Romance al río Ebro. Por Juan A. Galisteo Luque

Romance al río Ebro

ROMANCE AL RÍO EBRO

 

Río Ebro, río Ebro,
que desde Fontibre bajas,
cruzando los verdes valles
hasta las riberas llanas,
¡no te vayas de Campoo!
¡no te alejes de Cantabria!
que ya se escucha en las hoces,
tu estrépita resonancia.
Pasadas las Merindades,
llegas triunfal a Miranda,
besas las tierras de Burgos
y continúas por Álava.
Río Ebro, río Ebro,
que desde Reinosa bajas
para fundirte en el mar
entre sus salobres algas;
un paisaje de meandros,
se observa en las rinconadas
de Briñas, Haro y Briones,
de Cenicero y, Labarca.
Una vez en El Cortijo,
por Logroño te adelantas,
fluyendo entre la frontera
de La Rioja y de Navarra.
Río Ebro, río Ebro,
que de la fontana bajas,
serpenteando por el valle,
por la vega y la barranca;
me dicen que por Arrúbal
y Alcanadre siempre pasas,
lo mismo que por Lodosa,
por Sartaguda y Azagra.
Yo que soy Ciudad de Alfaro,
siempre estoy entre dos aguas:
Unas son tuyas, río Ebro;
las otras, del río Alhama.
Río Ebro, río Ebro,
nunca ocultes la mirada,
ni te prestes al olvido
en Calahorra y Mendavia,
que me ha dicho Castejón
con la sonrisa apagada,
que siempre pasas de largo
y nunca les dices nada.
Y porque piensas en mí,
porque llegas y me abrazas,
cada instante te saludo,
por si algo demandaras.
Río Ebro, que en Tudela
cruzas puente y antesala,
¡no olvides al río Aragón,
que a tu cauce siempre llama!
Nada más cruzar Milagro,
con su sonido te alcanza;
y será vivo el caudal,
porque allí, en Ribaforada,
desde el Bocal de Fontellas,
se te ve fluir con ganas
por el Canal Imperial,
ese que siempre hizo gala.
Río Ebro, río Ebro,
que entre mágicas palabras,
entregas al mar bravío
tu hermoso caudal de plata;
en días de Primavera,
cuando una brisa temprana
despierta flores y aromas,
en tus orillas calladas,
siempre me acuerdo de tí,
de tu risa apasionada,
con el canto de los grillos,
con el croar de las ranas.
Rio Ebro, río Ebro,
que atraviesas las entrañas
de esas tierras generosas
del gran Reino de Navarra,
¡no te vayas de Aragón!
¡quiero verte en mi ventana!
pues eres torrente y vida
que nace de la montaña.
Has llegado ya al Pilar
y con bendición y, gracias,
te encaminas a Tortosa,
por las tierras catalanas.

 

 Juan A. Galisteo Luque

Del poemario: Versos y paisajes
Imagen: Gentileza de Fotos Pixabay
Derechos registrados

6 comentarios:

  1. Catalina Ortega Diaz

    Preciosa oda, D. Juan, al río Ebro; el Hiberus flumen romano que dio nombre a la península Ibérica, regalando, generosamente, la indispensable agua de la Vida, desde Fontibre “Fontes Hiberis” hasta desaguar sus caudalosas aguas, más valiosas que el oro, fundiéndose con la sal de una mar de turismo y sepulturas.
    Río Ebro no mueras, todo tú, de hipertensión salina y hedor de muertes. Di a los que mandan que acerquen, a los ibéricos del Sur, una parte de tus inmensas aguas benditas, hasta la agonizante Murcia: No mueras en el Noreste, te suplico; revive en el sureste, aunque sea por un canalito chico: el sur también forma parte de la Iberia a la que diste nombre. Aguas te sobran, limosnas te pido, constatando la sequía crónica de la tierra, antes ubérrima; Huerta de Europa, en nombre de un futuro sostenible, para mis hijos, nietos…e Iberia toda amenazada por la desertización.
    Atentamente
    Catalina; Fracasadora de gran Éxito.

    • Juan A Galisteo

      Así es Catalina, como bien muy lo expresas. Y es que este río, fue y es tan emblemático que la historia le dio nombre a esta península.
      Y así, como los romanos le llamaron Iber al Ebro, con la misma afinidad que nosotros hoy apreciamos al jamón ibérico, también como Wad al-Kabir, llamarían los árabes al Guadalquivir, aunque sin duda tuvo otros nombres como Tharsis, Baetis y Perkes, con los tartesos, romanos y bizantinos.
      Dejando un poco la historia, que es la única que nos puede indicar de donde venimos y a donde nos vamos,- por eso no hay que olvidarla-, sí que es cierta la otra realidad vigente que me comentas; esa enorme contaminación que existe ya en nuestros litorales. Recuerdo hace casi 40 años cuando solía veranear en el Mar menor, era una maravilla; creo que ahora no es ni la sombra, aunque pienso que tendrá como todo una solución, así lo esperamos todos.
      Muchas gracias Catalina por el comentario, podríamos hablar todo el día pero tampoco quiero extenderme.

      Desde aquí, te envío mi abrazo.

  2. Bello romance que nos lleva surcando el río por toda la geografía.
    Me ha encantado la historia del Canal Imperial: «Es una obra que se anticipa a su tiempo, pero sobre todo y en cualquier caso es un «canto» a la perseverancia y al esfuerzo colectivo».
    No dejaré de beber de esa fuente en Zaragoza: » la Fuente de los Incrédulos, cuya inscripción en latín dice: «D.O.M. INCREDULORUM CONVICTIONI ET VIATORUM COMMODO» (Para convencimiento de incrédulos y alivio de caminantes).
    Cuanta historia en estas líneas.
    Un abrazo Juan

    • Juan A Galisteo

      Muchas gracias por el comentario Luisa.

      Sí, así fue lo del Canal Imperial y posterior recordario de esa fuente de los incrédulos. Y es que la cosa tiene guasa porque hubo muchísima gente que consideraba la construcción del canal como una utopía.

      Como el Canal de Castilla, La puerta de Alcalá y tantísimas obras más, quedaron plasmadas hasta hoy, en el recuerdo de futuras generaciones
      Obras como tantas que Carlos III realizó en España a la vuelta de Nápoles, donde también fuera rey.

      Y es que querida amiga, en este país cuando viajas, te encuentras verdaderas maravillas que a veces por no decir casi siempre, saben apreciarlas más los de fuera que nosotros mismos. ¡Así nos luce el pelo!

      Un abrazo Luisa.

  3. Me gusta mucho es muy bonita y gracias a este poema podré sacar un 10 en lengua

    • Gracias Natalia, me alegro que te haya gustado el romance y que su significado temático pueda aportarte alguna ayuda.

      Te envío un abrazo. Juan.

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