Era agosto, días de sol, calor, ventanas abiertas… tras largos meses sin poner en práctica la nocturnidad del fin de semana, por motivos de crianza, al fin pudimos permitirnos la libertad de salir a cenar una escogida noche de sábado y aprovechar la ocasión como se merecía, esto es, con una relajada cena en un pequeño restaurante, conversación distendida, sobremesa generosa y un par de copas para acompañar las confesiones de dos padres rendidos a los encantos de su pequeña bendición, que a esas alturas de las noche debía dormir plácidamente bajo las atentas y protectoras miradas de unos abuelos entregados y que por primera vez contaban con tan honda responsabilidad. Confesiones, risas y alguna que otra caricia, todo ello a la tenue luz que nos ofrecían media docena de lámparas diseminadas de manera aparentemente descuidada por el coqueto comedor y acompañados por el sonido casi imperceptible de unos acordes que salían de las cuerdas de una guitarra, que aunque parecía estar al otro lado de la sala en realidad provenían de un hilo musical magistralmente integrado en el ambiente. Como colofón a tan anhelada velada una habitación con encanto en un hotel con cuatro estancias más, cuidado al más mínimo detalle, con un trato familiar y un silencio acogedor bañado por el hipnotizante resplandor de una luna que parecía a punto de explotar y que se colaba a través de todos los ventanales que adornaban la vetusta y restaurada fachada… entre las tres y las cuatro serían cuando las manecillas del reloj desaparecieron de la vista en manos de Morfeo y un placentero estado onírico nos atrapó sin poner oposición… zzzzzz.
– Ha llegado el camión del tapicero señora, que tapiza sillas, sillones, descalzadoras, directamente a la puerta de su casa… todo ello a través de un altavoz de los que usó la guardia civil en el golpe del 23F, ¡¡colosal!!… el corazón en la boca, los ojos a un palmo de su cavidad y el interruptor de la luz que de forma caprichosa se escondía para no dejarse encontrar, – “¡nena, la cría, que nos han despertao a la cría, pobre, será posible!” y después de recibir dos embistes de la mesilla y caer al suelo recuerdo que estoy de relax… “¡ostras!, qué golpe me pegao, Diosssssss… oye, ¿qué leche es una descalzadora?”, – pregunto mientras vuelvo a encaramarme a la cama con dosel del siglo diecitantos y en la que según rezaba la publicidad había dormido el mismísimo Duque de Calatrava. – “Te quieres callar y acostarte ya” – me contesta mi amada de mala gana y sin llegar a abrir los ojos. – “¿Pero quién tiene en su casa una descalzadora de esas?, si eso no existe, seguro” – le susurro al odio para no molestarle mucho. – “Yo que sé, déjame dormir que son las nueve de la mañana” – patada disuasoria, media vuelta, abrazo a la almohada y a esperar si Morfeo de nuevo desea regalarme su compañía… zzzzzz.
– Ajos Sanjuaneros señora, vaya ajos que llevo, los mejores ajos, ajos Sanjuaneros oiga… y todo esto con una voz aterciopelada y musical… “¡¿Ajos Sanquéeeeee?!, no puede ser, me cago en el tapicero, que le ha dejao el altavoz… ¡la mierda de los ajos ahora!” – de nuevo los pies al suelo del sobresalto y me arrodillo para mirar bajo la cama – “¡Jooooderrr, cómo suena!, a ver si va a estar aquí debajo tó el gremio de vendedores ambulantes del pueblo” – pienso, al tiempo que contemplo que bajo la cama no hay nada, ni nadie escondido, evidentemente. Aprovecho el nuevo desvelo para ir al baño y a la vuelta noto como se va atenuando el eco de los ajos poco a poco y obsesionado quizá, empiezo a oler a ajo, Sanjuanero claro – “no te fastidia, si ahora voy a estar oliendo a ajo y tó” – me digo sin articular palabra, para no molestar el placentero sueño de mi mujer, que por suerte para ella no había conseguido ser perturbado por el vendedor de bulbos. – “Las nueve y media de la mañana, a ver quien se duerme ya…” – pienso mientras un repentino y dulce estado de inconsciencia me hace perder el contacto con la realidad, cabalgando a lomos de una hermoso corcel con una hermosa cabeza de ajo y una larga melena al viento… zzzzzz.
– Daaaaame tu gasoliiiiiiiina, quieeeeero tu gasoliiiiiiina, chuchuchuchu… esta vez un Ford Sierra tuneao hasta la antena, ventanillas abajo y unos altavoces como los que usan en las verbenas… – “¡Me cago en el reggaeton, en Cristóbal Colón y en las tres carabelas, a tomar por!…” – descabezados de manera estrepitosa mi bucólico caballo y mi sueño me aferro al dosel de la cama como gato que cae al agua – “¡¡¿pero qué paaaaasa?!!,¡que son las diez y cuarto de la mañana!” – me giro para mirar a mi mujer y ésta, con los ojos a medio abrir y entre risas me dice – “no te enfaaaaaades mi amol y siente el ritmo latiiiiino…” – la miro, la remiro y nos echamos a reír a mandíbula abierta. – “nena, vámonos que como broma ya está bien, no vaya a ser que vengan todavía el de los tomates, el de los melones y…”.
