Fría, inerte, sin ningún amago de felicidad, no sentir frió ni calor, así estaba ella tras diez largos años y en estos últimos cuatro de relación con su pareja, antes de tomar la gran decisión. Poner punto y final aquello que comenzó cuando ambos tenían dieciséis años, Elena y Álvaro tras pasar largos veranos y entrañables horas juntos, decidieron como ocurre con el primer amor y el primer despertar, emprender un camino juntos, tras diez años, con sus veintiséis ya cumplidos se juraron amor eterno. Al principio todo era pasión, enamoramiento, sentimientos recíprocos tan solo pensar en pasar los días y las horas juntos, los años transcurrían, aquello dio paso a días, horas, meses y años en los que dos extraños compartían, una casa, una mesa y una cama…
Elena sentía que aquel amor se había convertido en odio, que ya no tenían nada que compartir, se encerró en su trabajo y en el mundo que le rodeaba, pero a ella, todo aquello no le dejaba dormir, después de largas charlas, solo encontró silencio, no encontró respuestas a su ansiedad.
Una mañana después de un largo e intenso fin de semana de intentos fallidos por salvar lo que se estaba ahogando, hizo su maleta y en unas cajas recogió parte de sus cosas, a media mañana salió de su despacho, se lo llevo todo a un apartamento que acaba de alquilar en pleno centro de la ciudad. En ese momento, cerro la puerta, salió de aquel lugar donde se entrecruzaban sentimientos de amor – odio, sobre todo, recuerdos, lloro con rabia interior y se marcho.
Aquella misma tarde llego al despacho que compartía con unos amigos, un bufete de abogados, donde sus vidas trascurrían entre expedientes de pleitos de clientes, carpetas llenas de deseos, voluntades, hechos y hasta matrimonios rotos..
Pasaba allí parte del día, solo salía para comer e incluso sola y luego a casa, a su eterna soledad, pero una tarde allí, sentada frente a la ventana y el ordenador, la curiosidad le pudo, entro en Internet en un chat para amigos.
Creo un nick “ princesa06” para identificarse y conecto con varios internautas unos más educados y otros un poco menos, cuando estaba a punto de salir entro él ” caballero01” comenzaron a charlar, entre risas, se preguntaron sobre sus edades, sus verdaderos nombres, sobre su físico, su estado civil, estuvieron más de dos horas de charla, a ambos les encanto, quedaron para volver a conectar al día siguiente y así sucesivamente durante meses.
La primavera había llegado, Elena estaba feliz, lleva con esta relación dos meses, todos los días se conectaba, incluso algún fin de semana y un día decidieron darse sus
números de móvil, de esta manera combinaban su correo a través de messenger con mensajes de pasión de locos adolescentes…
A pesar de su soledad, a ella la vida le sonreía, todo era felicidad, la gente que le rodeaba la encontraba genial, estaba positiva, sonreirá e irradiaba una alegría y una fuerza que contagiaba a su alrededor, todo gracias a él, Daniel, su caballero de armadura de la red, su fantasía echa realidad, tan solo le faltaba una cosa, conocerle, mirarle a los ojos y preguntarle si sus sentimientos eran verdaderos.
Ella lo extrañaba día y noche, lo buscaba a todas horas y él siempre le correspondía sorprendiéndole, vivían el momento, vivían sus inquietudes, no vivían juntos pero se lo contaban todo, no dormían en la misma cama pero sentían el aliento de uno junto al otro. Su relación era una verdadera historia de amor, pasión, la madurez de dos, los desengaños anteriores les hacían más pasionales y al mismo tiempo más vulnerables ante el mundo, por ello, su refugio era su ordenador, la única herramienta que les unía a pesar de la distancia que existía entre sus ciudades.
Daniel, al igual que ella, pasaba todo el día, en su despacho de arquitectura, entre planos, proyectos y presentaciones, transcurrían sus horas conectado con su amante, con la mujer de su vida, con su pasión, con aquella que le hacia vibrar todos los días, aquella que le dedicaba sus alegrías, sus tristezas, sus inquietudes, sus pasiones, su ternura, su silencio sin esperar nada más a cambio, pero sabia al mismo tiempo que ella si le pediría más, ella necesitaba sentir su piel, sus besos, sus caricias…..
Como era de esperar llego el momento, aquella noche, como tantas otras, en la que ambos se conectaron de nuevo.
