38- Una Batalla para la eternidad. Por Monje

Cuenta la leyenda, que antes de que el signo del pez gobernara la mayor parte del orbe.Mucho antes de que lo que conocemos por la primera civilización, nacida en la cuna de Mesopotamia, mucho antes de existiera, hubo varias humanidades. Mucho Antes, hubo reinos que fueron protegidos por la fuerza de las espadas, además de por el
poder de la magia. En este punto del tiempo, hace miles de miles de años antes de
nuestra existencia, en donde comienza nuestra historia. Una historia que se Desarrolla
en la que denominaron la batalla sin final…
-¡Corred!, esa maquina de guerra esta destruyendo nuestra caballería armada, sin esa
fuerza de choque no tenemos probabilidad de éxito. –Grito Bardujak-
-¡No debemos huir!, el imperio se desmorona y somos los últimos, somos las ultimas
tropas capaces de frenar al maldito. –Replico korja-
-¿¿Y como se supone que vamos a poder hacerlo??, mirad a vuestro alrededor, solo
somos un puñado de soldados a pie… con nada más que nuestras espadas como armas.
Acaso no veis que lo único que quiero, es que nos repleguemos para poder actuar de un
modo eficaz. Si proseguimos en el combate, solo seremos carne putrefacta…
-Corred vos Bardujak, ¡¡no defraudaremos al consejo del imperio!!. Los que deseéis
perecer con honor seguidme, los demás recluiros en el bosque con vuestra cobardía,
junto a Bardujak. –Sentencio Korja-
Dicho esto, la mayoría de los soldados imperiales, se lanzaron contra las maquinas de
guerra del reino invasor… su valentía no conocía límites, pero no les sirvió de mucho.
Uno a uno o en grupos, sucumbían ante el fuego infernal que surgía de aquellas
maquinas. O si no, cesaban sus vidas ante los conjuros de los magos negros, del
“maligno”, como era conocido el señor del reino rival.
Las lágrimas surgían de los ojos de Bardujak, contemplando como era destruido
tanto el ejército imperial, como la última esperanza de frenar las ambiciones
expansionistas del reino del “maligno”.
Bardujak corrió a buscar un lugar seguro, intentando poner en orden sus pensamientos.
La capital del imperio estaba a dos jornadas, no había fuerzas de choque que pudieran
frenar la destrucción de la ciudad. “Todo esta perdido” repetía incesantemente en su
consciencia… pero las cosas no siempre son lo que parecen, muchas veces el destino se
teje de un modo, el cual nos deleita con una sorpresa, a veces grata otras no.
De pronto una figura surgió de la nada, la túnica que portaba era oscura, la cara quedaba
tapada con ella o eso parecía. Por que aun siendo de día, solo se veía sombra en donde
debiera estar su rostro. La figura señalo al mentalmente castigado Barfujak gritando:
-¡BARDUJAK! ¿¿Por qué lloráis como un niño?? ¿¿Acaso es eso lo que sois??
-Quien demonios sois vos para acosarme… ya se, sois un mago negro del maligno,
eso es habéis venido a capturarme, para darme una lenta tortura. Quitaros eso de
la cabeza criatura infernal.
Bardujak con una rapidez increíble, atravesó al ser de la túnica con su espada.
-Maldito, ¡Morid!. –Grito Bardujak-
-Sois un iluso, ¿Acaso os creéis con el poder de quitarme la vida?, ¿Acaso os creéis que
soy algo vivo?, ¡Estupido catad mi poder!. –Sentencio el ser-
La espada que lo atravesaba comenzó a calentarse, en cuestión de un segundo se puso
al rojo vivo. La mano de Bardujak quedo marcada con ese fuego… Bardujak grito
de dolor. Separando su mano de la espada, retrocediendo unos pasos, dijo con el miedo
como compañero en su cuerpo:
-¿qui… qui… quien… quien sois?
