Y lloraba. María lloraba sin cesar, con la cara oculta sobre la manta que cubría su cama,de rodillas en el suelo, no podía dejar de llorar. Su corazón se encogía cada vez un pocomás y notaba un dolor fino que le hacía estremecer, sin saber por qué, o acaso no queríasaber, ni conocer, ni existir, ni latir, solo deseó morir en ese mismo instante, fulminante,indoloro, a modo de solución. Porque todo problema exige una solución y el problema era ella misma en sí, aunque su corta edad no le daba tregua a preguntarse lo que debía haberse preguntado entonces. ¿Acaso yo he querido ni deseado estar aquí y ahora?,¿quien me ha traído? TÚ. Haberlo pensado antes. Se supone que para eso eres adulto,mayor, sí, muy mayor, pero solo porque te pavoneas ante mi con barba y hechuras de hombre maduro, mirada intimidatoria y voz ronca y seca, solo por eso tengo laobligación de llamarte PADRE, aunque te esté grande, porque por mis venas corre tu misma sangre en parte, porque en mis genes hay mucho de ti, la mitad, en teoría, ¿qué será lo que me has dejado ahí dentro? Yo solo veo miedo, solo encuentro temor al sonido de una llave que abre la puerta y me avisa de que llegas, de que se acabó la risa, la broma, el rato infantil. Sí, soy infantil porque solo soy una niña que estudia, que os acompaña, que os dice “tengo hambre y sed”, y necesito calor y ropa y libros y calzado. Sí, solo soy eso y no sé por qué también me gusta que me lleves a lavar el coche, tu tesoro, al bar de Epi, o a mirarle el motor a la campa de la libertad. Sí, me gusta, aunque siempre me gritas y me apartas, me dices, “quita, tonta”. Sí que lo soy, soy muy tonta porque siempre vuelvo llorando a casa diciendo que ya no iré más contigo porque me regañas si te mancho el coche o si me mancho de grasa mi vestido nuevo. ¿A quien le fastidiará más que a mi misma, me pregunto yo?, pero no, tú no puedes callarte, ni reírte, solo gruñes y me insultas, aunque pasado un tiempo, y aunque yo no te pida una Fanta, tú siempre la pides por mi, de naranja y me la das, y me dices, “anda, bebe, que nos vamos a casa, mamá te lavará el vestido”. Ya sé que lo hace, si no fuera por ella, por mamá, me pregunto muchas veces, muchas noches, ¿con quien reiría, con quien jugaría, con quien soñaría despierta, con quien programaría mi vida? Contigo no, no quiero, me niego. Porque ahora has puesto el grito en el cielo, no te reconforta mi
notable en mates, y mis sobresalientes en lengua, idioma y ciencias naturales, no, te has quejado de mi matrícula de honor en plástica, me has dicho que eso es de flojos, de decadentes. ¿Qué será eso? Si no hay nada más decadente que esperar un beso de buenas noches tuyo…Nunca llega, tengo que robártelo yo porque me falta algo si me voy a la cama sin un beso. Queda cojo recibirlo de mamá y tú ahí, mirando…Para que tú voluntariamente me des un beso tienes que irte lejos, a Valencia o a Bilbao y luego regresar. Siempre me traes un regalo, sobre todo caramelos dentro de un tambor o de un muñeco de los que venden por los surtidores pero yo aún me acuerdo del último, una camiseta muy bonita de los payasos de la tele. ¿Por qué lo haces, solo para darme un beso? No te molestes, preferiría que repasaras mis deberes conmigo cada día, como hace mamá y me dijeras donde encontrar información para hacer una redacción que hoy me mandaron en el colegio. Es sobre un país donde nunca he estado y no sé donde encontrar nada. Se llama La China y mamá me ha contado que es un país lejano rodeado por una muralla de piedra. Ha ido a la librería del salón y me ha traído a mi cuarto, a mi escritorio, un libro enciclopédico que ella pidió a un club de lectores, porque a mamá le gusta mucho leer. Tiene libros de diferentes clases, incluso de sexología y dice que me convendría ya ir leyendo asuntos de esos, que nunca me asuste de nada, claro que ella lo que no sabe es que yo de lo único que me asusto es de ti. Alguna vez se lo he dicho pero
no me cree porque es contradictorio que tenga miedo y a la vez siempre corra para estar lista e ir contigo al bar de EPI. En eso lleva razón, yo tampoco sé por qué lo hago, debo tener un coeficiente intelectual muy bajo, si con ella me sobra y me basta para reír y pasarlo bien. También me lleva a comer tortitas con nata sin que tú te enteres, claro, porque si lo supieras antes de comérnoslas, nos llamarías “par de focas”, eres tan tierno….Pero hoy te has pasado de la raya, te ha ofendido que gane un concurso de dibujo en mi colegio, cuando debería haber sido un orgullo para ti y solo se te ha ocurrido ponerme fina….Pues no verás más tu apellido en mis arabatos, nunca más.
