Nº31- El mirlo blanco. Por Freya

Un abrazo me dio
 como pésame largo, allí
 en mitad
 de la hora más cierta
 en la hora
 tan dulce
 de querernos desconsoladamente,
 como quieren los muertos.

Vicente Gallego. Cantar de ciego (2005)

 

      El primer día que Eva y Daniel se encontraron fue en el mostrador de recepción del bloque de apartamentos donde ella vivía. Ambos preguntaban por Marita, una amiga común. Una vez que cruzaron sus miradas, quedó abierto el reto y la conquista: esos incisivos ojos azules para ella, esa mirada inquietante para él.

     Los tres tomaron juntos un té charlando animadamente. Miradas cautelosas escrutaban cada gesto y las palabras cruzaban la orilla de la percepción enviando mensajes escondidos, sondas y tanteos hasta que Eva, que no sabía exactamente la relación que unía a sus contertulios, decidió despedirse prudentemente.

     Estando ya en su casa, dispuesta a terminar el día, sonaron unos toquecitos en la puerta. Se acercó a la entrada, ojeó por la mirilla y, más que sorprendida, abrió la puerta.

     –          ¿Puedo pasar?

     –          Inténtalo – repuso sonriendo- ¿cómo has dado con mi casa?

     –          Marita es buena amiga – respondió Daniel.

     La velada transcurrió en un ambiente cordial caldeado por sonrisas francas y miradas ígneas que subieron la temperatura ambiente muchos grados. Entrada la noche, Daniel propuso ir a cenar algo a una crepería cercana. Sus ojos recorrían el cuerpo de Eva adivinando sus formas, mientras ella, consciente, se dejaba admirar poniéndose el abrigo. Lucía 28 espléndidos años, tres menos que él,  un rostro armónico de grandes y retadores ojos color miel que miraban directa y dulcemente. Entre plato y plato, Daniel intentaba ahondar en su intimidad abusando de su simpatía y Eva, perspicaz, dosificaba la información con irónicas sonrisas. El duelo verbal terminó con una pregunta cáustica con la que Daniel intentaba que ella le devolviera una emoción más espontánea.

     –          ¿Eres una presumida autosuficiente, o una solterona en ciernes?- le espetó de pronto.

Eva reprimió la respuesta, consciente de la dificultad de explicar ciertas vivencias  brevemente. Una mirada lánguida de desagrado la delató. Daniel, por primera vez, intuyó un ser vulnerable tras esa imponente fachada. Mientras regresaban paseando, Eva arguyó: – Quizá sea las dos cosas; en realidad ¿a quién le importa?  Daniel rodeó su cintura y acompasó el paso a su ritmo, acercándola hacia sí.

     Ya en casa, Daniel, mirándola fijamente, cogió su cara dulcemente entre las manos y, acercándose a su boca, acarició suavemente sus labios. Eva clavó sus ojos en él entregándose al deseo de otros besos. Él advirtió esa demanda, pero esta vez se acercó a su oído susurrando:

     –          Ha sido una noche muy especial y hermosa. Dejémosla así en nuestro recuerdo.

Ella asintió con la cabeza. Cuando Eva cerró la puerta se sentía aturdida y asombrada, pero estaba dulcemente perturbada y extrañamente feliz.

     Un año después, estaban sentados frente a frente, levantando la vista furtivamente a fin de no cruzar una mirada. Eva se controlaba, conteniendo la tensión que flotaba en el ambiente, tratando de concentrarse ante aquel libro mientras él escribía nervioso unas cuartillas. Pero su pensamiento estaba merodeando otras páginas, tratando de componer alguna escena odiosa por la que pudiera despreciarle, mas no encontraba reproche, recriminación o queja que afearle, tan sólo la certeza absoluta de tener ante sí ese alma única que vibra al unísono, en la misma longitud de onda; esa escasa casualidad, que la vida azarosa nos brinda a su antojo, dándonos el privilegio de intuir en la piel y en las entrañas al otro, sin necesidad de hablar, con una leve mirada, con los ojos cerrados, con el tacto sutil de una caricia. Él le había abierto un mundo insospechado de gloriosa naturalidad. Juntos, habían experimentado una complicidad inaudita en la experiencia sexual, convirtiéndola en un placer alegre, divertido, acordado, impetuoso o relajado, sin aspavientos ni perplejidades donde ella podía navegar tranquila, sin juicios, sin presión y  por primera vez en su vida.