-Por fin me tomáis en serio. Mi nombre es impronunciable en vuestro lenguaje, dudo
que ningún lenguaje que cree el hombre, pueda hacer sonar mi verdadero nombre,
es mas es imposible. -Al terminar estas palabras, una sonrisa se ilumino dentro de la
oscuridad que cubría su rostro, tras esto prosiguió- pero me podéis llamar Muerte, ya
que cuando vengo a este mundo lo hago para llevarme la vida. Aunque hay veces que
vengo para traer algo más que la muerte, para traer la muerte en vida. Y vos habéis sido
elegido…
-¿Que queréis dar a entender con elegido?, ¿Ha llegado mi hora?, ¿Es eso?.
-Es algo más que eso mí querido lacayo… Os daré la inmortalidad, seréis un ser sin vida
con vuestro cuerpo intacto, vagando por este mundo, es mas os daré un poder especial.
Seréis uno de mis guerreros, cuando os necesite, os llamare. Cuando no, seréis libre de
hacer lo que mas os plazca. Si no aceptáis mi oferta os llevare igualmente,
aunque claro, solo seréis un preso en mi reino. Pensadlo, con ese poder podríais frenar
la caída de vuestro glorioso y querido imperio.
La mirada de Bardujak se torno colérica, por un momento había olvidado las tropas del
“maligno”, por un segundo había olvidado a sus camaradas caídos, Aquellos abrasados
bajo el fuego de las maquinas de guerra. Había olvidado todo lo referente a la amenaza
que se cernía sobre la capital del imperio. Pensando en todo ello, se levanto para decir a
Muerte:
-Acepto… seré vuestro mas leal siervo, pero dadme poder para destruir al ejercito
invasor…
-Sea pues. –Dijo sonriente Muerte-
Muerte miro a los ojos de Bardujak, utilizando su poder a través de la mirada, le
desproveyó de alma. A partir de ese momento, no disponía de vida. Por ello le dotaba
con un poder muy especial.
-Probad vuestra nueva habilidad. –Dijo Muerte, con ansias de verlo en acción –
Bardujak se concentro, toda la carne de su cuerpo, incluso los huesos, todo su cuerpo
en total se convirtió en acero. Esta era su habilidad, este era su poder. No podía
fallecer, era prácticamente indestructible, poseía una fuerza descomunal.
-Vamos Bardujak, estoy deseando que uséis vuestro poder, deseo ver a mi nuevo títere
en su máximo esplendor. Os transportare al campo de batalla.
Dicho esto, Bardujak se materializo delante de las tropas del “maligno”…
Uno de los soldados grito:
-¡¡Un oficial del imperio!!, ¡¡Rápido destruidlo!!.
Las maquinas de guerra centraron su fuego en Bardujak, nada se veía solo llamas, era
una visión digna de contemplar. Las llamas formaban una hermosa, a la vez que
destructiva figura.
-Cesad el fuego, ese estupido oficial no es ya mas que meras cenizas. –Dijo el soldado-
Las maquinas de guerra, no dejaron escapar más mortífero fuego hacia esa posición.
Pero la sorpresa de los allí presentes, fue ver a Bardujak intacto, además de con su
cuerpo convertido en acero. Su acero no era acero normal, era uno salido de los reinos
de Muerte, uno mágico. Uno al cual el fuego de esa maquinas de guerra, no le hacia el
menor efecto.
Todos los soldados del ejército invasor, se lanzaron sobre la figura metálica de
Bardujak, solo como preludio del acto de pasar a ser pasto de la muerte…
-¡Malditas criaturas! –Gritaba sin cesar-
Las palabras del “hombre de metal”, como era visto por los demás, estaba acompañadas
de actos que las certificaban, como totalmente ciertas. No cesaba en usar su fuerza para
destruir a todo cuanto estaba en su camino, las maquinas de guerra parecían juguetes en
sus manos, los soldados parecían mera mermelada ante su presión. A cada paso que
daba, su humanidad quedaba más difuminada, acrecentándose el deseo de venganza,
hasta tal punto que llego a no razonar. Solo era una mera “maquina” de matar, las
tropas de cientos, incluso de miles de soldados, no podían frenarle ni un poco. Los magos negros eran victimas de sus propios conjuros. Dentro de la mente de Bardujak, solo había espacio para el “maligno”. Durante dos días, fue acosado por todo el poder
del ejército invasor. Pero el ya no era un simple humano, era un ser sin alma pero con
un cuerpo inmortal, con el poder de trasmutarlo en un metal casi indestructible. No se
cansaba, por mas que el enemigo dispusiera de tropas de refresco, todo tiene un límite.