Elena un poco nerviosa e inquieta le propuso pasar el próximo fin de semana, en una casita junto al mar, el plan era casi perfecto, él llegaría aquel lugar y ella también, tan solo se habían visto en algunas fotos que colgaban en el msm de vez en cuando, para sentirse más próximos, nunca había existido contacto físico.
Extraños frente a frente, llegarían ligeros de equipaje, pero con sus dudas, llenos de ilusión, la que ellos mismos habían creado, castillos en el aire que plasmarían allí, pasearían por la orilla del mar, jugarían con las olas en fin pasarían las horas mirándose a los ojos, acariciándose en abrazos de pasión, se jurarían amor eterno…..
Daniel no respondió en esa charla con sus frases tan habituales, tan solo monosílabos, sin mas detalle.
Ella sin embargo le noto diferente, como inactivo, inerte ante todo lo que le proponía, sin dudar mas, su intuición le decía que algo iba mal entre ellos y le pregunto:
-Daniel-¿dime qué te ocurre?
Él con espacios entrecortados le quiso dar una repuesta, pero antes le advirtió que estaba llorando, que sentía mucho mucho lo que le iba a contar y que jamás se le perdonaría.
Comenzó su historia con pocas palabras le dijo:
-Elena-tengo que contarte la verdad de mi vida, la verdad que hará que todo lo que hasta entonces hemos vivido se desmorone y me haga caer en la más vil miseria, no podemos quedar, llevo quince años casado, tengo dos niños y una esposa en casa, no estoy enamorado de ella, tampoco soy feliz, pero formamos una familia. Mi esposa se conforma con verme llegar todos los días, preparar la casa y a los niños, pero mis hijos son lo mejor que tengo, antes de haberte conocido a ti y no puedo romper con todo esto.
Es mi vida, me guste o no, jamás podré perdonarme todo el daño que te voy hacer, me castigare todos los días de mi existencia por no haber tenido el valor de decírtelo antes, me castigare por ver que mis sentimientos hacia ti han sido lo mejor que me había pasado y es más, han sido sinceros, pero egoístas por mi parte.
Ella por un instante pensó que no era verdad todo aquello, otra pesadilla que el mundo le deparaba, eso no estaba ocurriendo, no estaban charlando, se había conectado con otro, de repente y como un destello lo vio, todo era real, el ordenador, la noche, su msm con él y las frases que estaban escritas.
Un silencio roto, cerro la pantalla del ordenador, apago el móvil y se recostó sobre su cama lloro, lloro toda la noche con desgarro, con ganas, con rabia, con tensión, lloro sin consuelo, no tenia ganas de vivir, el mundo se había vuelto en su contra, la vida le había traicionado nuevamente, le había traicionado su corazón, tenia frió mucho frió, ya no le corrían aquellas hormigas por sus pies, cuando él le llamaba, él ya no existía, se había diluido como se diluye el mar en el horizonte, le dolía el corazón, le dolían las lagrimas, le dolía la pasión.
Estuvo casi dos días encerrada en casa, no se levanto de la cama, no comió y no recibió a nadie. Por su cabeza pasaron todo tipos de imágenes como si de una película de terror se tratase y por fin llego el momento, de nuevo tuvo que despertar de sus pesadillas, se levanto, se arreglo, se marcho al despacho, fue caminado como no era su costumbre, encendió de nuevo su móvil y estaba colapsado de mensajes de texto y de llamadas perdidas, todas de Daniel, pero ¿quien era él?
Se lleno de orgullo, recogió sus miserias, elimino los mensajes y las llamadas, elimino aquel numero de móvil, ignoro que todo había ocurrido y cuando estaba ya apenas a dos metros de su despacho, el móvil le volvió a sonar, lo cogió con ira y lo tiro en una papelera, en ese momento rompía su pasado inmediato.
Subió, saludo a todos, no con su habitual sonrisa de los últimos meses, salió a desayunar con todos sus compañeros, ese día necesitaba tener todas las horas ocupadas en su trabajo y con la gente que le quería.
Llego la noche y angustiada se volvió a refugiar en casa, encendió su portátil y elimino todos sus contactos y borro hasta el programa.
Aprendió de nuevo y una vez más que el amor dura lo mismo que el desamor, esos pequeños instantes de felicidad que solo pasan en décimas de minutos, el resto, esos momentos buenos o malos, forman parte de nuestra supervivencia, por ello debe vivirlos con ímpetu y saborearlos minuto a minuto sin dejarlos pasar….