Todo el mundo puede cometer errores, pero la gente que no aprende de los
suyos, lo normal es que vuelva a caer en ellos. Yo tenía ese día el complejo de que
eso mismo me hubiera sucedido; no por nada en particular, simplemente sentía
que no había aprovechado lo suficiente mi destino, por lo menos tanto como para
lograr encontrarme plenamente satisfecho.
Mientras seguía preguntándome el porqué de mi debilidad, inmerso en estos
extraños razonamientos, alguien se dirigió a mí en un tono cortés y afable:
– ¿Vas a seguir soñando con las musarañas o te vas a terminar el café que te
puse hace un buen rato? Mira que si se enfría pierde todo su sabor
-Perdona Pilar, hoy me encuentro un poco despistado – le dije en tono de
disculpa.
Pilar era una camarera muy simpática que siempre solía mostrarse muy
atenta conmigo. Eso me satisfacía, pues con una chica como aquella siempre
daba gusto dialogar. No sólo por su atrayente figura; morena con rasgos
ibéricos, de grandes ojos negros y un cuerpo bien moldeado; sino por su
naturalidad y sinceridad.
-Anda tío bueno, alegra esa carita que hoy las niñas no van a querer saber
nada de ti, y sería un desperdicio, sobre todo con lo bien que te sienta la
corbata de listas.-Me lo dijo de una forma que me instó a sonreír.
– Tienes razón Pilar, el horóscopo me dice que hoy toca, tal vez aparezca
ahora en tu local la mujer de mi vida – respondí en plan irónico.
-Si no fuera porque estoy casada verías tú si te iba a dejar escapar.
-Quizás por ello no me encuentre motivado, no debe haber ninguna más
como tú, no tengo otra alternativa que permanecer mancebo.
-¡Anda tonto! te dejo que tengo que tengo que atender a más clientes, y al
final más de una se pondrá celosa de verdad y se montará jaleo, que ya sabes que a
mi marido le gustan poco los escándalos en su bar.
Me gustaba seguirle el juego a Pilar de vez en cuando. Ciertamente que sino
fuera la esposa de uno de mis mejores amigos no me hubiera importado cortejarla.
Dicen que si uno tiene un amor imposible es mejor escoger a alguien
singular, pero yo no comparto esta opinión. Además tampoco tengo el carisma
como para poder despertar el deseo de cualquier mujer; siempre he envidiado a los
hombres que consiguen fascinar a las mujeres. Además es cómico mi papel con
ellas, pues por alguna razón que desconozco siempre consigo hacerme el mejor
amigo de cualquier chica, por lo que mi papel como amante queda inmediatamente
descatalogado. Soy lo que se podría definir como un “sustituto para eventos”. Me
explico: Las novias de mis amigos se vienen a tomar un café conmigo, al cine, de
fiesta… Todo menos sexo, eso ya se lo guardan para ellos cuando vuelven a casa. Y
éstos confían plenamente en mí, es como si supieran que no voy a intentar
nada con ellas. No sé si eso es bueno y que mis compañeros me aprecian; o malo
porque piensan que soy inofensivo por tener tan pocas capacidades amatorias.
De todas forman hay que reconocer que ellas me tratan muy bien, y aunque
tenga complejo de bufón tal vez no sepa aprovechar el abanico de posibilidades
que me da el relacionarme con estas amistades. Además al contrario de muchos
otros, no me excita una mujer con la que sé que no puedo acostarme.
Me había extraviado de nuevo en mis pensamientos ocultos,
verdaderamente ese día me había despertado con alma filosófica. De pronto una
mano me dio una palmadita en la espalda y oí una voz:
-¡Despierta tío, que pareces una empanadilla! ¡Pilar ponte dos cervezas que
paga aquí el amigo!- Era Federico, un conocido mío.
-Hola Fede, no te había visto. ¿Qué te trae por aquí?- le dije apáticamente,
pues aunque me caía bien, en ocasiones era un verdadero plasta. Además tengo
la convicción de que los amigos son colegas, pero los colegas no son
necesariamente amigos, por ello nunca bajo la guardia cuando dejo de estar en
soledad.
-Veo que estás de nuevo con la moral baja. Desde luego, no se te puede dejar
sólo. Ya verás como con unas cuantas birras enseguida se te pasan las penas.
-Fede no estoy para bromas.- Le respondí -. Ya me gustaría tener tu fuerza
y energía pero por desgracia no es así.
