28- La esperanza de la vida. Por Pettj

Mi corazón volvió a latir pasada la media tarde, a veces la vida juega malas pasadas, pero entonces sucede algo que te devuelve la esperanza.

El día que recibí la llamada para el transplante fue el más feliz de mi vida, alguien cruzó la barrera de la vida en un accidente de coche para abrirme paso a mí en ella, algo que trajo hasta mí la esperanza.

Los días pasaron y aquel corazón latía como el motor de un reloj, guiaba mis pasos en un camino que abrió un rumbo inimaginable, el misterio se apoderó de mi vida desde que aquel corazón volvió a despertar en mi cuerpo, yo nunca había creído en lo inexplicable pero la vida te hace creer en ello cuando te muestra las huellas del recuerdo, huellas que utilizó un alma errante que formaba parte de mis días desde que me fue devuelta la vida en el transplante.

Desde hacía algún tiempo mi mujer y yo queríamos sentir en casa la alegría de la vida que te da un hijo, pero este hijo nunca llegaba, probamos todos los tratamientos posibles, pero el cielo no nos lo mandaba, tras el transplante sentimos la necesidad de llenar nuestra vida de ilusión y decidimos adoptar un niño, los trámites era un tema que nos dijeron, se podía alargar un tiempo, tiempo éste en que cada rincón de nuestra casa fue prisionero de una experiencia impresionante, una mañana al levantarme como es habitual en mi día a día, fui a tomar una ducha, el calor del agua siempre creaba una piel de vapor que cubría cada recoveco del baño, tras la ducha y una vez frente al espejo alcé mi vista observando como el vapor dibujaba lo que parecían ser unas letras que unidas podían crear alguna palabra, no podía entender muy bien qué ponía, pero parecía que se trataba de “Esperanza”, yo sonreí sin darle mayor importancia, pensando en las curiosidades que en ocasiones nos brinda la vida, tras mi aseo diario fui a mi despacho a leer el periódico, de camino noté como si alguien me siguiese, pensé que mi imaginación se estaba apoderando de mí, una vez en él y con periódico en mano escuché como algo o alguien arañaba mi escritorio, en aquel momento sólo estaba yo en casa, me sentí preso del pánico haciéndome dudar en levantar la vista de mi lectura o mejor quedarme fundido en el son de sus palabras, pero bien es sabido que la curiosidad es algo que el ser humano no puede controlar, así que finalmente miré para ver que estaba sucediendo, fue entonces que vi un marco con mi foto de boda que había sido arrastrado de una esquina a otra de la mesa que reposaba frente a mi sin ninguna explicación racional aparente, al instante sentí como un tacto helado posaba su mano sobre mi hombro, traspasaba mi piel, paralizaba mis sentidos, al girarme descubrí que no había nadie detrás, todo aquello era muy extraño, pero tan sólo fue el comienzo de un camino que nos llevó hasta el lugar en el que hallaríamos la esperanza.

