pequeños trozos de mi aventura sin límite... - 1

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GeoCloaking
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pequeños trozos de mi aventura sin límite... - 1

Mensaje por GeoCloaking »

“Había un avío desolado, un sujeto se adentro, y nada más paso durante el día que los nuevos pájaros bajo el horizonte de verde azulado suave…”
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<BR>Una noche, desperté para ver de las arenas, esas aguas cristalinas. Mi espada, un orgullo sobre mi nombre marcaba aquel reflejo de la esperanza, una que solo se veía no en la espada en sí, si no fuera de aquella luminosa ventana de poca reflexión. De la ventana, observé otro avío, pero este era similar a los viejos barcos del destino azul. Mis botas, mi traje, y mis pantalones, un sombrero grueso, pero que desconforme lo dejé en mi mochila. Cogí un celular, y me dirigí con los demás sujetos. Que raro, de imaginar un celular en un lugar tan mágico y retro. Solo podía darme cuenta que aquel oscuro celular, era inservible, no podía ver en ella una utilidad, mientras no había tecnología que trabajase alguna vez con ella.
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<BR>Capitán: “Muy bien marineros, como cumplieron bien, merecen el mejor trato posible, me dirijo a Ustedes, para regalarles una oportunidad única, por eso, aquellos embarcados de la Fuerza Emprendedora, les dejaré libre el día para que realicen lo que quieran, antes de partir”
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<BR>Los demás, sorprendidos, y algo emocionados, vieron oportunidades únicas. Sin embargo yo, que solo pretendía seguir en el barco a vivir una nueva experiencia, me situé cerca de mi habitación, viendo que las cosas no llegan menos de lo que se esperan.
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<BR>Aquellos piratas de aguas más hallan de la comprensión, empezaron a tomar su curso fuera del barco para realizar las cosas que no habrían podido hacer antes.
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<BR>Capitán: “Oye Chico, veo que no vas a salir del barco…”
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<BR>Yo: “Es lo que quiero hacer, quedarme en el barco, y vivir una gran experiencia”
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<BR>Capitán: “Ese es mi muchacho…”
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<BR>Me sentí alagado, pero a la vez, no quitaba la mirada al horizonte, pretendiendo ver en ella, algo bueno e inesperado.
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<BR>Dor: “¡Capitán, necesitamos su ayuda!”
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<BR>Capitán: “¿Cuál es el problema?”
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<BR>Mientras los demás discutían o comentaban sobre sus pequeñas situaciones, me había visto obligado a ver lo que se trataba aquella perla azul. Aquella que reflejaba grandes misterios en el pasado, pero a la vez, mostraba en su tinta y su color, una extraña forma en su dibujo, en el que podía ver a través de ella, un oscuro predecesor.
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<BR>Capitán: “Esa perla, ¿es azul?...”
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<BR>Yo: “Si, pero solo esta dibujada…”
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<BR>Capitán: “Menos mal…”
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<BR>Yo: “¿Qué hace realmente la perla azul Capitán, por qué le temen tanto?”
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<BR>Capitán: “ah, hijo, si supieras lo que hace esa perla azul, no serías el mismo que conozco, su poder es inimaginablemente terrible, nadie la ha querido portar por que no es seguro de fiar, si llegases a verla…”
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<BR>En esas, un sujeto interrumpió y el Capitán antes de marcharse dijo estas palabras.
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<BR>Capitán: “Destruyela…”
