Perder teorías. Por Brisne



La certeza de que mi teoría de Lyon era idéntica a mi vida y a la espera en la que consistía esa vida y también a la espera que habitaba dentro de esa espera, que a su vez contenía otra espera.

Leer a Enrique Vila Matas es perder teorías y encontrarlas. Teorías literarias. ¿Qué es una novela? ¿Importa la trama o el estilo?

Piensen y respondan. A mi me importa el estilo porque estoy de acuerdo en que tramas hay siete u ocho. Dice: «Liz Themerson lo tenía bien claro: Alguien se mete en un lío y luego sale de él; alguien pierde algo y lo recupera; alguien es víctima injustificada y se venga; el caso conmovedor de Cenicienta; alguien empieza a ir cuesta abajo y así continúa; dos se enamoran, y mucha gente se entromete; una persona virtuosa es acusada falsamente de haber pecado o de haber cometido un crimen; una persona se enfrenta a un desafío con valentía, y tiene éxito o fracaso; alguien inicia una investigación para conocer la verdad del asunto…»

Y me he parado en la frase, en la cita, en la intertextualidad del libro, en sus citas y sus frases y he pensado en cómo yo escribo, si es que puede llamarse escritura lo que hago, en lo leído, y me he dado cuenta que tiene razón que la historia es bien poco relevante, que casi siempre pasa lo mismo, que no es tanto lo que nos narran sino el cómo lo narran. El narrador es universal pero tiene voz propia. Hablamos de lo mismo, de nosotros, de lo que leemos, metemos frases de autores que admiramos, modificamos su pensamiento en el nuestro, buscamos en definitiva un ámbito propio que es el de nuestra voz por encima de otras voces. Incluso buscamos la voz del otro fuera de lo que nos narran.
Y he apuntado en la agenda nuevos autores por descubrir, Liz Themerson, Gracq. Y he pensado en los que conozco con él, Kafka, Musil, Pessoa. He pensado en ellos y en otros, en sus voces y en su estilo. En cómo me cuentan las cosas, en si sería capaz de descubrirlos con los ojos cerrados oyendo tan sólo lo que escriben. Escrutando en sus letras sin nombre y no he sabido responderme, aunque creo que igual sí los descubriría o no. Me gustaría catar a ciegas los libros. Sería tan divertido organizar una cata de libros con amigos. Las tapas forradas, tapado el nombre, las referencias y disfrutar a ciegas de la lectura. Irse pasando libros y relatos. Y comentarlos. Mientras una copa de vino conocido moja nuestra boca. Hablar de ellos y decir: sí, sí, yo creo que es Cheveer o Salinger o Meville. Y luego pasar a los otros a Cortázar, a Gabo, a Borges. Incluso a Joyce o a Beckett. Saboreando sus palabras sin saber quienes las han escrito. Divididos por estilos o continentes. Mezclarlos incluso y descubir a ojos cerrados sin son américanos o europeos. ¿Sería capaz? Intercalar cuentos de desconocidos sin saber quién son intentando encontrar sus influencias. Poner un español en medio de un américano…. ¿nos marca el origen? ¿podríamos acertar en algo?

Los estilos son diferentes pero siempre sabemos a quién leemos. Es el nombre quien precede a las palabras. ¿Y si fuese al revés? ¿Ustedes serían capaces de distinguir los estilos por encima de las historias? Creo que sí, es lo que hacemos leer un estilo, un modo de contar. No me hablen de las historias, hablenme de las voces.

Otro día hablaremos de la soledad y la ausencia. Creo que esos sentires llenan todos los libros y relatos. ¿No creen?

Brisne
Colaboradora de Canal Literatura en la sección «Brisne Entre Libros«

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