«¿Don Toni?». «Toni sin dones, ¿qué quiere usted?». «Le traje a mi niño». «¿Qué sabe hacer el niño?». «El niño canta y baila». «Todos los niños cantan y bailan». «Ninguno lo hace tan bien como el mío». «Eso dicen todos los padres». «Si le parece y para convencerlo de su arte, mi niño puede hacer para usted una prueba aquí mismo». «Qué diantres de pruebas, estoy hasta la coronilla de ellas. Que cante o que no cante, que baile como Barishnikov o cual santo en procesión me importa en realidad un bledo. Me importan otras cosas…». «Acércate, niño, ven acá, quítate la chaqueta. Date una vuelta. Despacio, muchacho, que no eres un potrillo al que acaban de liberar del corral…». «¡Hum! No está mal, no está nada mal, el muy picotero tiene su porte, su gracia y su salero…». «Lo felicito, amigo, les quedó muy bien ombligado el chavalillo». «Me gusta, el niño me gusta…».
«Le voy a explicar en pocas palabras cómo es el maní conmigo y con mi casa y usted decidirá…». «Cheni compondrá para el niño dos canciones, cualquier pendejada de esas de ‘me gustas cuando bailas’ o ‘bailando te conquisté’. Grabamos un sencillo, ponemos a circular su video en la televisión y en la web y damos algunos conciertos en Las Vegas. Al cabo de tres meses, en el peor de los casos, usted se embolsará cincuenta mil dólares libres de impuestos. Si el niño tiene ángel el cielo será el límite. Pero eso no lo podemos prever. Hay miles de niños tan pispos como él haciendo fila. Hay miles de padres tan solícitos como usted tratando de montar a sus hijos en este abigarrado carrusel». «¿Estamos?». «No estamos, todavía. Mi hijo cuenta con su propio repertorio musical que yo compuse, produje y arreglé. El niño no necesita de ninguna Cheni». «Sus canciones, señor, puede metérselas por donde mejor le quepan. Nosotros seremos los compositores del niño, los manejadores del niño, los tutores del niño. Usted tendrá que desaparecer del escenario. No lo queremos aquí dando la tabarra». «¿Estamos?». «Ejem…». «¿Si o no?, el tiempo es oro y no estoy dispuesto a perderlo con usted». «Agréguele a esos cincuenta mil otros veinte mil patacones y me haré el de la oreja mocha». «Bájese de esa nube. No voy a darle ni un centavos más». «¿Lo toma o lo deja?». «Lo tomo. Es mejor un pájaro en la mano que cientos volando»…
«Despídete de tu papi, niño y ven aquí a sentarte en el regazo de tu tío Toni». «Qué bomboncito eres, qué querubín más gracioso. Haré de ti todo un caballerito de la canción. Las chicas morirán por ti, puedes contar con ello».