Karmelo C. Iribarren, «Pequeños incidentes». Por Arturo Tendero

Karmelo C. Iribarren

KARMELO C. IRIBARREN
Pequeños incidentes
Visor, Madrid, 2017

Poco a poco, Karmelo C. Iribarren (San Sebastián, 1959) se ha ido haciendo con un público, eso que rara vez alcanza un género tan minoritario como la poesía. La mejor prueba es que sale otra antología de sus poemas. Las anteriores, Seguramente este libro te suena, donde se actualiza la obra completa del donostiarra, y La ciudad, una selección personal presentada por Joaquín Juan Penalva, se publicaron en Renacimiento. La nueva, que aparece en Visor, no la ha preparado el autor, aunque el libro no indica quién ha sido el antólogo. Luis García Montero ha puesto su oficio en la tarea de prologar una poesía que, como la de Larkin, se explica tan bien sola que cualquier comentario parece superfluo. Pero hace su trabajo. Señala la galería de personajes marginales con los que se identifica el poeta, sus lugares, «donde la eternidad se viste de rutina», su naturalidad sin alardes, su escepticismo. «El protagonismo en la exigencia literaria», dice, recae sobre todo en «el ejercicio de mirar». «Los lectores oímos un murmullo de dignidad secreta». Después, la poesía se queda sola y nos lleva por las calles de la ciudad de la voz de ese personaje que pasea, observa y cuenta lo que ve, la mayoría de las veces en unos pocos versos que parecen haber sido recortados para disimular la brevedad. Como también señala Montero, el modo de escribir de Iribarren no ha variado desde su primer libro, La condición urbana (1995). A partir de entonces, solo ha introducido matices, suficientes para que cada lluvia, cada bar y cada mirada al mar sea distinta. De los diez poemarios que abarca la selección podemos agavillar varias poéticas, que convierten a la poesía en un personaje más: «Aún te visita a veces, como le gusta / hacerlo siempre: por sorpresa. / Sabes que es ella / por el ritmo especial con que se mueve, / ese ritmo que hace / que aunque no diga nada de interés / lo diga de forma interesante». Iribarren, que es un lector asiduo de novela negra, sabe que lo importante no es el crimen, sino el ambiente, los personajes, el modo de contarlo, el contraste del muerto con la vida. Lo importante es que la vida no se vaya de rositas.

Arturo Tendero

Blog del autor


Un comentario:

  1. Elena Marqués

    Tuve la suerte de conocerlo la semana pasada. Y, por supuesto, me volví a casa con este libro. Estoy segura de que lo disfrutaré.
    Gracias por tu reseña.

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