Ayer te recordaba. Por Carlos Guerrero

Sí: ayer te recordaba. Por Carlos Guerrero Gallego


(Recitado por Clips)

 

Sí: ayer te recordaba,

cómo se acuerda el niño abandonado del rescoldo de amor

que una vez tuvo; lo mismo que aquel perro

 

vagabundo imagina a su amo en cada esquina,

y recordé las cosas que tu mano arrancaba,

ausencia de un querer apenas esbozado…

 

Tal vez fuera por eso que el día amaneció de otra manera;

como si los colores de la nueva mañana se convirtieran, tristes,

en el apáticos tinte de la lluvia; como si pajarillos

 

que despueblan de migas las aceras, hubieran irisado

sus plumeros en gris de atardecida; como si la tristeza,

que remonta miradas clandestinas,

 

se hubiese aposentado en el porche vacío de la casa…

Los ecos de la calle se fusionan junto a esa tenue luz,

hoy descosida de aquel fanal de viejo y telarañas,

 

mientras la melodía esparce su cadencia

por el altar mayor de los recuerdos.

Decires sin decir, ensoñaciones que un día nos llevaron

 

junto a la barandilla del abismo,

cisura entre tus manos y mi boca,

un transformar amor en puro sexo

 

sin saber ni pintar la abrupta escena.

Se despierta el insomnio, al filo de la noche

e intento recorrer, en mudo vía crucis,

 

parcelas que tu historia retornó intransitables:

caminos que adolecen de huellas en la arena,

manantiales de lluvia sin cauce que los guíe,

 

pecados imposibles a medio consumir,

componen los espacios que adornan la tristeza

de estar donde no estuve, de vagar entre ruinas

 

a casi dibujar. Consuelo de otras veces

que ronda por la almohada de visiones a medias.

Allá, en lontananza, acaso se adivina

 

la línea divisoria que concreta tu imagen,

y multitud de horas apresuran su torpe caminar

adonde un niño pinta casitas sin ventanas:

 

son episodios muertos en brazos de un acaso

que nunca soportó la propia extenuación de aquel deseo,

y entre los tilos que cubren de hojarasca mis otoños,

 

pasea aún, en mito convertida, la pasión que rasgó

el tacto esplendoroso de tu cuerpo en la sombra…

Tal vez fuera por eso que los grillos dejaron de cantar la madrugada,

 

o acaso adivinaron en mí ese pesar

que remonta la cuesta, y se adormece

en el filo infantil del tiempo roto.

 

(deserción presentida en el envés azul de la inocencia)

 

III Certamen Poemas sin Rostro 2007

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