La tienda de fotos. Por Mercedes Martín Alfaya

Qué día más bueno. Da gusto pasear por la ciudad, relajarte, disfrutar del solecito. Qué mono el nene con su globito: hola guapo. ¿Me lo prestas? Jajaja. Qué rico… Adiosssss, wapo.

Vaya. Mira quién viene por ahí… La Luchi
—Luchi ¡Qué sorpresa! ¡Cuánto tiempo sin vernos! ¿Qué es de tu vida?
— Pues, chica, ni te cuento (saca el pañuelo y se restriega el ojo). Mi madre, que anda con el azúcar por las nubes y el papelito rojo.
— ¿No me digas? (ni puñetera idea de lo que es el papelito rojo, pero el color alarma lo suyo).
-No, si la pobre ya tiene un pie en Sevilla y otro en Finisterre (joder, pues como se orine ni te cuento la que les espera a los madrileños)
—¿Y con tu marido? Bien, ¿no?
— Qué va. Nos separamos.
—¿Y eso?
— Lo encontré con un tío en la cama.
—¡Uf! Qué, que era de la acera de enfrente ¿no?
—De la acera de enfrente no, de tres barrios más para allá. Un disgusto. Con decirte que tuve que ir al médico y darme de baja en el trabajo. La tensión en 16-10 y me quedé en los huesos. Los niños lo pasaron fatal y para colmo he tenido que vender el coche.
—Los gastos ¿no?
—Qué va. Que allí es donde se trajinaba al novio.
—¿No me digas?
— Como te digo. Además tuve que cambiarme de casa. Ya sabes, las vecinas… Qué mala es la gente… y la Soledad.
—Sí. La soledad sí que es mala.
—Ah, ¿Pero tú la conoces? (me pregunta con ojos de globo)
—¿A quién?
—A la Sole. Vaya pájara que está hecha. Con decirte que se pasó una semana en bata, de casa en casa, contando lo de mi Juan. Con lo que ella tiene que callar con su Rocío… Por cierto, ¿sabes que mi Carlitos ha sacado sobresaliente en música? Un encanto de niño. Te toca el minueto como nadie. (vaya, pues si además de tocarme las narices me dejo tocar el resto…). Este año termina en el Conservatorio y el año que viene, si Dios quiere, se incorpora a la orquesta esa de los niños prodigio. Tú no sabes lo que vale mi Carlitos… Bueno, chica, ¿y tú qué tal?
—Pues…
—Oye, perdona, te dejo, que tengo hora en la peluquería (me señala el reloj de pulsera para que vea que es verdad, que ha quedado con la peluquera). A ver si nos vemos un diíta y charlamos.
—¿?????????
Lo que yo digo. Si es que la gente te confunde con un orinal; o peor, con una tienda de fotos: “Entre y revele su rollo”

Mercedes Martín Alfaya
(www.tallerliterario.net)

Un comentario:

  1. Que bueno, es una situación tan ral y tan habitual que al leerla no he podido dejar de reirme.
    Me encanta como descries estas situaciones.
    Un abrazo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *