprensión, rechazo y desvaloración sociales, etcétera. Lo lamentable es que tales autores, que además de vivir y morir pobres fueron incluso proscritos, prohibidos y perseguidos; ahora son moneda de cambio de intereses creados haciendo millonarios unas veces a sus descendientes por mor de los derechos de autor heredados y otras ocasiones a marchantes, tratantes, agentes intermediarios como coleccionistas, editoriales, casas de subastas y hasta mismísimos gobiernos. Todos ellos, aprovechándose y sacando tajada. Y el verdadero personaje importante, el creador o artista, ninguneado y manipulado o utilizado sin su consentimiento.

Lo ideal sería que ningún creador pasara necesidades acuciantes, independientemente del alcance de su obra o de la magnitud de su proyección o fama social, categorías aparte. Si universalizando o globalizando, ningún terrestre debe pasar hambre y los poderes públicos han de garantizar la supervivencia cubriendo las mínimas necesidades vitales, tratándose de artistas creadores con mayor motivo. El arte es la más sublime de las manifestaciones del género humano y como tal ha de ser especialmente bientratada y considerada por quienes gobiernan el planeta. Evidentemente no me refiero a esos artistas -cantantes y actores, principalmente- archimillonarios con fortunas ‘galácticas’ y cachés colosales, esos que evaden impuestos en paraisos fiscales y viven endiosados malgastando y derrochando. No, a esos no me refiero. Hablo, por ejemplo, del simple y sencillo vecino del quinto que además de trabajar en una fábrica o en un comercio, escribe poemas y publica libros con su esfuerzo creativo y económico sin ayuda, endeudándose con préstamos bancarios para pagar la edición de su obra y que solo logra -a veces, no llega y pierde dinero- recuperar lo invertido.

A esos, los hijos del agobio y del dolor. A los parias de la tierra, a los desdichados hijos del infortunio y de la mala suerte. A los descamisados empobrecidos embargados por la opulenta y devorada banca. A ellos, esos son los míos. Y entre ellos, se hallan verdaderos artistas creadores en potencia, auténticos genios y fenómenos de las artes a los que las oportunidades les resultan esquivas sin tener la suerte de otros que logran el éxito al participar en programas mediáticos de cadenas televisivas de dificil y restringido o minoritario selectivo acceso. Esos son los míos y por ellos rompo una lanza a su favor. Artistas, creadores y creativos; arruinados o ‘currantes’ en precariedad que no comemos de ésto, -y hemos de trabajar en otras profesiones incluso más duras y malpagadas para subsistir- pero que aportamos nuestro granito de arena, nuestra ‘estrofa’ a la Cultura, a la Sociedad. Porque los hay como yo, pobres y necesitados, sin suerte, pero con un alma creativa tan enorme capaz de superar la más cruenta de las crisis.

Va por vosotros… y por mi también. Suerte y ánimo. No nos dejemos caer en el desánimo, sigamos luchando y cada día aportemos una estrofa. Como Walt Whitman.

Josep Esteve Rico Sogorb

2 comentarios:

  1. Si cada estrofa que se aporta a la cultura, supusiera una pensión, ibamos apañados.Bastante tenemos con ls SGAE.
    No es la suerte unicamente, hay que ser capaz de vender lo que se crea y que se compre depende de que sea bueno o muy bueno y que interese a alguien más que al vecino o al compadre.
    Los parias de la tierra tienen problemas más urgentes que resolver.
    Tener un alma tan creativa le ayudará sin duda a sortear la crisis y lo que sea,trabajando, como todo el mundo.
    Saludos

  2. Cuenta Kiki de Montparnasse en sus memorias («Souvenirs retrouvés»), que una noche en que no podía resistir la idea de pernoctar una noche más bajo un puente de Paris, se cruzó por la calle con su amigo Soutine y le pidió alojamiento para ella y una amiga. El Pintor les dío cobijo en su mísera habitación, les cedió su cama y destrozó los pocos muebles viejos restantes para procurarles calor.

    Tal vez no sea momento de pedir sino de dar (y no digo que incinere el sofá de su salón para calentar a un pobre muerto de frío), lo mejor de si mismo, como esos artistas malditos a los que se refiere a quienes el hambre jamás puso trabas a la creatividad. Reinventarse, si es menester, y sacar inspiración y belleza de la dificultad.

    Y si hay que pedir, que sea un cambio en la forma de proceder de las editoriales, dando oportunidades verdaderas a buenos escritores desconocidos. Mientras ocurre (o no) y mientras se soluciona la crisis econónomica (o no) tendremos que readaptarnos todos. Hasta Aznavour, porque al contrario de lo que dice el final de una de sus canciones, «la bohème» sí vuelve a tener significado.

    Ánimo y suerte! 🙂

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