Primera parte.
-¿Quieres oír a Akhma?- preguntó su marido.
-Claro- contestó Ternia, al otro lado del teléfono.
Y es que, al parecer, la difunta Akhma y su marido se grababan mensajes en el ordenador, como archivos de sonido, para luego mandárselos entre ellos o a los amigos. Así fue que en el momento siguiente Ternia escuchó, como en un sueño, la voz de su amiga del chat, de su amiga perdida. Bastó con un par de clics en el icono del archivo que acababa de recibir para sentir la magia. Ternia, con una mezcla de desolación y ternura, escuchaba la voz de una persona inexistente ya, hablando para su marido: “Tengo una amiga en el chat. Una amiga de verdad, no de esas con las que un día te tropiezas después de meses sin veros y pretende hacerte creer que vuestra amistad es para siempre. No. Nosotras nos vemos todos los días, aunque sea en la pantalla. Así charlamos, nos reímos y nos ponemos al día en lo referente a nuestras pequeñas peripecias vitales. Un día nos intercambiamos los teléfonos y a veces nos llamamos. Ya te la presentaré, cariño, es muy maja. Ella me da la tranquilidad y la paz que me faltan cuando no estás a mi lado. Cariño, no te puedes imaginar cuánto la quiero…”
El mensaje seguía, pero Ternia no pudo más y lo hizo detenerse, desolada. Cada muerte es una desgracia, y Ternia sentía ésta en particular no sólo por ser la de su amiga del alma, sino también por las circunstancias que la rodeaban: el destino había querido que sucediera unos días antes de su primer encuentro en persona. Así que, por culpa de un accidente de tráfico, Ternia nunca pudo ver en carne y hueso a su gran amiga.
Akhma no pudo prever que lo que ella creía una simple grabación para su marido pudiera convertirse en un evento tan importante para la vida de su amiga.
Interludio.
Este juego, o sueño, que llamamos vida, está conformado por endebles retazos de causalidad. Nunca sabremos las consecuencias futuras que tendrán nuestros actos. Pueden ser terribles o banales.
Ay de aquél que pudiera saber de antemano lo que ocurriría tras optar por cada una de las alternativas que se le presentaran en cualquier disyuntiva, pues esta persona estaría poseída por un miedo a actuar que le paralizaría.
Pensándolo bien, las implicaciones de grabar mensajes de viva voz para tus seres queridos son enormes: ¿qué se les diría? ¿para quién se grabarían? ¿merecería la pena? Quiero decir, ¿nos parecería bien que se nos pudiera escuchar para siempre, por parte de cualquier persona? Depende de lo que contáramos, por supuesto. Somos voces, de eso estamos hechos. Y si mi voz se apaga, mi letra seguirá firme.
Segunda parte.
Ternia dijo, Vas a presentarte al certamen, Sí, he escrito un cuento, contestó Akhma, Qué bien, dijo Ternia, Además, tengo una sorpresa, añadió Akhma, Cuál, Voy a ir a la cena de entrega de premios, Estoy muy emocionada, así podremos vernos y conocernos en persona, Sí, iré con mi marido para que también le conozcas, Estaré encantada de hacerlo,Y tú, has escrito algo, Tengo algo en mente, pero me falta el tiempo suficiente para desarrollarlo, Seguro que lo encuentras, Eso espero, la verdad es que tengo muchas ganas de presentarme, de lo que sí estoy segura es de que voy a ir a la cena para que nos conozcamos, Será un placer por nuestra parte, Y por la mía, Qué tal tu día, por cierto, Bien, trabajando, como siempre, y tú, Trabajando también, o eso intento, se hace duro el estar aquí tantas horas, pero charlar contigo me alivia del estrés, Gracias, a mi también me relaja y me da mucha paz hablar contigo, No sigas, que me vas a emocionar, Es verdad, siento un alivio y una serenidad que me llenan cada vez que hablo contigo, no sé muy bien por qué, Estás exagerando, pero eso es bueno, porque quiere decir que me aprecias mucho, Eso es cierto, Yo también te aprecio mucho, Ternia, Me alegro, bueno, te tengo que dejar que viene el jefe y si me pilla cateando me echa un puro de los buenos, Jaja, bueno, que sea leve, Igualmente, besos, Besos.
Interludio.
El chat, o charla a través de Internet, no es másque una interacción cuyos componentes son representaciones abstractas de los sujetos que hablan. No dialogan ellos mismos, sino que a través de una máscara, o nick, engarzan sus discursos y devaneos en la pantalla.
Por supuesto, hay cateadores que sí que muestran su verdadera personalidad en lugar de refugiarse en un apodo. Ternia y akhma pertenecen a esta categoría. Aparte están los que adoptan una personalidad diferente a través del chat, donde se comportan y dicen cosas totalmente distintas de las que dicen o hacen en su vida diaria.
En el chat, los sujetos, al verse liberados de un espacio que les constriña, o incluso de ciertas convenciones sociales; son más libres de explorar su ego y escudriñar ciertos aspectos de su personalidad que de otro modo permanecerían ocultos.
Además, el ver sus propios pensamientos escritos les ayuda a distanciarse de ellos y tratarlos con objetividad, siendo así capaces de juzgarlos o valorarlos desde una perspectiva más amplia y libre de prejuicios. Lógicamente, todo esto es discutible, y aquí estamos expresando únicamente la opinión que nos merecen estos temas, sin entrar a dogmatizar o predicar desde el púlpito acerca de asuntos tan complejos como la personalidad o las representaciones abstractas que de ella puedan ejecutarse, bien a través del chat o bien a través de esa cosa llamada escritura creativa, por poner sólo dos ejemplos.
Tercera parte.
El ser operadora del canal de chat le supoía a Ternia varias tareas. Por una partedebía vigilar que se cumplieran las normas del mismo, así como avisar e incluso expulsar a los usuarios que las infringieran. Además, debía proporcionar la ayuda necesaria a aquellos que presentaran dudas acerca del funcionamiento del canal o acerca de otros temas afines. Ni que decir tiene que esta última labor era la que ella prefería. No le gustaba tener que echar a nadie; siempre prefería avisarles antes de hacerlo y la expulsión era el último recurso.
Mas lo que le gustaba era ayudar. Ternia pertenecía a esa extraña estirpe de personas que no sólo parecen ser buenas sino que además lo demuestran, y que creen que deben hacer que los demás estén lo mejor posible, poniendo para ello todo lo que esté en sus manos. A ella le resbalaba el hecho de que pudieran llamarla tonta, o que le dijeran que a los buenos al final les va mal, porque sabía lo que debía hacer.
La mañana en la que sitúa la acción presente, Ternia había tenido un par de discusiones por el chat con unos usuarios revoltosos, sin que la sangre llegara al río ni hubiera que lamentar víctimas mortales, pero sí lo bastante graves como para entristecerla y hacerle plantearse su valía como operadora. Pensativa, se preguntaba qué estaba haciendo allí, si merecía la pena seguir con esas discusiones diarias, aunque fueran a través de una pantalla.
Entonces ocurrió algo que le recordó cuál era su verdadera labor, por qué estaba allí y ejercía de operadora. Una nueva usuaria, llamada Akhma, le mandó el siguiente mensaje privado: “Hola, soy nueva en esto, ¿me puedes ayudar?”. Y la cara de Ternia se iluminó.