Fleur Jaeggy, «Vidas conjeturales»: John Keats, Thomas De Quincey y Marcel Schwob perfilados bajo la excelencia literaria de los oscuros deseos. Por Ángel Silvelo

Fleur Jaeggy, «Vidas conjeturales»

Abordar la vida de un artista, un escritor, en este caso, puede llegar a convertirse en una aburrida concatenación de hechos biográficos que, en la mayoría de las ocasiones, nos deja fríos por la ausencia de ese rasgo tan eminentemente literario como es la pasión de quien escribe a la hora de entresacar las virtudes y defectos del biografiado, pero, sobre todo, porque se deja a un lado la beta de la fascinación que todo escritor tiene por pequeña que sea ésta. Esa beta, plena de la virtud de aquel que perfila una vida bajo la excelencia literaria de los oscuros deseos, es la que adopta la escritora Fleur Jaeggy para demostrarnos que desde la biografía también se puede llevar a cabo literatura de calidad o de altos vuelos, pues ese es el reto y el retrato que, de cada uno de estos maestros paganos, adopta y nos muestra Vidas conjeturalesJaeggy, y lo hace con la peripecia de una pluma afilada que corta a cada uno de sus personajes con el filo de una prosa poética, intensa, ágil y devastadora hasta dejarte sin aliento, pues así se queda uno tras leer cada uno de estos semblantes de Keats, De Quincey y Schowb, explorados por un estilo tan rápido, directo e inteligente que nos apabulla por momentos, y con el que la escritora suiza regatea una y otra vez a las dificultades biográficas de cada uno de los biografiados. Bajo esa excelencia literaria, se esconde, sin duda, esa dura y pertinaz mirada que la escritora emplea a la hora de sacar a la luz no lo más importante, sino lo que ella estima como más relevante, en cada uno de sus biografiados. Esa mirada lejana sobre cada uno de ellos le proporciona la fidelidad de lo neutro, a la que ella agrega esas pequeñas dosis de incertidumbre, zozobra o mala leche que nos llevan a descubrir los pequeños matices que siempre han permanecido ocultos a los ojos de los demás en las vidas de estos tres escritores-poetas, malditos, si se quiere, pero, sin duda, enigmáticos a la hora de reinterpretar la sombra que su vida y sus obras nos han dejado. Esa intensidad de reflejos y opacidades, de hazañas y derrotas, de firmezas y debilidades es a la que Jaeggy le proporciona la luz de la poesía en una prosa profunda, mordaz y precisa hasta convertirla en la verdadera protagonista de lo abordado. Manifestaciones, todas ellas, del manejo del lenguaje y del estilo que refuerzan, sin duda, la imagen que al lector le queda de aquello que se le muestra. Más allá del juego o de la anécdota, nos vemos sometidos a la dictadura de los oscuros deseos que nos lleva hasta la otra orilla del Leteo.

Vidas conjeturales es la brevedad biográfica sometida a la precisión de la palabra que nos invita a visitar la belleza del mundo del artista, pero también la morbosa oscuridad del desaliento, la perversión y la crueldad de aquello que nunca verá la luz, por encontrarse mutilado por las imprevisibles circunstancias de la vida. No obstante, estos tres héroes anónimos resurgen aquí como la piedra que brilla en el fondo del mar y que, por sí sola, representa la firmeza con la que viene acompañada la excelencia literaria de los oscuros deseos.

Ángel Silvelo Gabriel

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