Todavía no soy mayor para ir ante un registro civil y borrar de mi existencia tu apellido pero te juro que como algún día reúna el valor suficiente, lo haré, aunque no creo que suceda y tú debes saberlo, sí, tonto no eres, la tonta soy yo por tomármelo así, pero me ha hecho daño, mucho daño y tienes que saberlo. No soy una floja, soy una artista, convierto colores en áreas que dicen algo, un mensaje. Ah, ya, que para ti los mensajes están de más, que te da igual que a mi me guste pintar paisajes, sombras, trazos o bodegones, que solo quieres que aprenda…¿qué?, ¿a aprovecharme de la gente? ¿y eso por qué debo hacerlo si yo me siento autosuficiente? No puedo, lo siento, sé que está mal ante tus ojos pero yo solo quiero ganar o perder en la vida por méritos propios y eso no tiene nada de malo, PADRE, ni tiene nada de malo que sea mujer, futura mujer, una niña blandengue a la que tú quieres endurecer ¿a fuerza de insultos? Guárdatelos o haz lo que quieras con ellos, mi resignación, por suerte para ti es muy hermosa, como mi corazón y aunque tú lo desprecies una y otra vez, aunque se muera de pena por no poder aguardar ni un solo beso tuyo por sorpresa, yo no voy a cambiar, solo lo justo, lo que me permita y aplique el tiempo, mis causas y mis efectos, nada más, como tú hiciste,
como hacemos todos. Nadie se libra del efecto moldeador del paso y peso del tiempo y anotaré todos y cada uno de tus agravios como justificantes del premio logrado por
pretender quererte y algún día, cuando crezca, PADRE, te pediré cuentas y ese día que no puedas con tus fuerzas, que dependas de mi para ponerte tu babero y tomar tu café con leche de soja y sea yo la que tenga que lavarte y asearte para que recibas un nuevo y luminoso día, ese día y todos los del resto de tu vida te recordaré que fue gracias a tu padre, mi abuelo, a tus hermanas, mis tías y a tu esposa, mi madre, las que siempre me aconsejaron que no te hiciera demasiado caso porque en el fondo me querías, pero…..no supiste nunca demostrarlo.
Y María sacó su diario y anotó cada día, cada agravio y transcurridos los años, sacó las cuentas de los besos y abrazos que su padre le debía y sí, llegó el día, y su padre se los pagó, estuvo un día entero besando y abrazando a María y con un solo “perdóname, hija” aquellas hojas amargas se resbalaron de aquel cuaderno como hojas de un árbol.
Era un otoño cualquiera, de no hace mucho tiempo, un concepto que por escrito es
inmediato, intenso pero frágil como el cristal porque lo que gana siempre en
sentimientos es el corazón.
El agravio quedó borrado, como por arte de magia, entre las manos de Rebeca, la hija de María, la nieta de aquel PADRE, un hombre bueno que jamás conoció el afecto
verdadero, solo era eso….poca cosa para un daño que pudo ser irreparable sin el amor desmesurado de una MADRE…..
Sí, esas cosas suelen suceder. La incapacidad de dar afecto deviene de no haberlo recibido.
Me ha gustado aunque creo que es un poquito largo, como que sobran un par de párrafos.
Saludos y suerte.
Tu cuento describe perfectamente a un tipo de persona que es incapaz de exteriorizar unos sentimientos ni siquiera ante sus propios hijos, y a quienes solo desde la perspectiva de los años se les puede valorar en su justa medida, al darnos cuenta de que a pesar de esa falta de afecto, quizá se esforzaron cada día para que no nos faltase nada y tuviésemos una vida mejor.
Y quizá el final del relato se me antoja poco brillante.
Te deseo suerte en el certamen.
Debe identificarse para enviar un comentario.