     Daniel tampoco estaba atento a sus cuartillas. Era consciente de que no tenía derecho a exigir nada a esa mujer que tenía enfrente. El roce de su aterciopelada piel erizaba cada poro de su cuerpo cuando se entrelazaban entre las sábanas buscándose enloquecidos por el deleite de ese contacto que no parecía agotarse. Le asustaba, a veces, sentirse atrapado sin comprender, como podía haber pasado un año en un suspiro y seguir allí, mirándola y deseándola. Nunca antes un sentimiento había calado así en su corazón. Sus múltiples devaneos amorosos no habían pasado jamás el ecuador de los tres meses. Sin embargo, ella le parecía cada vez más hermosa y fascinante. Era intelectualmente brillante y resuelta, independiente, quizá por eso no era fácil que encajara en la vida de otros hombres que la cortejaron y que intentaron someterla a sus esquemas; no estaba dispuesta a marchitarse bajo ninguna sombra, si acaso, a compartir el sol. Así era como él la amaba, libre, alegre, apasionada, vital. Algunas de sus actitudes eran el reflejo de todo lo que él había abandonado en su camino y se asía a ella, rescatándose a sí mismo del pesimismo cobarde y el abandono a un azar endemoniado. La veía sufrir y no podía soportarlo y, por otra parte, era imposible prescindir de ese veneno que le mataba el alma de impotencia.

     Eva supo desde un principio que Daniel estaba casado. Un desliz juvenil con una compañera de universidad, le había forzado a contraer un matrimonio que nunca deseó y que  le obligó a reconducir toda su vida por el desafecto y la responsabilidad prematura. Su devenir se fue conformando con en un trasiego  de caprichos sentimentales y la sola certeza de una mujer y dos hijos más, impuestos por la resignación.

     Cuando ambos salían de la ciudad durante unos días en busca de parajes solitarios, marchaban a los Ancares de Lugo, alojándose en una casa de labranza. Un paisaje creado a su medida, luminoso, boscoso, verde. El difícil acceso a la zona, lo había convertido en un autentico refugio natural. El río bajaba caudaloso y limpio, lleno de truchas que luchaban contra corriente. Apenas diez habitantes entrañables y discretos se afanaban en la mejor cocina al fuego, surtida por manjares que cultivaban en la huerta y el corral. Un cielo abierto que contemplar ajenos a cualquier zozobra, mirando el horizonte y amándose allí donde surgía el deseo. Por las noches, entrelazados, soñaban sus anhelos sin temores, hasta que el coche, ya de vuelta, se encaminaba de nuevo a la ciudad y se vislumbraban los edificios de la urbe. El ruido del intenso tráfico ahogaba la música del cassette. Entonces, el silencio se imponía sutilmente y sus manos se buscaban para sujetar las lágrimas del desamparo que la vuelta a la realidad les imponía.

     Eva intuyó, mucho antes que él, que habría un final, pero no tuvo prisa en apurarlo, aún podía soportar la amargura de la despedida permanente, sostener una leve esperanza, como la luz de una vela, que iba poco a poco consumiéndose. Estaba frente a él y su corazón palpitaba, retorciéndose, clamando al destino una respuesta a la que aferrarse. ¿Por qué cruzarse hoy y no hace diez años?, ¿Por qué entrelazar dos vidas, sin futuro común, con un amor tan intenso? ¿Por qué renunciar a una casualidad, posiblemente irrepetible? Pero no había respuestas. Él no podría ofrecerle una vida que estrenar juntos con el ímpetu de la ilusión primeriza y compartida abrasado por el desencanto. Estaba inmersa en el dilema de elegir qué hacer, si dejarse llevar por ese sentimiento único y poderoso que la envolvía o arrancarlo de cuajo a riesgo de desangrarse a la espera de que el destino tuviera a bien brindarle otra oportunidad.

     De repente, sus miradas se cruzaron y no pudieron evitarse. No era necesario hablar. Pero alguno tenía que verbalizar, poner el amor y el dolor encima de la mesa y forzar una decisión.

–          Creo que debemos dejar de vernos  -dijo él- intuyendo la  respuesta.

–          Yo también lo creo -respondió ella mientras sujetaba las manos a la mesa.

–          ¿Hoy? ¿ahora…?

–          ¿Por qué esperar? Si ha de ser, mejor ahora.

–          De acuerdo -repuso Daniel- recogiendo sus cosas.

     Ambos se levantaron tensando sus músculos. Eva sujeto sus manos y él, agachando el rostro, se dirigió a la puerta de salida.

