Señorita metro y medio. Por Isidro R. Ayestarán, 2008

Te convirtieron en escaparate de miradas y paseos
en el centro de una gran ciudad,
sin rechistar ni protestar apenas, y sin
censurar la pretensión de un autor loco.

Una historia de amor que supo a poco,
un molde en fotografía y escayola
para transformarte en estatua silente
en un color cobre con brotes de nostalgia.

Cruce de expresiones en un estudio abuhardillado,
sonrisas tenues para moldear a la señorita
metro y medio con tu rostro y tu cuerpo
en una pose de evocación y magia.

Modelo y artista, un cincel como instrumento
para moldear la perfección de tu mirada,
calando hasta el infinito la sensación de
calidez de toda tu esencia y aroma.

Y el día del estreno, entre el fondo de la gente,
asentiste de manera triste al haberte despojado
de tu persona física para convertirte en aurora
de poetas y bohemios callejeros,

adentrándose todos ellos en el boulevard donde
te colocaron como estatua, para llorar sus amores
rotos en forma de versos o escritos malditos,
naufragando en un callejón de besos perdidos…

Incluido tu creador y artífice, ahogado en
una melodía de piano en un cabaret donde
añora la flor de las musas y el arte, tu nombre
de mujer perdida, que al besarte en el vacío de su alma

se jura a sí mismo el encontrarte entre las calles
de esa gran ciudad, donde te colocaron como modelo
de artistas que añoran, como tu mentor, el silencio de una historia
en una noche oscura a la luz de las velas de su inspiración.


© Isidro R. Ayestarán, 2008
El Cabaret de los Sueños

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