Etérea. Siempre me gustó esa palabra.
Así quiero ser, etérea. Liberarme de este cuerpo que me ahoga. Y poco a poco estoy llegando.
Gota a gota, cada minuto que pasa este cuerpo mengua, se desvanece y solo quedo yo.
Que nada entre en mí, ni salga de mí. Mi cuerpo se purifica a través de la autosuficiencia. Nada debe contaminarme.
Hace unos meses me di cuenta de que esto que busco está dentro de mí. Mi vida carecía de sentido. Me guiaba por los demás, por imágenes de una realidad inexistente. Ahora sé que la perfección que busco está dentro de mí.
Pero debo luchar para alcanzarla. Este viaje es difícil y nadie me comprende.
Cada momento las proteínas, vitaminas, grasas, minerales abandonan mi cuerpo físico, dejando la esencia, aquello que busco ser.
No quiero sólo ser ligera, ni volar. Quiero ser incorpórea, salir por esa ventana como una suave brisa, y ser libre. Moverme con libertad por el mundo para susurrar a mi amado al oído: ven, quiero que seas como yo, quiero que todos nosotros, jóvenes del mundo, gente que no tiene a donde ir, que no sabe a donde va, que todos juntos soplemos como un viento más fuerte que este mundo que nos esclaviza, que soplemos y arrastremos el odio, la incomprensión, el materialismo, todo. Entonces seremos una fuerza imparable, incontestable. El mundo quedará mudo ante la verdad. Todo parará y volverá a comenzar.
A veces me siento débil. Noto como a cada instante la energía huye de mí. Quizá algo falla en este plan.
Ellos quieren hacerme cambiar, pero no quebrantarán mi voluntad. Acaso no se dan cuenta que no tengo otra opción, que todo me empuja a seguir.
Ahora estoy cansada. Pero ya no puedo volver.
Veo a mi madre llorar a los pies de esta cama. No puedo soportar el dolor, ver el sufrimiento en su rostro.
Me acusan de ser la culpable y no saben que no tengo elección.
Ya casi lo consigo. Noto como la vida escapa de mi cuerpo. Pronto seré libre y ejecutaré mi plan.
Cada vez más largas lagunas en mi consciencia. No quiero dormirme, quiero estar despierta cuando llegue, y si estoy equivocada que la muerte suavemente me lleve, porque prefiero morir a seguir en este cuerpo, en este mundo que no es el mío.
Mi madre sigue llorando a los pies de mi cama. No sé si la última vez que la vi fue hace unos minutos o unos días. Quiero decirle que no llore, que no entiende que voy a alcanzar la perfección, y que eso tiene su precio. Ella pregunta a los médicos, que igual que ella, no me entienden.
De qué sirve una vida si está contaminada por todo lo que viene de fuera. Incluso el aire que involuntariamente entra en mis pulmones me es extraño. Casi puedo sentir las partículas contaminadas que trae. Si pudiera no respiraría. Eso llegará pronto.
Así, poco a poco entro en la oscuridad, oigo que me llama. Siento que la lucha acaba. Comienza la paz.
Mientras tanto, ellos danzan alrededor. Batas blancas me rodean. Desasosiego en sus caras.
No sufráis por este cuerpo. Ya soy libre, libre del mundo. Venid, no quiero estar sola.
La idea en principio parece interesante aunque a mi modesto entender la narración resulta un tanto desangelada.
Te deseo suerte en el certamen.
Pienso que la protagonista sufre en cuerpo y mente la sinrazón de la vida. Quizás le falte al relato algo de más de consistencia, pero de todos modos,resulta atrayente y después de este certamen lo único que deseamos todos y todas es superarnos. Suerte.Te voto.
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