–          Tengo mis gafas de sol y algún libro en tu coche- le recordó Eva.

–          Te los mandaré.

     Se miraron por última vez, pero ninguno pudo articular la despedida. Él salió definitivamente apretando los puños, mientras ella se recostaba en la puerta temiendo oír algunos toquecitos  que la derrumbaran definitivamente.

     Pasaban los días y Marita observaba a Eva más delgada y ojerosa. Ni siquiera ella podía tocar el tema sin provocarle un sollozo incontrolable, era lastimoso verla sufrir con ese desgarro y no poder hacer absolutamente nada. Pero era una lucha interna que no admitía terceros. Un tumulto de emociones y sentimientos pugnando por sobrevivir a una decisión firme y razonada que optaba por ahogarlos, sofocarlos, arrancarlos definitivamente de su vida. Era una locura infernal dentro del mismo cuerpo exhausto de duda y dolor.

     Diez días después, recibió un paquete de Daniel con una nota. La abrió y, sujetando el corazón como pudo, comenzó a leer:

     Querida Eva:   Ayer por la noche sentí grandes deseos de hablar contigo, pero consideré que era mejor así, ya que tú solo querías tus gafas y tus libros. Me entristeció mucho y volví a darme cuenta, de nuevo, de lo mucho que te quiero. Sé positivamente que tú también me quieres, aunque entiendo que sea deseable por tu parte, dejar de quererme y dejar de verme. La vida es una enorme telaraña en la que todos estamos de alguna manera inmersos. En múltiples ocasiones resulta duro y difícil cortar el hilo y liberarte de la misma, porque realmente, no sabes de que forma vas a hacer menos daño y en que situación puedes ser menos infeliz. Probablemente mi situación sea ésta. Te he amado y te amo, a pesar de los pesares; he procurado ser honesto conmigo mismo y contigo. No he podido hacer más, cariño. Te echaré mucho de menos y estoy seguro que los abedules de los “Ancares” llorarán tu ausencia; el mirlo acuático y yo también lo haremos. Te amo. Daniel.

     Las lágrimas brotaban enturbiando la lectura sin un consuelo posible. Miró el teléfono dispuesta a rendirse y suplicarle que viniera a redimirla de aquel calvario. Pero su mano, incomprensiblemente no la obedeció. Un escalofrió recorrió su cuerpo mientras apretaba la  carta contra su pecho, cerrando los ojos,  tratando de calmarse y recobrar el pulso.

     Una melodía distante, como un eco, comenzó a resonar desde la lejanía sacándola bruscamente de sus pensamientos,  transportándola, a través de un torbellino de nebulosas  extrañas al presente. Era el teléfono móvil, lo apagó. Aún sentía latir su corazón perplejo y asustado. Volvió a leer más despacio. Un sentimiento lejano sobre papel amarillento, palabras escritas hacía más de 20 años, pero que seguían viviendo en algún recóndito lugar de la memoria con la misma intensidad de entonces. Mientras doblaba con ternura esa cuartilla y la guardaba en su cajita de cristal, donde atesoraba testigos tangibles de su vida, había comprendido que, el azar, efectivamente, no pregunta sólo impone circunstancias. Pero si somos capaces de afrontar nuestros anhelos -pensó-, si guardamos la memoria del pasado y aprendemos del dolor y la experiencia, al cabo de los años conviviendo con la duda, el destino, finalmente, se apiada y nos  responde. Y era ahora,  tantos años después, cuando observando la foto de Miguel y sus tres hijos, tenia la certeza que tanto reclamó entonces; que en aquella situación, terriblemente injusta y dolorosamente cruel, había aprendido a encauzar su vida y a elegir su legítimo destino.

     Mientras devolvía la cajita al fondo del armario, lugar reservado para tan peculiares pasaportes sin fecha hacia el pasado, más tranquila y sosegada, suspiró levemente  cerrando lentamente la puerta. Y susurró al viento: “Fue un amor  muy especial y hermoso. Dejémoslo así en nuestro recuerdo”.

 
 

44 comentarios

  1. La historia del triángulo amoroso está muy explotada, pero siempre guarda su atractivo.
    Ten cuidado con los diálogos.

    Suerte.

    • Gracias por el comentario y las sugerencias Duna, aunque insisto que esta es una historia de amor entre dos personas, y otras dos que apenas se nombran, osea cuatro.
      Saludos afectuosos.

