Güerito
Tu hermosura irradia afecciones
que son pies vírgenes que pisan blandamente la arena;
descansan sobre mi pecho y dejan una huella luminosa.
Si tu plexo solar fuera una casa,
yo quisiera ir a habitar a ella.
Allí, sostenido en manos pródigas de bondad,
comería en tu mesa
los frutos de la alegría más despreocupada.
Calentándome, querría meter siempre las manos al fuego.
Dejaría de ser huérfano
tan sólo mirándote repartir el pan.
Haces que un minuto tan intenso
como lanza el corazón atravesara.
Haces más calientes las aguas de mi sangre.
Eres el oro que me hace avaro.
Pero si debiera recoger de tus manos la fortuna de mi vida,
una sola moneda me bastaría.
Aleqs Garrigóz