Yo entro a la librería con el propósito de comprarme un libro. Veo a la librera e inmediatamente olvido todo eso. Porque la veo a ella y sólo está ella. De repente comprendo que el universo ha desaparecido porque ha aparecido ella. Es una barbaridad. Con su sonrisa inaudita me dice, rodeada por una suerte de halo, porque sólo la veo a ella, Buenas, qué quieres. Yo le pido un libro cualquiera, en realidad ha dejado de importarme, el caso es verla. Te gusta leer, le pregunto, Sí, dice ella mientras me cobra, Yo escribo y todo, le digo. Ella sonríe, qué inaudita la sonrisa, qué barbaridad, qué belleza, qué librera, qué todo. Ah sí, y qué escribes, me pregunta, Pues escribo una suerte de antiliteratura con ribetes de metaficción, No te entiendo una palabra, dice ella. Me trastabillo. Hablando, le digo, me trastabillo con las palabras, Se nota, me dice, pero aún así no entiendo qué es eso que has dicho. Uno, en su fuero interno, sea lo que sea el fuero interno, siempre piensa que sabe perfectamente lo que es la antiliteratura y lo que es la metaficción, pero, ay amigo, otra cosa es explicarlo. Y otra cosa, evidentemente, es explicárselo a ella. Pues, empiezo a decir, la antilu, la antili, la antilitre, la antilitrut, la antili-te-ra-tu-ra, me trastabillo, consiste básicamente en saltarse todas las normas literarias que uno pueda, Ah, dice ella, qué tremenda su mirada, qué ojos, qué sonrisa, qué librera, qué todo. Y qué es eso de la metaficción, dice, Pues es una ficción sobre la ficción, una ficción dentro de otra ficción, vamos, Vamos, dice ella, que eres muy raro. Sí, le sonrío, pensando, cómo es que no la vi antes, dudando, no sé qué decirle, temiendo, me va a tomar por tonto, sabiendo, algo le tendré que decir. Eeeehm por qué eres tan guapa, le suelto. Magnífico. Ahora ya no me tomará por tonto, ahora me sabe tonto. Me sabe tonto este relato, no me sabe a fresa ni a limón, me sabe eso, tonto, irrumpe el escritor. Ella vuelve a sonreír al oírme decirle tamaña tontería, pero la sonrisa, y qué sonrisa, se desvanece, y qué desvanecimiento, al oír al escritor, y me pregunta, Has oído algo, Sí, y es que desde que escribo me parece oír una voz tras de mí, que me dice cómo escribir, Y no te da miedo. Mucho. Pero eso no la acalla. Se lo digo a ella. Tal vez haya una manera de hacerla callar, me dice, Cómo, Pues muy fácil, sólo tienes que escribir sobre mí, Pero escribo sobre la realidad o me lo invento, Mejor te lo inventas y luego lo hacemos realidad, Entonces la realidad sólo sería una ficción, una invención, Tal vez siempre lo haya sido, Eres mejor escritora que yo, sonrío, Tal vez siempre lo haya sido, sonríe, Y quién escribirá nuestro relato, le pregunto, Ya te he dicho que debes escribirlo tú, para así acallar la vocecilla ésa que te habla, y no te asustes de ella, porque nosotros somos esa voz, y esa voz es tú y es yo y es nosotros dos.
Bueno, y como te llamas, le digo, Mari Carmen, contesta, Yo Rogelio, aclaro, qué te cuentas, Pues nada, trabajando, sonríe, Hace un café, le pregunto, Sí, precisamente ahora iba a almorzar, qué casualidad, tengo hambre, tú no, pregunta Mari Carmen a su vez, No mucha, pero a mi estómago le vendrá bien trabajar, para activar un resorte en mi cerebro capaz de hacerme hablar razonablemente, Estás tonto, concluye ella, riéndose.