  2. Los adeudos hay que pagarlos y yo tenía uno contigo, Freya. Confieso que me ha llevado más tiempo la lectura de los comentarios que del relato. Y te confieso también, que ya me apetecía a mí haber tenido todas esas orientaciones sobre cómo regenerar el mío. Lo he repetido cada año: ese es el principal activo —siempre con la debida cordialidad, claro— de este certamen. ¡Hombre!, es cierto que si cae algo, aunque sea un pellizquín, pues biencaído sea. Pero la salsa está en la trifulca sin golpes bajos, siempre se saca algo de ella. Y a escribir se aprende escribiendo, según me enseñaron a mí.

    Bueno, dejemos las confesiones. Una historia de amor apasionado, pero imposible (demasiados niños de por medio), sólo podía acabar como acaba esta: metido en una cajita al fondo del armario. Hay quien dice, no recuerdo quién, que los mejores amores son los prohibidos. ¡Pues hombre!, yo preferiría que no se prohibiera nada, empieza a cobrar fuerza el matrimonio trial y, en unos años, lo hará el grupal. Al tiempo.

    Pero volviendo a lo puramente literario, a mí, si desactivas un poco los adjetivos, me gusta tu prosa. Creo que era Borges el que decía que lo que hay que conseguir es un buen nombre. Cuando se acierta con el nombre, los adjetivos sobran. Y creo que tenía razón. Yo sólo conozco un escritor que utilizaba adjetivos hasta cansarse y lo hacía bien, o al menos a mí me lo parecía: Onetti. El resto de los buenos, se limitan a cumplir poniendo los justos.

    Lo de contar historias que hayan ocurrido de verdad, pues sí creo que, aunque haya sucedido anteriormente, conviene inventar, quitar o poner personajes, añadirles características. Eso sí, siempre que den más emoción o aporten intriga al guión; o sea, que añadan algo. Pero en fin, esto es sólo una opinión, cada uno tiene la suya que es la que mejor le va. Yo opino que en esto lo más importante es leer sin parar, cuanto más se lea, más material tendremos para utilizar al escribir (algo siempre quedará en la sesera).

    Suerte en la vida, Freya, que es lo más importante.

    • Hola Enara, estoy de acuerdo contigo que este intercambio de opiniones es el principal activo de este certamen. Agradezco que hayas encontrado tiempo para visitarme.
      Cuando te refieres a amor prohibido yo creo que este relato no habla de prohibiciones, si acaso de decisiones que no son muy generales, de hecho la respuesta de los seudónimos, en teoría masculinos, me dejan una versión diferente a los femeninos.Que una mujer decida romper una relación amorosa tan fuerte de forma razonada no suele, al parecer, ser algo bien visto.
      En cuanto a lo literario agradezco mucho tus recomendaciones, sé que todo es mejorable y apunto todo cuanto me indicas.
      Un abrazo y suerte también para ti, en el certamen y en la vida Enara.
      Freya

  3. Había leído tu relato y los comentarios que ha suscitado. También tus respuestas, y he visto que recorres el certamen dejando una impresión en cada uno de los concursantes.
    No pensaba que tuviera mucho más que aportar a lo que ya te han dicho. Creo que aprovecharás todas las opiniones, así como la lectura estudiosa de los relatos que estás haciendo en el concurso y, sobre todo, de los pocos comentarios que son más sinceros y críticos, o menos «complacientes», para sacar buen partido de este sitio.
    Quizá lo que más me ha interesado es tu defensa como «transmisora» de la historia que narras; en mi opinión, si lo que buscas es crecer en el terreno literario y presentarte a (y ganar) un concurso, yo diría que tienes que liberarte de esa carga, desatar las cuerdas que apresan la recreación narrativa de un hecho repetido en la literatura a través del tiempo. Será tu voz, tu manera de contarlo, lo que emocione al lector y le dé un valor especial al texto que propones. Pero no es suficiente embellecerlo con bonitos adjetivos y frases bien construidas. La fidelidad hacia unos hechos verídicos puede jugar en contra de la calidad literaria del texto. Esa es tu elección.
    Te deseo mucha suerte, aunque creo que lo más importante ya lo estás disfrutando.

    • Agradezco mucho ese interés por liberarme no sé bien de que carga o cuerdas, pero cuando se trasmite un texto literal escrito por otro, como es la carta de Daniel, eso es algo bastante imposible. El resto del relato, aunque se ciñe a lo verídico, está escrito según la manera que yo he elegido para hacerlo,por tanto con mi propia voz.
      Como escritora seguro que tienes futuro Bogardilla pero como pitonisa no te auguro nada bueno. Por otra parte, lo que busque o deje de buscar el autor no es lo que se somete a juicio en este foro ni creo que deba uno meterse en esos vericuetos. Aquí está el texto que yo he querido trasmitir mejor o peor y son bienvenidos todos los comentarios que sobre él se hagan. En lo único que aciertas es en que estoy disfrutando y mucho.
      Saludos y gracias por la visita.