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<BR>Volví a ver esa imagen reflejada en el dibujo, parecía tan bien dibujada, que a poco parecía estar la perla ahí. La guardé en donde estaba, y con mi emoción subí a la torre para observar las conductas y metas que se proponía la tripulación. Todos tenían un propósito bastante humillante, pero entre otros, solo hacían más divertido su productividad. Esquela, el viejo de los dientes rotos, estaba jugando en uno de los barriles de los que se podía sentar. No es que era así realmente, solo se disfrazaba para recopilar información, pero lo de los dientes, mejor, ni les cuento. Teodoro el Mayor, se encontraba fortaleciendo sus músculos resaltando esa mirada encachada, levantando cajas como las pesas. Teodoro quería impresionar a sus amigos y alguna que otra invitada, pareciendo todo un Hércules de piel morena.
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<BR>En esas, use el telescopio para encontrar a alguno de nuestros otros tripulantes, pero por lo visto, uno de ellos, estaba haciendo negocios muy raros con un sujeto de distinta competencia o distinta alianza. El sujeto de nuestra tripulación, Farmo, o Fármaco, estaba regalándole una bolsa de nuestras monedas de plata, a cambio de un extraño intercambio pasajero. Alegre se veían ambos riéndose, mientras caminaban de bajada de las calles, hacia el puerto de nuestro barco.
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<BR>El Capitán seguía refunfuñando que la hospitalidad del sitio no era buena. Parecía que un intenso molestar se le reconocía a la vista de la gente, pero no quería admitirla, por que de vez en cuando, quería que su tripulación no se molestara por estar unida.
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<BR>Arriba en aquella torre, me había dado cuenta de lo cómodo que era recostarse sobre su madera limpia y perfumada. Parecía que todo era más tranquilo y hospitalario de lo que era, pero tomé mi telescopio, pero como no eran binoculares, lo sostenía con destreza. Busqué de todas aquellas aleatorias adversidades, una entretenida situación, entonces, me di cuenta que el mismo sujeto que entregó las monedas de plata, se llevaba consigo un extraño bastón, uno de roble, pero bastante costoso. ¿No es raro que uno de tus tripulantes más buenos de la alta mar se hiciera negocios con un bando contrario y que siga caminando ahí como si nada con un bastón y una extraña bolsa? Tal vez, había algo que no sabía, pero sin embargo, estaba la duda de preguntárselo a mi Capitán.
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<BR>Raramente aún, el bastón no fue lo único, traía puesto en su cabeza un sombrero con una pluma en ella, como la ocupaba el legendario Robin Hood, y con una chaqueta bastante cara, se acompañaba de una dama bastante desconocida. Ahora si, lo había visto todo, no solo era alguien muy fuera de lo que pensé que era, si no también parecía un traidor. En esas, vi a Chiki, otro tripulante, pequeño, pero más grande de lo que aparenta. Estaba caminando como de costumbre, hacia un extraño restaurante, en él, se fijo en las comidas exóticas que entregaban, pero además, se fijo en un misterioso hombre de largos pelos trenzados de color negro, numerosos y muy gruesos, que lo no solo lo hacían ver algo misterioso y serio, si no que también muy único. Aquel sujeto de piel blanca no pálida, en su traje negro de chaqueta más o menos de mi época de mi sitio origen, estaba marcando su espera con su taza de café granizado, y como sabrán, no era nada barato. El sujeto vestido traía un sombrero también, conocido y típico, parecía ser un capitán de aguas más lejanas de nuestra imaginación. El sujeto dio una cara de seriedad y molestia, y se dirigió hacia la puerta, sin propina y sin beber más que un sorbo. Chiki solo lo miró y siguió adentrándose hacia el restaurante.
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<BR>El sujeto de traje oscuro, traía una bolsa bastante parecida al de Farmo. Tenía varias bolsas atada a su cintura, de varios diseños, que raramente pasaban inadvertidas, pero no observé nada similar al que ocupábamos, lo cual se me hizo como raro, era, como si nunca hubiera visitado nuestras costas de mar profundo.
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<BR>Aquel sujeto oscuro hasta de su rostro pálido, marcó su personalidad al cruzar la esquina, dándole a un sujeto, una mirada fría. Me enteré que no se trataba de un sujeto al cual le darías unas palabras, si no sabes lo que te hará perder después, como aquel sujeto de aquella esquina, que reconoció su error, con una enorme paliza.
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