Llegamos a la cafetería y nos instalamos en la terraza, elegimos las sillas adecuadas para disfrutar del sol de Mayo en toda su plenitud, Un cortado para mí, tú que quieres, Un café con leche y algo de repostería, gracias, nos sirven, añadimos azúcar al café y le digo, A veces me pasan cosas muy raras, Cómo cuales, Pues el otro día estaba escribiendo, después de todo a eso es a lo que me quiero dedicar en un futuro, pero no será fácil, y ya se me olvidó lo que te iba a decir, Estabas escribiendo y algo te aconteció, sonríe, el café aún está caliente, el sol se refleja en sus ojos, por un momento me quedo deslumbrado, cuando por suerte, o por desgracia, consigo disimularlo, Sigue, Sí, escribía sobre un acontecimiento real incluyendo diversas falsedades en el relato, Ajá, un sorbo de café, la bollería está crujiente, Crack, se queja la napolitana, pobrecillas, nacen y son devoradas en todo su esplendor, en la misma flor de la vida, por qué duran tan poco las napolitanas, esa efusión de crema o chocolate tan efímera en nuestro paladar, Qué tipo de falsedades, el café se enfría, Pues, otro sorbo, se oye un sonido entrecortado, hay ajetreo en la terraza, es la hora indicada para el almuerzo, las napolitanas vuelan y las mariposas viven un día, son devoradas en todo su esplendor, Pues me inventaba hechos ficticios que añadía al relato, alteraba el orden, creaba variantes del argumento, Ajá, En resumen, todo era mentira, pero todo esto carece de importancia, Y eso, Porque, verás, mientras lo escribía, el café está delicioso, saca un cigarrillo, se lo enciendo, uno es un caballero, y si no, trata de serlo, Mientras lo escribía, tenía al lado un diccionario enorme que abrí accidentalmente con el codo al escribir mi relato, pues bien, lo dejé abierto mientras seguía escribiendo, Y qué pasó luego, pregunta, parece intrigada, que al terminar de escribir miré el diccionario, asombrado de que estuviera abierto, ni lo había notado, y quedé estupefacto al ver la primera palabra que venía resaltada en la página abierta, Cuál era.
Se oyen pájaros. Vuelan, cantan, silban, se alborozan, y a mí me parece que todo esto es porque ven a Mari Carmen. Se lo digo. Sonríe, Muy galante por tu parte, pero quiero saber qué palabra venía en el diccionario, La palabra que venía era infundio, mentira, era como si el diccionario supiera que mi relato era falso, añado con cierto tono misterioso. Mari Carmen está boquiabierta, o mejor, tiene la boca entreabierta, Lo que pasa es que todo el relato es mentira, Ya lo sé, ya te lo dije, No, no me entiendes, tu relato de ahora es un infundio, toda la treta del diccionario sólo la creaste para deslumbrarme, sonríe, con una chispa de inteligencia en los ojos. Anonadado, consigo responder, Menos mal que lo dices en broma, por un momento me sentí casi irreal, Claro, la realidad es lo que te dan quienes te leen, si yo pienso que tu relato es irreal, lo es, Cierto, cierto, a veces se transcienden los límites de la realidad con mucha facilidad en la literatura, Por ejemplo, Pues mira, leí en un texto lo siguiente, Un niño camina por la orilla del río y piensa en qué va a ser de mayor, diciendo, que salga el hombre. Aparece una burbuja en la que se ve a un escritor. Este, ensimismado, piensa en cómo era de niño, y dice, que salga el niño. Aparece una burbuja que se lo traga. El niño sonríe. Este texto, continúa Rogelio, aparte de ser un poco extraño, nos plantea la duda de por qué sonríe el niño, Yo me preguntaría, arguye Mari Carmen, por qué te preguntas eso, los niños sonríen porque son así, no necesitan un porqué, no tienen la necesidad adulta tan estúpida de buscarle explicaciones a todo, Sí, yo pensé que el autor del texto sólo pretendía tomarle el pelo al lector, Al lector medio no, a ti desde luego que sí, tratar de adivinar las intenciones de un autor al escribir es jugar a ser Dios, Cada vez me deslumbras más, Mari Carmen, Y tú me halagas demasiado, no te hago justicia, No sigas, que me pongo roja, tonto, vamos a pagar, que tengo que volver al trabajo, y de repente, me parece ver una burbuja que crece, que se acerca, y con admiración, veo que Mari Carmen sonríe.
