La mujer dormida no quiere abrir los ojos a la espera,
y se muestra anhelante ante una llamada de amor.
La mujer dormida es la fiel compañera del mar y el crepúsculo,
la aliada sincera de un impulso que llena de luz
y que al despertar del sueño, descubrirá junto a los latidos de su corazón.
© Isidro R. Ayestarán, 2008
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