  4. Interesante relato e interesantes los comentarios suscitados a una historia que no por repetida deja de tener interés.
    No nos engañemos, chicas. Los mejores amores son los prohibidos (leáse los ‘no convenientes’), aquellos que merece la pena guardar en una caja con una sola llave.
    Muchísima suerte.

    • Puede que sí Distinta, al menos hay que tener alguno para saber lo que es. Luego ya se decide si se guarda o no. Lo que parece es que no todo el mundo tiene la oportunidad vivir un amor mágico con todos sus poderes, como dice Ahuntsic,esa oportunidad puede no presentarte en toda una vida.
      Que filosófica estoy esta mañana.:)
      Gracias por pasarte por aquí Distinta. Saludos afectuosos.

  5. Hola Freya, me ha gustado mucho tu estilo narrativo, con unas magníficas pinceladas de poesía. La historia es real como la vida misma. El amor surge cuando menos te lo esperas, y no siempre es fácil resistirse a sus mágicos poderes. Lo importante es tener siempre a alguien a quien amar y que alguien te ame. Y, sobre todo, disfrutar de los verdaderos momentos de felicidad que la vida nos ofrece.
    Enhorabuena por tu relato y mucha suerte.

    • Muy de acuerdo Ahuntsic. El amor cuando se presenta con todos sus poderes hay que vivirlo siempre y aprovechar los momentos mágicos.
      Gracias por pasarte por aqui.
      Saludos afectuosos.

  6. Hola Freya

    Has escrito un relato de amor malhadado y aunque la historia es algo tópica no por eso es menos sentida. Admiro mucho el control del tiempo que demuestras; la agilidad con que pasas los 21 años. Suerte

    • La historia se repite permanentemente a lo largo de los siglos y muy posiblemente se seguirá repitiendo. Pero creo que la forma de afrontarla en las distintas épocas es lo que puede ser diferente. Esas palabras «amor malhadado» serían un título estupendo también.
      Gracias Gillian por tu comentario,si concursas pasaré por tu relato.

  7. A mi entender, una historia de amor que termina bien, ya que finaliza en lo más alto de la pasión. Ese amor dura toda la vida.
    Pienso que es un relato dulce y cargado de emotividad. Suerte, Freya.

    • Cuando cuento esta historia siempre hago una comparación con los mitos del cine como Marilyn o James Dean. Nos dejaron en el momemnto más intenso de sus vidas y eso nos deja un recuerdo glamuroso a pesar de las circunstancias dolorosas. Creo que tienes razón en que un amor así se convierte en un recuerdo mítico, un amor para toda la vida aunque sea en la memoria.
      Muchas gracias por tu comentario Anagu,saludos afectuosos.

  8. No me gustó la carta de Daniel. Es pretenciosa, los abedules y el mirlo acuático sobran.
    Esa carta tenía que estar escrita con las tripas y no lo está. Tenía que ser seca y amarga, como la boca de los amantes, y no lo es. Tenía que asomarse al vacío y no se asoma. Yo, desde luego, no la hubiera guardado. Por si sola legitima la decisión, que no el destino.
    Suerte.

    • Hola Benito P, imagino que cartas de este estilo se habrán escrito en todos los formatos, con las tripas, con egoísmo, con generosidad, dulzonas como un algodón de azucar o secas como un martillazo, rabiosas o culpables y hasta indiferentes.Este protagonista escribió esta y ella la guardó.
      Cada pareja de amantes es un mundo diferente y respeto que a tí éste no te guste. Me encantaría conocer el tipo de carta vehemente que a ti te gustaría, pero ya sé que es mucho pedir.
      Gracias por tu comentario.Pasaré por tu relato.
      Saludos

  9. Disculpa por mi errónea interpretación sobre Lucía, que no era nombre… He vuelto a leerlo y está claro. Sigo deseándote suerte.

  10. Me ha gustado mucho la prosa del relato, casi impecable. Respecto a los personajes, aparte de Eva, Daniel y Marita, y ese Miguel poco esbozado del final, ¿quién es Lucía de 28 años, tres menos que él?
    De todas formas es una buena historia. Te deseo suerte.

