Me gusta dormir
contigo y
ver todos nuestros
huesos perdidos
entre las sábanas.
Irreconocibles,
henchidos y
cuajados de
caricias y
de futuro.
Me apasiona
(hasta casi
reventar
de ternura)
despertarme de
madrugada y
vestirme con
tu pierna o
con un trozo
carnoso
de tus labios.
Convertir mi
membrana en
un círculo,
infinito de tu
existencia.
Y me enloquece
el desorden
de nuestras sábanas
después de
rompernos
–devotos del
Pecado–
en mil pedazos.
En este país
volcánico
que es nuestro
tálamo,
una antigua
oración
prohíbe el
pijama.
Amén.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azúcar»