Si somos capaces de gestionar la nostalgia,
la podemos convertir en ternura…
Mi Navidad
no es esta,
lo siento.
La mía
duró
hasta los 25.
Mi Navidad
era viajar
de noche
(no recuerdo si llevábamos
el conejo y el perro)
hasta la casa
de las hermanas
de mi madre,
en la sierra
de Valverde del Camino,
y entrar por ese
carril
desordenado y
embarrado
de preguntas.
Eran sus risas
imparables;
mujeres guerreras
que amamantaban
hijos compartidos
y dormir de siete
en siete,
mientras
nos mentíamos
toda la verdad
que nos cabía.
Mi Navidad
eran las mesas
interminables
preñadas
de marisco del tío Juan y
los desayunos
con zumo de naranja y
esa leche de oveja
con pura nata
que mi prima Ana
aborrecía.
Eran
mi padre y
el tío Pedro
con una flor
en el pelo y
las visitas
interminables y
festivas
de toda la familia
mientras merendábamos
tostadas en la candela.
Eran las batas
de guatiné,
el frío
del cuarto
de la leña y
el Gaspar
hecho un golfo.
Los castigos
por ser una deslenguada,
mi vestido de Nochevieja
cosido entre todas y
las bajadas al pueblo
para ver a los chicos.
(Es curioso, pero no recuerdo
el árbol de Navidad).
Desde entonces,
nunca son navidades.
Pueden ser Nochebuena
o Nochevieja,
pero nunca abarcan
la palabra entera.
Lo siento,
hijas mías,
no os podré regalar
esos mismos recuerdos.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de azúcar»
Casi he podido ver a tu padre y a tu tío con la flor de Adelfa o Jaral en el pelo. Quizás en aquellas mañanas una copita de aguardiente local y un «mantecaïto» pa entonarse. Entrañables recuerdos Yolanda; la nostalgia como bien dices se puede gestionar hacia la ternura.
Cada tiempo ofrecerá nostalgias nuevas y estoy segura en que tu hijas van a tener dosis de ternura «pa dá y regalá» en un futuro. Solo hay que leerte para saberlo, lindísima.
Gracias por este pedazo de corazón que nos regalas en estos días tan especiales. Un abrazo fortísimo y Felices Fiestas!!!!
Sí, con ternura se contempla la nostalgia.
Ahora no esperamos las navidades para comer cordero o besugo, lo hacemos todo el año, ni para ir a la misa del Gallo donde nos encontrábamos con nuestros amigos a horas poco habituales, o para ponernos por fin tacones y un vestido especial que nos hacía la abuela para nochevieja y era el de fiesta para varios años,o para conseguir al fin ese regalo que los Reyes Magos nos llevaban hurtando tantos otros años de calcetines y pijamas.
Que toda la familia estaría reunida era lo único casi seguro.
Tus hijas Yolanda recordarán con nostalgia, dentro de unos años, y con ternura sus navidades contigo y tus hermanas, tus padres y parientes,aunque sea otro el decorado sólo porque está lleno de amor.
Muchos besos para ti y los tuyos querida.
Feliz año nuevo.
Los adultos vivimos unas Navidades diferentes; pero no hemos de hurtarles a nuestros hijos la dulzura de estos días para que, como nosotros ahora, tengan sus buenos recuerdos.
Brindo, pues, por unas fiestas como las de antes, y por todos quienes se esfuerzan por que el espíritu que hoy nos embarga viva el resto del año.
Muchos besos.