  11. Una historia muy humana,en mi opinión, más habitual de lo que se cree. Escrita con esmero incidiendo en los aspectos que, aunque tópicos, no dejan de ser necesarios. Enhorabuena

    • Gracias por tu comentario tan comprensivo Agnódice, he intentado hacerlo lo mejor posible.
      Pasaré por tu relato.Un saludo afectuoso
      Freya

  12. ¡Hola, Freya! Me ha gustado mucho cómo describes las sensaciones y los pensamientos de Eva y Daniel. Respecto a las palabras: «…y la sola certeza de una mujer y dos hijos más, impuestos por la resignación.», ¿es la excusa en la mente de Daniel o una exposición de un hecho por parte del narrador? 😉
    Bajo mi punto de vista, bien superada la dificultad de tener que narrar a tres bandas. El final puede despistar al tener junto a Miguel, al igual que Daniel, tres hijos, ¡y con lo que cuesta tener tres hijos!, jejeje…
    Me da a mí que quieres mostrar que Eva, con este detalle final, inconscientemente hace todo lo posible para que cada detalle de su vida le recuerde a la que podría haber sido su vida junto a Daniel, recordando la frase: «¿Por qué cruzarse hoy y no hace diez años?». Lo mismo te partes de risa cuando lo leas… 🙂
    ¡Suerte!

    • Hola Juno, si te soy sincera no había sospechado siquiera que el número de hijos pudiera despistar tanto.En cuanto a las preguntas que haces, no tengo respuesta. Como dije en un comentario anterior esta es una historia que me contaron y yo pongo sólo lo que sé de ella.
      A mi me pareció, en su momento, que quien me la contó me quiso señalar que cuando algo no tiene un futuro claro en la vida, es mejor dejarlo atrás como un buen recuerdo antes de que se convierta en una pesadilla. De todas formas ya no puedo preguntarselo, así que nos quedaremos con la incognita.
      Te agradezco mucho la visita y el comentario. Pasaré por tu relato.
      Saludos afectuosos.

  13. Hola, Freya,
    Me parece muy acertado el título, creo que ayuda a entender la búsqueda de la protagonista.
    Me ha gustado mucho la idea del azar como desencadenante de la historia, creo que se podría reforzar. Pienso que algunas ideas quedarían mejor mostradas que dichas, pero eso implicaría gastar más palabras y, tal vez, excederse del cupo.
    Enhorabuena y suerte.

    • Hola de nuevo Hypatia y gracias por la visita. Me alegro que hayas reparado en el título porque efectivamente es una introducción a la historia.En cuanto a mostrar mejor que decir, entiendo lo que dices y no es cuestión de palabras,es cuestión de aprender a contar mejor y con el tiempo espero que mejoraré.
      Agradezco mucho tus indicaciones.
      Saludos
      Freya

  14. Se dice que en literatura lo ideal es siempre lo más simple. Encuentro que éste es un relato de prosa bastante compacta, un relato que desde mi punto de vista podría haberse escrito con la mitad de palabras, si bien respeto a pies juntillas la voluntad del autor o autora. Por otro lado, opino que en esta historia, tal y como está contada, la intriga importa más bien poco. La fuerza reside en el cuadro afectivo, un triángulo sentimental más antiguo que el hacha de sílex pero aún a día de hoy tan fértil para la ficción como cuando se estrenó en sociedad.
    Por cierto, tras leer durante todo el relato la historia de Eva y Daniel, éste casado y con tres hijos, y, al borde del final, ver aparecer de sopetón a un Miguel también con tres hijos, creí haber perdido la brújula. He supuesto que es un desliz, porque de lo contrario será que no me he enterado de nada.

    • Puede que la única novedad que aporte este relato, suponiendo que aporte alguna, es que no es un triángulo sentimental estimado Alex. Es un cuadrilátero. A su imaginación dejo, si rombo, cuadrado, rectángulo o trapezoide.
      Gracias por la lectura y el comentario que deja un enfoque completamente distinto desde la óptica de cada lector.
      Saludos

  15. Para Noniná:
    A mi también me ha encantado charlar este ratito, pero sólo quería dejar constancia de que Spencer Tracy, en la vida real, mantuvo una relación con su Katharine Hepburn pero jamás se separó de su mujer Louise Treadwell. Y que Katharine ni siquiera fue a su entierro por respeto a la familia de su amado.
    Como dices, hay muchas formas de afrontar la vida y todas válidas, es cuestión de elegir y aceptar las consecuencias.
    Saludos

  16. Acabo de leer que educan mejor los premios, que sirve más para aprender un halago que una crítica fundada y explicada. Si piensa igual, Freya, no lea mi opinión. Tampoco se pierde nada: es una entre muchas, y no vale más que ninguna otra.

