Todo empezó cuando Elsa tenía dieciséis años. Provenía de una familia humilde que no ganaba para derroches.
Elsa era una niña bellísima, y ella lo sabía puesto que todos los chicos que ella conocía hacían, que de una forma u otra, ella lo percibiera.
A pesar de provocaba todo tipo de admiraciones por su físico, ella envidiaba terriblemente a las chicas de su curso, porque sus familias podían pagarles ropas caras y caprichos a los que ella nunca había accedido.
Se había propuesto ponerse a trabajar después de las clases, ya que así, por lo menos, podría conseguir algunos caprichos. Pero, la idea la desechó en cuestión de días, puesto que cada tarde al acabar sus clases, mientras casi todas sus compañeras estaban en clases de ballet, informática o natación, ella tenía que cuidar de su madre, una obesa de ciento cuarenta kilos, que casi no podía ni moverse.
Todos en el Instituto, sabían que la familia de Elsa pasaba por penurias económicas, y por ello, Elsa, a pesar de ser de las más guapas del lugar, estaba un poco marginada, ya que su estatus social, no llegaba al mínimo requerido por los compañeros.
Un día, un chico que iba un curso por delante que Elsa le ofreció ganar dinero fácil. Ella, en un principio se negó a escucharlo, sin embargo, él continúo con su propuesta, nombrándole la cantidad que ganaría en diez minutos. Ella pensó, que ganar cincuenta euros, en tan poco tiempo, era un regalo, y en unos pocos segundos, gastó el dinero mentalmente.
– Se trata de que te desnudes para nosotros, sólo estaremos Sergio, Andrés y yo, y nos haces un strip tease. Te quedas en bragas, y nosotros te miramos. Así de fácil.
-Ni pensarlo, sois unos cerdos, sólo por pensar que yo accedería a ser una cualquiera.
-Piénsatelo Elsa, y mañana nos contestas. Nadie se enterará. Sólo estaremos nosotros tres.
-Nunca haría eso, me entiendes. Ya os podéis ir olvidando de mí.-Contestó ella enfurecida.
Toda la noche estuvo dándole vueltas a la propuesta de Ángel, valorando los pros y los contras, sin embargo, no podía creerse que estuviera planteándose hacerlo. La idea de acceder a la proposición la malhumoraba.
Esa mañana se despertó con las ideas bien claras, y dispuesta a hablar con los tres obsesos sexuales que le habían hecho pasar la noche en vela.
-¿Ya sabes si lo vas a hacer? -Le preguntó Ángel, nada más verla.
-Tengo unas condiciones innegociables, si queréis que lo haga. La primera, es que no serán cincuenta Euros, sino setenta. Además firmareis un papel, en el que juréis, no decir ni una palabra a nadie acerca de este tema.-Contestó Elsa convencida, que para ella, lo que iba a hacer era exclusivamente trabajo. Iba a ser una profesional y punto, como las actrices que tienen que denudarse en las películas.
Todo fue muy rápido y a pesar de que se sintió fatal, a ese primer desnudo, le siguieron muchos más, y por supuesto cada vez la veían más chicos del Instituto. Ella utilizaba su cuerpo. Se convencía de que no era nada malo, y a cambio, podía vestir como las demás, podía ir al cine los fines de semana y con un poco de suerte ayudaba a su padre a mantener a la familia.
Pasaron los años, y ella seguía utilizando su cuerpo para conseguir todo lo que su familia no podía darle. Con veinte años, y estudiando en la Universidad gracias a la beca que le habían concedido, se ganaba sus extras, haciendo bailes con desnudo incluido, en fiestas de Universitarios, despedidas de solteros y otros eventos. El precio de esos bailes era alto, pero se había corrido la voz, de que valía la pena.
Con el dinero que conseguía Elsa, pagaba todo lo que su madre necesitaba y que su padre no podía costarle, su estancia fuera de casa, y vestir con las marcas que desde niña había soñado.
En la universidad Elsa se convirtió en una joven con muchos pretendientes, estilosa y rodeada de celos por donde quiera que fuera. Solamente allí consiguió una única amiga, Clara, que se convirtió en su sombra, y con la que compartió confidencias respecto a su vida privada. Clara la admiraba muchísimo, así que comenzó a seguir los pasos de Elsa, y las dos se convirtieron en inseparables en la doble vida que llevaban.
De vez en cuando Elsa, sentía que debía cambiar, puesto que no era demasiado decente ganar dinero de esa forma, sin embargo, pronto se quitaba esa idea de la cabeza, ya que se autoconvencía de que era solo un trabajo con el que se ganaba el sustento.
Clara y Elsa, pasaban todo el tiempo juntas, tanto en las clases como en sus momentos de ocio y “trabajo”, pero un día Clara le dijo que tenían que hablar urgentemente acerca de un tema.
-¿Qué sucede Clara? Me asustas cuando me hablas tan seriamente.
-Elsa, las cosas se nos han ido de las manos, ya que me han hecho una propuesta repugnante.