Los días fueron pasando y aquellos hechos se sucedían como lo hacen las horas a lo largo del día, hasta entonces nunca antes había creído en lo inexplicable pero ahora no tenía más remedio que creer en ello, así que finalmente mi mujer y yo optamos por ir en busca de un sacerdote para contarle lo que estaba sucediendo, él amistosamente nos dijo que vendría a nuestra casa y bendeciría cada habitación, hasta su llegada volvieron a ocurrir hechos escalofriantes, las luces se encendían y se apagaban, con la televisión sucedía lo mismo e incluso llegamos a ver alguna sombra fugaz que perturbaba la quietud de nuestro hogar, cuando el padre Nicanor entró en nuestra casa nos dijo que podía percibir una extraña presencia, nos contó que había limpiado algunas casas de energías que hacían de un hogar un infierno, también que cualquier cosa que allí sucediese debía ser guardado como el mayor y más puro de los secretos, pues incluso la Iglesia Católica se oponía a ciertas prácticas que en alguna ocasión él mismo había realizado, el hombre comenzó a rezar en latín a la vez que esparcía agua bendita, de repente, se paró y nos dijo que no nos moviésemos, ambos nos miramos asustados, Nicanor estaba notando la presencia de aquella energía, nos dijo que incluso le escuchaba, pero no lograba entender lo que decía, en ese momento el teléfono sonó, mi mujer fue a atender la llamada y fue entonces que nos dijeron que ya estaba todo listo para la adopción, pero el niño al que íbamos a adoptar finalmente había sido recogido por sus padres biológicos, así que debíamos ir al centro de acogía donde aguardaban otros niños a la espera de una familia que les diera el cariño que aún no habían podido recibir, Nicanor nos dijo que con sus oraciones velaría por nosotros y por aquel alma que seguramente vagaba a nuestro alrededor por tener algo pendiente, no obstante nos dijo que no nos preocupáramos por nada porque él nos ayudaría a que todo volviera a la normalidad, así que nos despedimos de él y nos fuimos hasta el centro de acogida, una vez allí nos llevaron al patio donde los niños jugaban, Sor María nos presentaba a todos, en sus miradas se notaba que necesitaban cariño, un cariño que indudablemente podíamos darles nosotros, entre tanto, me giré y vi a una niña con un vestido de flores y largos cabellos castaños que cubría su cara con las manos, pregunté quién era aquella niña, Sor María respondió que hacía unos meses se había quedado huérfana y no había manera de arrancarle una palabra, le pregunté si nos podíamos acercar a ella, Sor María sonrió con sarcasmo, aún así yo deseaba conocerla, así que haciendo caso omiso a su sonrisa me dirigí hasta ella, al ir acercándome, ésta iba dejándonos ver su dulce rostro, pero lo más sorprendente fue que al vernos se levantó corriendo hacia nosotros, y dirigiéndose a mi me dio un abrazo diciéndome con una tímida voz las palabras que tanto tiempo anhelaba escuchar “papá” no había ninguna duda de que ella debía venir con nosotros, quería que fuésemos sus padres, algo que dejó a Sor María sin palabras, ese mismo día mi mujer ayudó a la niña a recoger sus cosas y se vino con nosotros a casa para pasar un período de adaptación, cuando la Madre Superiora me dio los papeles de nuestra hija, sorprendido, vi que se llamaba Esperanza, recordaba que la palabra escrita en el espejo del baño era la misma con la que ahora pronunciaba su nombre.

Una vez en casa la niña se adaptó perfectamente a nosotros, pero nuestra casa aún poseía una energía que intentábamos ocultar a Esperanza, así que desesperado fui de nuevo en busca de Nicanor al que le conté lo que sucedía, me aconsejó que alejara a mi mujer y a Esperanza de la casa durante un par de días, pues debía hacer un exorcismo, al escuchar esta palabra un escalofrío recorrió mi cuerpo, era curioso, estaba viviendo la historia mas bonita de mi vida, la que cualquier padre puede vivir al mirar a los ojos a su hijo, envuelta en la más escalofriante melodía de la vida.
Aquella misma noche Nicanor vino para llevar a cabo su práctica, yo le acompañaba aterrado pero valdría la pena porque aquella noche obtendríamos las respuestas que buscábamos, el espejo del baño volvió a empañarse pero ahora envuelto en la oscuridad de la noche dejando ver unos extraños signos que parecían ser números, ambos no sabíamos que significaban pero tras darle vueltas me di cuenta que aquella era la fecha en que me habían transplantado el corazón, no había duda de que se trataba de un ente que intentaba decirnos algo en relación a esa fecha, mientras Nicanor rezaba para que esta energía hallara su luz, yo intenté encontrar información sobre todo lo que sucedió aquel día, finalmente logré encontrar en Internet, en la hemeroteca de un conocido diario regional, las noticias que acontecieron aquel 15 de Marzo de 2004, en portada una noticia abría el noticiario con un accidente de coche en el que un hombre y su mujer perdieron la vida dejando una hija de cinco años llamada Esperanza, al leer la noticia mi corazón empezó a latir con mas fuerza, mis manos empezaron a envolverse en sudor, continué leyéndola, contaban que aquel hombre había donado sus órganos y gracias a él otras personas podrían vivir, no podía ser cierto lo que estaba leyendo, pero así era, tras unos minutos encontré la explicación, aquel corazón que ahora latía en mi pecho era el del padre de Esperanza y él mismo había sido el que me había guiado hasta ella, es ese momento un frío tacto volvió a tocar mi hombro a modo de despedida pues desde entonces nunca mas volvió a suceder nada extraño en nuestro hogar, algo aprendí de toda esta aventura “tan sólo el cariño de un hijo puede hacer mover el motor mas importante de la vida, el corazón de un padre”.