Las últimas tropas leales al señor del ejército invasor, eran la alta guardia. Protegiendo a
su señor, se interpusieron en el camino de Bardujak.
-Sabéis bien que no podéis detener mi paso, apartaros, o acompañareis al maligno en su
Tumba. –Dijo Bardujak con los ojos rojos de la ira-
Entonces apareció muerte…
-Muy bien hecho lacayo mió. –Dijo con su voz siniestra- ahora iros de este lugar. –le
ordeno-
-¡No!, voy a destrozar a ese patético humano con aires de grandeza. -Replico Bardujak-
-¿¿Es que acaso os habéis vuelto sordo??, ¡¡He dicho que os vayáis de aquí
inmediatamente!!
La mirada de Muerte, sembró de temor el cuerpo de Bardujak, a la vez que un
sentimiento de traición se adueñada de su mente. Aun así, hizo lo único que podía hacer,
retirarse de aquel singular lugar. Alejado lo suficiente, tuvo una inesperada visita.
-Hola soldado. –Dijo un anciano-
Bardujak antes de girarse, contesto con un tono de rabia:
-Quien demo… -pero al girarse, vio que era uno de los miembros del consejo imperial
quien le hablaba, diciendo acto seguido- perdonadme señor, os lo suplico.
-Estáis perdonado. Sabéis el consejo observo como vencisteis a las tropas del maligno,
estamos orgullosos, muy orgullosos.
Antes esas palabras, por fin Bardujak tenía un momento de felicidad.
-Señor gracias de corazón…
Antes de que pudiera seguir hablando, el consejero le dijo:
-Eso no quita que quedáis desterrado del imperio, el destierro se hace efectivo en
este mismo momento, la razón es que os habéis convertido en un lacayo de algo… algo
que usa el poder de un modo, que nosotros juramos no hacer… lo siento, siempre habéis
sido como un hijo para mí… iros en paz, os lo suplico.
El consejero imperial se giro, comenzando a alejarse sin volver la mirada, sin girar su
cabeza en ningún instante…
Bardujak se pregunto si valía la pena ese trato que había hecho, ahora le esperaban
siglos de soledad, de incomprensión. Tendría demasiado tiempo para fustigar su mente,
con síntomas de culpabilidad, demasiado tiempo. Levantándose pensó, que lo único que
podía hacer, era buscar a aquellos que eran como el. Por que ya nada le quedaba en este
mundo, nada más que eso… eso y la eternidad.
Al día siguiente, se firmo la paz entre el imperio y el reino rival, todo volvió a su
cauce. Al cabo de los siglos el imperio entro en crisis, se desmorono, de el surgieron
reinos y tribus. Esos reinos, esas tribus también se desmoronaron, o se perdieron en el
tiempo. El mundo cambio, se transformo. Llegaron los sumerios, pasaron los egipcios,
los persas, los fenicios, los griegos, los romanos… hasta llegar al medievo. Nuestro
pobre Bardujak vivió todo eso, o mejor dicho vivió muerto todo eso. Pero el tiempo
todo lo moldea. El no iba a ser una excepción. Desde hacia mucho moraba con mas
como el. Este era un tiempo importante, mas veces en el pasado Muerte le ordeno,
esta vez no era diferente… esta vez Muerte quería que actuara de nuevo, pero esto
forma parte de otro relato.