De principes y princesas. Por ketsya.

Y podrían el príncipe y la princesa terminar su cuento comiendo perdices y siendo felices, o al revés.

Pero él decidió que el cuento d el debía de terminar antes de tiempo, y que él sería el único creador del cierre de esa obra, que eternamente la consideraba suya.

Con el hedor a alcohol de una noche sin dormir, y el humo entre su cuerpo, entraría al palacio. A bandazos y trompicones, con golpes en las paredes entraría el protagonista en su sala de descanso. Donde la princesa, siempre dispuesta aunque no quisiera, le esperaría despierta.

Al final, tomó uno de los candelabros, posiblemente para hacer una gran velada, y así fue.

En medio del bosque, una caja mediana de madera de roble, «para que Dios la guarde en su gloria», se decía el amable príncipe que la obsequio con la mejor madera. Una caja desprotegida, sin sus enanitos que la cuidaran y sin su príncipe que la despertara.

Y así, él, reescribió su cuento de hadas, haciendo a su amada protagonista. Porque como afirmó en último plano, «La maté porque la amaba»


©Ketsya

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