Luna
Vuelvo a ti, mujer, como cada noche,
y me abrazas como una madre; me amas,
vienes y con voz cálida me llamas,
y es tu belleza de mi cielo el broche.
¡Oh, si vieras que ese broche no deja
escapar a mi sentir afligido,
que por él mis tristezas he perdido,
porque no hay razón para tener queja!
¡Ay, mujer, siempre eres llamada «luna»
y debiste llamarte «confidente»
si en las noches de llanto eres mi cuna!
¡Ay, mujer, de nostalgia estridente;
si requieres amistades toma una:
la mía, que te busca impaciente!
Chalico