– El aaafiiilaaadoooooooooor, qué afila cuchillooooos, navajaaaas, tijeeeeeeeeras… tururú, tururururú, turu, turu, tururururúuuuuuuu… “¡¡coño!!, a éste no lo esperaba yo” – le digo mientras reparo en una cosa: – “oye, ¿cuántas habitaciones me dijiste que tiene este hotel?” – le pregunto sentado sobre la cama, antes de ponerme de pié, – “cinco, si no me equivoco, al menos eso ponía la página donde lo reservé, ¿por?, ¿a qué viene eso ahora?” – de nuevo empiezo a reír y le explico – “saca la cuenta: el tapicero, el de los ajos, el del reggaeton, el afilaor y nosotros… las cinco habitaciones, jajajaja, parece que hemos estado durmiendo con el enemigo…” – “jajajaja, qué tonto eres.” – De repente caigo en la cuenta y de manera cortante, nunca mejor dicho, le digo: “Nena, que llevo unas tijeras de podar en el coche que necesitan un afilao. Corre, corre, date prisa y vístete que se nos escapa…”.
… no hay nada mejor que el llanto de un niño…
Lo que me he reido no está escrito jajaja
Puñetero agosto,que stress.
Enhorabuena Justo :)
!Graciosisímo tu relato! Puede que seas manchego, porque te entiendo y también he soportado todo lo que cuentas; Sólo que al contrario, mi marido es el que dormía.Te mando mi voto.
Muchas gracias Enrique y Libélula por vuestros comentarios, acabo de percatarme de ellos y os estoy muy agradecido. El saber que al menos he conseguido arrancar dos sonrisas (las vuestras) me anima a continuar con esta manía mía de juntar palabras. Un abrazo.
Un relato muy gracioso, me he tenido que reir sin remedio, claro que tienes que seguir escribiendo.
Suerte en el certamen.
Delgadina, muchas gracias por leer mi relato y mil gracias más por darme ese empujón de ánimo… tu sonrisa ya vale el certamen. Un abrazo.
Si, la verdad es que la historia resulta esperpéntica pero es inddudable que tiene su gracia, y me ha hecho sonreír. Aunque parezca que no, esas cosas pasan, y siempre en el peor momento, además.
Quizá te faltó que apareciese el butanero pegando leñazos a la bombona contra los barrotes.
Te deseo suerte en el certamen.
Jajajaja, de los relatos que he leído hasta ahora y que tocan la cuerda del humor, éste es posiblemente el que más sonrisas y risas me ha arrancado. Es bueno esto de que frente a los interesantes relatos de corte dramático y trágico que hay en el certamen haya textos que campeen el humor. Tal vez, una observación, sería que las oraciones del primer párrafo, antesala de la risa, son un poquito largas. De allí en más todo me parece estupendo.
Felicitaciones por el humor y suerte.
Muy agradecido Bobdylan y Gabriel por vuestros cariñosos comentarios… la verdad es que pensé meter alguna figura más, como la del butanero que me propones Bobdylan, pero se me agolparon un montón de desinteresados voluntarios más, como: el de los melones, el de la discoteca de playa con su fiesta de la espuma, el panadero y hasta el del coche de necrológicas… así que al final decidí cortar por lo sano y de ahí que me apareciera el afilador para darle el remate a la historia. Por otro lado, estoy de acuerdo contigo Gabriel al apuntarme que las oraciones del primer párrafo son un pelín largas, pero es algo que hice a propósito, para intentar dar a la historia un preámbulo que situara al lector en una disposición totalmente opuesta a la que se iba a encontrar en el resto del relato, intentado así que la situación le pillase por sorpresa y pudiera arrancar una sonrisa de manera más sencilla; de todas maneras cierto es que en ocasiones me extiendo algo más de la cuenta, lo tendré presente Gabriel.
Un abrazo y muchas gracias.
Un relato fresco y divertido. Enhorabuena.
PD: El tapicero es un clásico entre los clásicos.
a quien se le ocurre cambiar el llanto de los niños por esos gritos mal sonantes, ja ja ja , por cierto te has olvidado el de la «»toballas a 1 € «», que en la playa es el que mas se escucha, ja ja ja.
muy bueno, tu historia,
Que callao te lo tenias…, bribon!
Muy bien!!! Todavía tienes tiempo para escribir, y además sin faltas de ortografía!, un abrazo y sigue escribiendo entre llanto y llanto!
ahh! ya me dirás el hotel «pa» no ir!
Sigue escribiendo!
Gracias por tus felicitaciones y tus buenos deseos y aprovecho para animarte a seguir escribiendo, se por experiencia lo dificil que es cuando tienes niños pequeños.
Muy buena tu entrevista, yo comencé a escribir de forma similar, vi un certamen por internet y se despertó algo en mi que llevaba mucho tiempo dormido, desde entonces no he dejado de hacerlo, ya hace más de dos años.
Espero conocerte en Murcia, para mi ya es un premio estar en la final y compartir con amigos y futuros amigos (espero) ese momento, y como ya sé lo que es volverse a casa sin premios, no me preocupa demasiado esa posibilidad.
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