Martes, 12 de la mañana, y de nuevo me encuentro con Mari Carmen en la misma cafetería de siempre. Los pájaros, por supuesto, siguen gorjeando, chirriando y cantando porque está ella presente. De hecho, el cielo está inmerso en una sinfonía de azul y blanco que nos embarga la vista, pero cuando la miro a los ojos todo esto se desvanece, Deja de adularme y cuéntame algo, me interrumpe, Como qué, le pregunto, No sé, algo de cuando estudiabas, Lo que más recuerdo son las fiestas, Pues cuéntamelas.
En último curso conocí a una búlgara muy guapa que vino a Murcia con una beca Erasmus, Ajá, Sí, y me enamoré platónicamente de ella, Te escucho, sonríe, Bueno, era chiquitita, de piel blanquecina, muy lista, y tenía unos ojillos ávidos de conocimiento que acompañaba de una sonrisa preciosa, Sigue, Pues hablé un par de veces con ella, hasta que llegaron las fiestas de la facultad de Letras, Sí, Yo fui ese día con intención de dar clase, pero cuando llegué al aula asignada para ello vi a a mis compañeros salir de ella despavoridos, No hay clase, les pregunté, No, la han pasado a la semana que viene, así que bajé a la entrada de la facultad y allí vi a las búlgaras, Búlgaras, me pregunta, Sí, es que eran dos, pero sólo una me gustaba, Oh, Bueno, tras charlar un poco con ellas me dijeron que se iban a la cafetería de la universidad, y yo, que no entendí que me invitaron a ir con ellas, salí al exterior, Cómo que no lo entendiste, Es que tenían un acento raro.
Aquí Mari Carmen sonríe, y qué sonrisa, lo que me provoca parar de súbito, Sigue, anda, Vale, iba yo a una cafetería cercana y me dije, No estaría más a gusto con las búlgaras, así que volví sobre mis pasos y al encuentro de mi amada, Oh, Allí pedí un cortado y volví a charlar con ellas, qué guapa estaba, si la vieras, bueno, no tanto como tú, claro, Continúa, que te pierdes, me avisa, De pronto se levantan y una de ellas alega que tenía que irse al Servicio de Relaciones Internacionales, mientras que la elegida por mi corazón dice que se va a estudiar a la biblioteca, así que allí me dirigí.
Le doy un sorbo al café, me aclaro la garganta y sigo, Cuando salí del despacho, pensé, No tenía yo que hacer los deberes en la biblioteca, casualmente, Sí, sí, dice Mari Carmen, Era cierto, y con las mismas me fui, y allí estaba ella, la vi, me miró, Y creíste en Dios, me pregunta, Exacto, mas para que no pensara que la estaba acosando, me senté a hacer mis cosas un poco apartado de ella, Pobrecito, qué vergonzoso, Sí, y no atinaba a hacerlas, por lo que me acerqué a ella y le tendí un cuestionario sobre los cuentos que a la sazón estaba yo llevando a cabo, casualmente, Sí, casualmente, Y me dijo, Siéntate, cosa que hice encantado, Claro, Mientras lo rellenaba, qué lista era, no tuvo apenas dudas, yo la miraba, por supuesto, y me iba preguntando lo que querían decir algunas cosas, hasta que llegó a Pulgarcito.
Qué pasó con Pulgarcito, dice una intrigada y divertida Mari Carmen, Pues que me pregunta cuál es, y contesto, Little Thumb, así que se toca el pulgar y mira hacia arriba tratando de recordar, yo que la veo me digo para mis adentros, Pero qué cosa más guapa, guapa, leche, Jajajaja, se ríe Mari Carmen, y seguro que no le dijiste nada, Claro que no, el caso es cuando terminó el cuestionario me levanté y me despedí, alegando que no quería interrumpir sus estudios, Mira qué majo, Sí, bueno, las fiestas empezaron a eso de las una del mediodía, y durante ellas me las arreglé para cruzarme con ella varias veces, casualmente, Y por qué me cuentas esto.