    Una narración que encuentro bastante bien escrita (compruebe, en cualquier libro editado, cómo van las rayas de diálogo) y en la que escuchamos al narrador «contando» una historia. Es una opción, claro. Otra es que el narrador (aunque sea la única «voz» del relato) pase desapercibido, y que sean los personajes, sus acciones, sus gestos, los que hagan que la historia se explique por sí misma y transmita las emociones y los sentimientos que desea el autor. Otra, que el narrador participe de los hechos y su visión le dé al relato un interés especial… y hay más, ya lo sabe, seguro. Y, de entre todas las opciones que tenemos, para cada una hay que encontrar, elegir, una voz y un estilo apropiados a lo que se quiere transmitir. Esto hará que un escritor sea diferente a los otros y su narración tenga un valor especial. A mí me gusta más encontrar ese valor que una historia impactante (para impacto, tengo suficiente con leer los periódicos, gracias). Así que lo de pulir y buscar quizá dependa de lo que quiera hacer, o ser, el autor.

    Si ha llegado hasta aquí y ha servido de algo, me alegro. Si ya lo sabía, incluso si lo había aplicado, igual yo no he sabido verlo en su relato. Aunque, por supuesto, al final lo que se cuenta es lo mismo, y hay muchos lectores a los que eso es lo único que les importa. La historia ha interesado y provocado un pequeño -e interesante- inicio de debate. Enhorabuena por eso, que también es difícil de lograr, Freya.

    • Hola Greta, leo todo lo que se escriba sobre mi cuento, porque presupongo que parte de la buena intención de ayudar a quien escribe.»Educar» ya es un término con otras comnotaciones diferentes para las que se tendría que acreditar algún conocimiento experto sobre la materia y no creo que sea el lugar adecuado.
      Efectivamente, el estilo que se elige para contar una historia es muy diferente, en primera, segunda, tercera persona o narrador omniscente o mezclado entre los personajes.Aquí mismo hay ejemplos de todo eso.Cada escritor, según su propósito, elige uno que puede ser de nuestro agrado o no, más o menos de moda, más visual o más explicativo, más metafórico o llano,con un lenguaje apropiado a los personajes, la época, la edad o el propio gusto y capacidad personal.
      Noto en su comentario, ellos también son microrelatos que dejan la esencia del autor, un acento maternal,como si no me considerara capaz de aceptar que no guste la historia o la forma de contarla.Si así fuera, no estaria en este certamen.
      Sí le aclararé algo que veo que le preocupa:diferenciarse. En sus comentarios lo ha conseguido, lo digo por si le satisface. Pero no es ese mi interés concreto en este relato.
      Esta historia no es inventada, fabulada si acaso, me la contó su protagonista verbalmente y yo ejerzo un mero papel trasmisor. De hecho, la carta de Daniel es una trascripción exacta de la que escribió esa persona en su momento. Yo la leí amarillenta muchos años después.
      Para mi esta historia tiene un valor significativo -no tiene porque tenerlo para nadie más- y es el de plantearse racionalmente algo tan emocional como el AMOR y decidir como vivirlo.
      Me he alargado porque su interés merece esta explicación.Si le ha servido de algo, me alegro.Provocar debate o pequeñas reflexiones también es algo que debe procurar lo escrito. No sólo el divertimento o la mera exploración estética.
      Saludos estimada comentarista.

  17. Odiseo González

    Gracias por tu comentario en mi relato Freya. Tenía ganas de aclarar lo de » pero contado». Efectivamente está bien contado, quizás se deslizó es «Pero» en lugar de otro «Muy». La edad a veces, causa estropicios, pero con buena voluntad son subsanables.

    • Odiseo, mi respuesta era una pequeña sorna bien intencionada.Es evidente que todos contamos, pero unos mejor que otros y de eso se trata aquí, de recibir opiniones. Gracias por la tuya y tu amabilidad.
      Un abrazo

  18. «el azar, efectivamente, no pregunta sólo impone circunstancias» me quedo con esta reflexión que puede ser una respuesta a tantas y tantas situaciones como la que describes en este relato.
    Un saludo y me encantó leerte

    • En épocas donde el amor romántico parece tener un auge desmesurado, algunas historias nos hacen recordar que la convivencia puede destrozarlo si no se hace un pequeño analisis de lo que uno está dispuesto a soportar.
      Gracias Mandroca por tu comentario amable y la lectura.
      Saludos afectuosos.

