El cuerpo-gato dice que tiene hambre. Se levanta y se despereza. Ella lo mira desde un agujerito que ha hecho en un doblez del edredón rojo. No quiere sacar la cabeza fuera porque hace frío. Y porque si lo hace, se irá el olor caliente en el que ronronea. Restriega los pies contra el colchón con placer, nota el peso de su cuerpo contra las sábanas y la verticalidad en la que descansa. (más…)
¡Aquello que divisé junto al estrecho gibraltareño no eran molinos de viento!; eran cayucos que ondeaban entre olas animosas en busca de tierras a las que coronar y llenar con la felicidad de miles de almas que allí se tornaban escabrosas. (más…)
Se acerca la hora de la misión. Me he sentado en uno de los bancos al otro lado de su casa para verla llegar. Consulto el reloj por última vez: diez minutos sobre la hora registrada por la vigilancia. Miro el cielo, finalmente fue el sol el que ganó la batalla. (más…)
– Tu padre no volverá, hijo mío.
El niño se abraza a las piernas de su madre, buscando refugio, llorando, sus manos diminutas dibujando una crispada y absoluta angustia alrededor de las rodillas de ella. (más…)
Se solía decir antaño, que hay que vivir como si fuese el último día de nuestra vida. Yo, ahora, desearía hacerlo como si fuese el primero, con todo por descubrir. Sin embargo, aquí, en este margen del mundo, está todo tan visto, resulta tan conocido, que ya nada le queda a uno por vivir. (más…)