Encuentro en Baviera. Por Dorotea Fulde Benke

En nombre de Dios

Encuentro en Baviera

Después de haber intentado negar su existencia durante 50 años, verano más, verano menos, me encontré con él hará como diez años en el campo bávaro. Pasaba en coche buceando con la vista en el verde lustroso de sus bosques saludables, cuando la mano del universo me sacó del vehículo y me trasladó suavemente a una pradera.

La hierba me hacía cosquillas en las piernas, mi sentir –bovino de pronto– me empujaba a pastar arrancando flores para masticar, salivar y volver a masticar. El aire que me alisaba el flequillo olía a heno y un sol incierto bajaba por mi lomo como por un tobogán. Supe con absoluta certeza que yo formaba –y sigo formando–  parte de un inmenso todo y que mi lugar en el plan maestro es tan insignificante e importante como el de cualquier ruedecilla dentada de un gigantesco engranaje.

Encuentro en Babiera

Percibí con claridad punzante olores y coloridos; rocé con mi morro el de una compañera que acababa de liquidar una mata de violetas. Aun a sabiendas de que aquel no era mi lugar, hubiese querido continuar pastando en ese prado entre árboles. Sin embargo duró poco: en un abrir y cerrar de mis ojos grandes y pacientes, sombreados por largas pestañas, el hálito universal me devolvió a mi asiento donde mi cáscara humana había seguido haciendo compañía a la conductora.

Desde entonces tengo consciencia de Su presencia en la naturaleza y también entre las personas. Está en todas partes y nunca me deja sola. En la retrospectiva reconozco que sin saberlo disfruté desde mucho antes de Su protección y amor, y Le estoy profundamente agradecida.

 

Dorotea Fulde Benke

Blog de la autora

2 comentarios:

  1. Me ha encantado, de verdad. Y tiene mucho mérito también el hecho de escribir acerca de Dios, en estos tiempos en que parece que ya no está de moda…

  2. Preciosa manera de reconocer esa fuerza universal que nos hace «parte de un inmenso todo y que mi lugar en el plan maestro es tan insignificante e importante como el de cualquier ruedecilla dentada de un gigantesco engranaje.»
    Me ha encantado.
    Luisa

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