-Lo peor de los complejos de inferioridad es que lo tienen las personas
equivocadas- afirmó Fede a le vez que le echaba un buen trago a su jarra de
cerveza. Hay que reconocer que me quedé sorprendido, y es que Fede aunque
un tanto dislocado me conocía bastante bien. Seguidamente repitió:
-La experiencia nos enseña que los milagros tan sólo se le conceden a
quienes los demandan. Cierto es que la verdad se esconde a quien la busca, pero
más cierto es que ni siquiera existe para quien no la busca.
-En eso tienes la razón Fede. La madurez lo es todo y yo aún no la he
alcanzado. De todas formas cada vida es distinta y existen factores incontrolables a
los que cuesta mucho enfrentarse. Tú mismo que tanto recriminas mi actitud y
estás ahí sentado aferrado a tu quinto de cerveza. ¿Es eso lo qué tanto anhelas?
Federico no se inmutó, y con la tranquilidad que lo caracteriza dijo:
-Te voy a demostrar una cosa, ¿Ves aquella rubia de allí?
Asentí con la cabeza mientras observé como se acercó hacía ella. Se presentó y se
pusieron a hablar. La actitud de ella no parecía muy buena, pero al menos allí
estaban, conversando uno con otro. Conociendo las caídas de Fede tampoco me
extrañaba que pudiera acometer a la pobre chica, y parecía que no se le daba mal.
Pero cuando de nosotros dos se trata, raro es que no ocurra una desgracia. Resultó
que Fede, tan concentrado como estaba en su misión, tuvo el descuido de pisar a
su acompañante de tal modo que ésta soltó un gritó tremendo, de forma que
Pilar que pasaba justamente al lado se asustó resbalándose la bandeja que
portaba con un menú, con tan mala suerte de ir a caer las bebidas al traje de la
chica y los platos de sopa al pantalón de Fede, que sintiendo un hervor en ciertos
sitios, no pudo más que salir corriendo directo al cuarto de baño, con la intención
de salvaguardar su “integridad” con algo de agua. Total, un desastre.
Al rato apareció y me dijo a la vez que se reía:
-Un accidente sin importancia, pero por lo demás todo fue bien.
-¿Bien, pero qué dices? La chica se ha ido enfadada y no creo que vuelva a
aparecer más por aquí, por no hablar del mosqueo de Pilar.
-Sí pero que al final se haya roto el anzuelo no quiere decir que no haya
sabido pescar.
-¿Pero me vas a hablar ahora de la pesca? ¡Desde luego no hay manera a
entenderte!
-El que no entiende nada eres tú. Si te has dado cuenta he tenido la valentía
de lanzar el anzuelo, y habré fallado, pero al menos lo he intentado. Podía haber
capturado un buen pez. Tú en cambio ni lo has intentado. Si lo hubieras hecho
quizá tú si lo habrías logrado. El único fracaso es no intentar algo, pues si fallamos
al menos podremos intentar otros caminos, pero no nos quedaremos con la duda, y
por tanto, no estaremos luego dándole vueltas a nuestros pensamientos más
ocultos, lamentándonos de nuestro maltrecho destino.
La verdad es que Fede tenía razón, parecía como si estuviera predestinado a
guiarme aquel día. Yo me quejaba de mis fracasos, y él en cambio le daba un guiño
a la vida. Teníamos aventuras similares, pero el solía afrontarlas con humor.
La gente sólo cree lo que quiere creer, pero a veces pasan cosas malas,
sencillamente. El tiempo se mueve más aprisa de lo que nosotros deseáramos, pero
a fin de cuentas tenemos que aprovechar cada momento. Seguidamente me dirigí a
mi buen amigo:
-¡Lo qué no te pase a ti…! Anda vamos a tomarnos la última no vaya a ser
que se te suba el alcohol a la cabeza.
-Pues si no he llegado a tomar más de un trago, acabó todo derramado por
el suelo, ¿no recuerdas?- y se echó a reír.
No pude más que acompañarlo. Verdaderamente con sus consejos y
disparates me había alegrado el día. Se merecía un homenaje, por lo menos hoy.
Todo lo que sucediera después ya formaba parte de una nueva historia…
simpático y aleccionador relato. a mí, al igual que a su protagonista me levantó el ánimo.
felicidades
Un retazo de la vida corriente, de un hombre corriente con un amigo corriente y una camarera que le sigue la corriente. ¿Hay algo más difícil de describir? Muchas suerte en el certamen.
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