Nunca llegará el final. Por Francisco Gragera Delgado.

El gozne de la puerta gimió
escapando de su vetusto letargo.

Un aire helado atravesó la habitación
antaño ermita de amor apasionado.

Las hojas de aquel libro desgastado
enmudecieron en un susurro inusual
y las huellas de mis dedoos se impregnaron
aferrándose en silencio
a la noche más amarga de mi vida

Por el tragaluz del techo
varias estrellas dormitaban en nuestro nido de amor.

Ella dormía placidamente
envuelta en su camisón,segunda piel,
suave como su cuerpo,
con su sonrisa azul,reflejo de sus ojos.

Supe,al momento,que la quería más
que lo que nuca jamás supe expresarle.
Una lágrima furtiva rasgó mi rostro.
Se había ido en silencio,como siempre,
pasito a pasito,sin molestar,
buscando el nido en donde acomodar
nuestro próximo aposento
en donde compartir el infinito para siempre.

 

Francisco Gragera Delgado.

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