  19. «Dejémoslo así en el recuerdo». Lo que pudo ser y no fue. Si el destino que se encontró era el legítimo…¿por qué esa vuelta a la cajita de Pandora?
    Nunca estamos contentos, ni cristianos, ni mahometanos; ni tan siquiera los mormones.

    • Sí fue Noniná,por eso existe algo bonito que recordar. No acabó como hubieran querido, pero eso es otra cosa.
      Hace unos días veía la pleícula en B/N «Adivina quien viene a cenar esta noche», no sé si la recuerdas. El doctor John Prentice (Sidney Poitier), cuando habla con los padres de su novia, les dice que no se casará con ella si ellos no dan su pleno consentimiento, porque sabe que romper el vínculo familiar de la chica la haría muy desgraciada. Es sólo un ejemplo de que el amor,la vida, el entorno, las costumbres,las preferencias, se mezclan y se interfieren.
      La protagonista de este cuento lo dice claramente:»Él no podría ofrecerle una vida que estrenar juntos» y quizá no estaba dispuesta a despedirse cada noche a la espera de que él tuviera un rato disponible entre sus obligaciones,hijos y esposa para ir a verla.
      Simplemente,decide que eso no es lo que quiere.Pero no tiene porqué olvidar los buenos momentos que vivieron juntos, por eso, supongo, tenía su cajita de «pasaportes al pasado» para darse una vueltecita de vez en cuando.
      Gracias por tu comentario, seguramente tienes razón en que nadie parece contento :))
      Pasaré por tu cuento. Saludos afectuosos.

      • Hace mucho tiempo que vi esa película, no podría decirte exactamente con qué palabras Spencer Tracy le reprocha a Sidney Poitier esas palábras, pero venía a decir que él hubiera roto con todo con tal de estar con su Katharine Hepburn.Pero supongo que hay muchas formas de enfrentarse a la vida y a las decisiones que se toman a lo largo de ella. Una es resignarse a vivir de acuerdo con las normas establecidas; al fin y al cabo, siempre tenemos nuestra cajita de recuerdos en la que refugiarse para soñar, al margen de la realidad que siempre ensucia los amores perfectos.
        Me ha gustado hablar contigo un ratito y espero que tengas mucha suerte.

  20. Lo he leído con agrado e interés . Es un buen relato. Enhorabuena y suerte.

  21. Es un relato que llega, que propone lo agridulce del amor y retrata esas dos caras que lo alimentan ..
    Me gusta el relato, te felicito. Saludos afectuosos.

  22. Odiseo González

    Me parece un cuento bien contado. Pero contado. Suerte.

  23. Dulce y sosegado relato de amor, que enfrenta una vez más la incapacidad de las personas para aceptar amarse. Es una cuestión cultural que árabes y mormones han superado. Felicidades por esta narración que deja (tú dirías entrecruza) regustos amargos.

    • Anaconda, me imagino que cuando dices: «Es una cuestión cultural que árabes y mormones han superado», lo harás para provocar la polémica, no porque pienses que es la manera de solucionarlo (para los hombres, por supuesto), ¿verdad?

      • No trato de expresar mi pensamiento, si no de traer a oolación el corsé judeo-cristiano de nuestra civilización que sacraliza el amor, el sentimiento y el sexo, negando como formas socialmente admisibles la pluralidad y la variedad. Y no creo que este mal polemizar sobre cualquier tema.

    • Gracias Furtiva, Gaia, El mixionario, Odiseo y Anaconda que habéis dedicado tiempo a leer este cuento, «contado». Por lo que dice Odiseo, deduzco que los demás cuentos «no deben estár contados» 😉

      Vuestra opinión es siempre importante para quien escribe y así ir haciendo un estilo personal ¿verdad El mixionario?.
      Me ha hecho gracia tu comentario Gaia, porque justo iba a decirle a Anaconda que habría que preguntar a las árabes y a las mormonas si ellas tiene el tema resuelto.Al menos la protagonista de esta historia decide , bien o mal, su futuro. No sé si otras tienen la misma libertad.
      Espero poder pasar por vuestros cuentos y leerlos despacio.
      Saludos

  24. Buen relato… A seguir escribiendo para pulirse y encontrar el verdadero estilo personal…

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