Dobla, cuidadosamente, su camiseta a rayas de toda la gama del color verde, con sus pequeñitas manos. Introduce en su mochila su pantalón corto y verde oscuro. Siempre le gustó cómo le quedaban esas prendas puestas a la vez. Y eso le hacía sentir cómoda, bien. En ella también entró su chaqueta azul de lana y su vaquero largo de pata de elefante. Llegó el momento de introducir en la mochila su ropa interior (quedan incluidos sus calcetines rojos, de la suerte, de su suerte), la brújula, una libreta pequeña, de una línea, y dos bolígrafos azules, como azul es su color favorito. Turno del peine, cepillo de dientes y demás elementos de aseo personal. Y de sus bocadillos con pan recién hecho (comprado): uno de salchichón y otro de chocolate. El primero, relleno de un salchichón cortado caóticamente, pues era la primera vez que lo hacía, lo comería a la tarde. Le daría fuerzas para emprender una noche de cánticos, guitarra, amigos y calor de un fuego que alumbraría su felicidad. El segundo lo dejaba para el final, para cuando tan solo le apeteciera degustar su sabor favorito. Todo parecía caber en la mochila. Todo cabía, todo lo necesario para embaucarse en esa aventura de la que tanto hablaba con su hermana mayor. Que tantas veces, y durante estas tantas últimas semanas, habían planeado, minuciosamente, ella y sus compañeras de clase, amigas al fin y al cabo. Su primera aventura. Está todo. Cierra la cremallera de la mochila, con sus pequeñitas manos. Se dirige, sonriente, contenta, feliz, hacia el salón. Allí recogerá su saco de dormir. Con suerte, esta noche dormirá algo más; los nervios entusiastas no se lo permitieron hoy. Ha de despedirse de su padre, hasta dentro de dos días. “Papá, me voy a la excursión ya”. Su padre, mirando al suelo, pausadamente: “Tú no vas a ningún sitio”.
¡híjole! como decimos en méxico, que padre tan mala onda. afortunadamente yo tuve unos padres maravillosos que nunca me prohibieron nada, lo mismo hago yo con mis hijos. felicidades por el cuento, en pocas palabras nos dices muchooooo.
Me ha encantado esta historia. La crudeza de la respuesta paterna, seca, dura, cortante, frente a la ilusión infantil de preparar todo para una día especial. Excelente narración. Mi enhorabuena y mi voto. Inexplicable que no tengas más comentarios.
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