El día tres de abril era miércoles. Por Yolanda Sáenz de Tejada

Hoy os quiero contar una historia de amor. Porque poesía para gritar tiene mucho amor en las venas…
Y quiero dedicársela a todos los habitantes de esta ciudad que, mientras que nosotros sólo nos fijamos en su discapacidad, ellos luchan por enseñarnos que son mucho más hábiles e inteligentes que nosotros en muchas otras parcelas.
Y que, mientras ellos luchan por un derecho, nosotros los miramos como si fueran inferiores.
Y ojalá, no nos olvidemos nunca que todos, absolutamente todos, tenemos alguna discapacidad…

Para Jose Luís, que me enseñó, además de su corazón, a abolir la palabra minusvalía…

El día tres de abril era miércoles
y el viento traía recuerdos de fruta.
Carlos levantó la voz:
¡para el autobús
que me meo!

Y paré.
Eran las nueve y media de la mañana
y mi primer día de ruta.

El chico no bajó solo.
De la mano llevaba a una joven rubia
de pelo enfadado y sortijas en los pies.
No pude decir nada
cuando los vi agachados a los dos
en la hierba del prado
dejando correr su orín.

Todos los chavales del autobús
reían como locos;
pero yo me quedé sentado,
seducido por la escena.

El chico se subió la bragueta
y miró el hermoso paisaje.
Allí crecían margaritas de nostalgia
y jazmines tiernos de sollozos.
Ella no dejaba de mirarlo
mientras se recogía la falda blanca entre las piernas.

Te cogeré flores,
le susurró el príncipe de la mañana.

Cuando terminó,
se acercó a sus ojos rubios
y le puso una rama de olivo
en la zona preciosa de la oreja.
Alojó el ramo en el suelo,
entre los pies desnudos de sus cuerpos
y agarró a la chica de las manos.
¿Quieres casarte conmigo?…

Se hizo tarde
y algún coche pitaba cabreado.

Yo esperé
mientras todos esperaban.
Mientras las flores esperaban
tiradas en el suelo de la pregunta.
Mientras mis labios apretados esperaban…

Fue mi primer día de trabajo,
y el último,
la directora del manicomio
no escuchó mis disculpas
y me expulsó por permitir salir a los enfermos…


Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»

Blog de la autora

4 comentarios:

  1. Todos tenemos parcelas en las que nuestra habilidad está muy reducida. Es una manifestación clara de que todos somos en parte «pobres».
    Imaginé la escena y me embargo su sensibilidad y cordura afectiva.
    No se si requerías el trabajo. En caso contrario no te preocupes, no te perdiste nada.
    Un saludo

  2. Me he quedado con la imagen muy clavada.
    Me tienes rendida ante tu desparpajo con la palabra, la idea, la mirada, el formato, la luz, la sombra, el drama, la alegría y el desenlace. En todos los trabajos que te he leído.
    Felicidades

  3. LACUCEBE: gracias por tus palabras, no era mi trabajo (así descansas de preocuparte), es una historia que visualicé. Tengo mucha relación con las personas con discapacidad.
    M DOLORES: que mona… muchas gracias, con todo mi corazón. Me alegra que veas las imágenes, es lo más importante.

  4. Ya lo había leído en tu blog, sigue gustándome, mucho. Un abrazo

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