-¿Quién? ¿Qué tipo de propuesta?- Dijo, imaginándose lo que le habían planteado a su amiga.
-Elsa, yo no voy a hacerlo, no soy una puta. Nunca vendería mi cuerpo por dinero.
-Pero, ¿quién te lo ha propuesto?- Elevó el tono de voz Elsa.
– Ha sido el profesor de Derecho Procesal. No sé como se ha enterado de que hacíamos desnudos, y me ha dicho que si queríamos llegar a pasar una noche con él y con un amigo, nos pagaría bien, y por descontado tendríamos el curso aprobado. He salido de su despacho corriendo y llorando. No he podido evitarlo.
-Clara, tranquilízate, te lo ha dicho a ti, porque sabe que eres más débil que yo. Ahora mismo voy a arreglar esto.
Elsa fue al despacho del profesor lo más rápido que pudo, y consiguió hablar con él, a pesar de que en un principio no quiso recibirla.
-¿Por qué has tenido que ofrecerle eso a Clara? Deberías haber sido valiente para decírmelo a mi y no a ella.
– Señorita Gómez, no tengo nada que hablar con usted, si quieren lo cogen y si no lo dejan. No puedo perder más tiempo con este tema.
– Pero, quien…
-Las noticias vuelan.- La interrumpió el profesor.
-¿Cuánto?
-¿Cuanto quiere? póngase usted misma el precio.
-Clara se sintió tremendamente ofendida con esas palabras, pero su mente sólo pensaba que era trabajo, y así podía seguir con su nivel de vida.
– Sólo lo haré yo, Clara está fuera, y no se puede enterar. Pasar la noche con usted, vale 500 Euros.-Sentenció no muy convencida de que por ese precio fuera a aceptar.
-Hecho. Será una velada estupenda.
Elsa no podía creer que hubiese aceptado. A pesar de que estaba nerviosa, no le resultaba tan difícil tener que pasar la noche con él, ya que era un hombre atractivo, inteligente, y aunque no le hacía demasiada gracia las formas que había utilizado para acostarse con ella , no le pareció tan mala idea.
Así comenzó la inclusión de Elsa en la prostitución de lujo. En un principio Clara, estuvo al margen, tal y como Elsa, había decidido, pero cuando Clara descubrió que las cosas le iban de maravilla a su amiga, la fiel Clara la siguió.
Las dos conocieron a hombres importantes e influyentes de la sociedad española, y el caché de ambas comenzó a subir como la espuma.
Cuando conoció a Carlos, su corazón dudó acerca de si debía seguir con su trabajo. Ella sintió que era la primera vez que quería estar con él sin que pasara el tiempo, que necesitaba besarlo y amarlo, de una forma especial. No como ella estaba acostumbrada a hacerlo. Sabía que se había enamorado.
Carlos, le propuso, que lo dejara todo por él, que ella valía mucho para seguir haciendo lo que hacía por dinero.
La ambición de Elsa le hizo desechar la oferta, ante la perplejidad de Carlos, que no podía creerse que hubiese luchado contra sus propios sentimientos.
-Es lo único que sé hacer. No puedo ni quiero dejarlo.
-Como puedes dejarte vencer de esa manera por la codicia. No puedo creer que antepongas este mundo a nuestro amor.
-Me ha costado mucho llegar hasta aquí, es lo único que se hacer.- Repetía con lágrimas en los ojos.
Con treinta y tres años, Elsa seguía ganándose la vida de la misma manera, y a pesar de que había conseguido terminar su carrera de Derecho, sólo esa única vez se planteó dejarlo todo, ya que trabajaba cuando le apetecía, se codeaba con gente de alto nivel económico, que pagaba demasiado por pasar una noche con ella, y acudía a eventos y fiestas plagadas de famosos. Le gustaba la vida que ella había elegido, y por supuesto en sus momentos de ocio, que eran muchos, seguía compartiendo confidencias e intimidades con su fiel amiga Clara.
Elsa, llevaba una aparente vida feliz, sin embargo su mirada ya nunca fue la misma. Juró nunca más volver a enamorarse.
Quien alguna vez se ha encontrado sin siquiera una moneda en el bolsillo sabe el valor del dinero. En las primeras líneas el relato me pareció medio flojo, pero en cuanto iba avanzando, él mismo crecía en interés y calidad. La frase final, me ha parecido justa y verdadera, por oída. En cuanto al principio, creo que parte de la flojedad que mencione deviene de las redundancias; por ejemplo, abusas, del pronombre «ella».
Pero como la clave es siempre la sustancia me ha gustado. Y me ha quedado con un dejo de tristeza y simpatía por Elsa, ése es tu logro.
Coincido con Gabriel en lo que comenta del comienzo del relato, que tal vez hubiera necesitado pasarle un poco la lija, pero por lo demás la historia me ha parecido interesante y bien escrita, reflejando hasta dónde puede llegar la majadería humana y el daño que puede causar el vivir obsesionado por la pura apariencia.
Te deseo suerte en el concurso.
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