V Certamen de narrativa breve - Canal #Literatura

Noticias del III Certamen

4 marzo - 2008

18- El miedo. Álvaro Neftis

   …otro cambio de hogar, nuevas miradas, nuevos horizontes, nuevos amigos.More...

  El niño busca en su entorno una complicidad indispensable y el tiempo se destapa como el mejor aliado para ello.       Siempre creí que el miedo era un buen método para sentirse vivo, que a través de élpodríamos descubrir una parte de ese futuro que se escondía detrás de nuestras risas.Éramos tan jóvenes…

  – Los diez años es una edad fantástica en toda la extensión de la palabra, uno aprende a vivir un contraste de sueños, una vida donde todo tiene su punto de verdad y de mentira.      

  Allí estábamos, dispuestos a comernos un mundo dulce y jugoso, dispuestos a dar sentido a todo lo que se convirtiera en duda, mientras los ojos, todavía desnudos de emoción, nos pedían doblar aquella esquina lejanísima y terrible.

    Todo era cuestión de superar el miedo, un miedo que tenía mil disfraces y que se apoderaba de nosotros únicamente cuando conseguía separarnos.

     Siempre nos asustó el viejo del bastón, él permanecía inmóvil a los pies de una casa vacía, una casa de leyendas infantiles, donde al parecer se escuchaban risas de niños que jamás existieron.

      Desde la distancia, el hombre, con su ropa deshecha y sus gatos escuálidos, parecía un fantasma llegado del pasado para encender el miedo.

 Siempre estaba borracho, posiblemente, y ahora me doy cuenta, borracho del licor que destilan los años cuando se guardan en barricas de silencio.

     -No sé como explicarlo, pero aquella tarde el cielo tenía el color de la derrota.

Aunque nosotros nunca lo supimos, la luz tiene el poder de describir el mundo con un gesto de ausencia.

     La calle de los gatos esperaba detrás de los últimos árboles, extrañamente mudas, las persianas se fueron desmayando a nuestro paso, no quedaba nadie a quién desafiar con la mirada, todo era soledad…

-Porque nosotros siempre éramos uno; la misma risa, la misma decepción, el mismo sueño. Siempre fuimos uno y eso nos hacía peligrosamente invencibles.

     Llegamos a las puertas de la casa vacía,  con el miedo rozando cada palabra que no acertábamos a pronunciar y un murmullo de risas que volaban junto a los cuatro mirlos del tejado. El otoño ayudaba a crear una atmósfera perfecta, el viento golpeaba las ventanas y caía una especie de lluvia lenta y cálida, que nos mojaba lo justo para no retroceder.

      El hombre del bastón estaba allí, sentado en la escalera, con unos ojos inmensamente abiertos y encendidos, mostrando aquella cicatriz que palpitaba, roja, en la parte central de su garganta.  Nos miraba en silencio, también bajo la lluvia.

  Era la primera vez que le veíamos tan cerca, lo suficientemente cerca para descubrir que un fantasma produce una sensación mucho menos peligrosa.

   -Pero el peligro es algo transitorio en la mente de un niño.

El hombre desapareció en la oscuridad que circundaba la puerta…y nosotros decidimos seguirle hasta el interior de la casa.

-Temor y adrenalina, ilusión y misterio. Veinte años después empiezo a comprenderlo; uno solo disfruta plenamente cuando vive inconsciente de su gozo, cuando el perfume a vida nos invade una más que perfecta indiferencia.

Mientras los ojos se iban acostumbrando a la ausencia de luz, confiábamos en el tacto como única manera de seguir siendo uno.

 -Porque nosotros siempre éramos uno.

Los pies tropezaban en la adherencia del suelo y los objetos iban tomando forma en  nuestra imprevisible y condicionada imaginación; un cuchillo, un animal inmóvil, un  cuerpo tendido en un sofá mugriento…

   Nuestra risa, cada vez más nerviosa, se iba desplegando por las habitaciones y el color  del ocaso eclipsaba las huellas de la planta de arriba, fotografías de niños, cuerdas, botellas…

 Nada importante para el miedo de un niño.  

   Fue entonces cuando la puerta se cerró como jamás ninguna puerta lo había hecho hasta entonces, un impacto seco que nos gritó ¡corred! en un idioma universal y trágico.

 Allí nos separamos y fue así como el miedo se llenó sentido… y escuchamos latir el corazón de la casa.    

    De repente sentí cómo alguien sujetaba mis brazos, débiles como el pensamiento cuando el miedo te muerde los reflejos, pero lloré tan poderosamente que conseguí escapar y correr por calle de los gatos, hasta la seguridad de los primeros árboles.

     Esperé… tardaban demasiado, esperé a que salieran… os juro que esperé allí para  verlos salir de aquella casa, y poder reírnos juntos de esa nueva aventura,pero ellos nunca salieron.

Nunca más volví a verlos.

    -La muerte es algo abstracto para un niño sin lágrimas.

Hoy he vuelto, después de veinte años, para mirarme al espejo de sus ojos perdidos, para observar la inercia de ese miedo que me obligó a estar solo, que me enseñó a estar solo.

     Lo cierto es que siempre me gustó inventar amigos, amigos que murieran por mí  cada vez que la vida me llevaba a otro nuevo lugar.

 “nuevas miradas, nuevos horizontes, nuevos amigos…”

   Es cierto, nosotros siempre fuimos uno “la misma risa, la misma decepción, el mismo sueño.”

Y es que también se aprende el valor de la amistad en las muertes anónimas, y el dolor a  veces es un juego a los ojos de un niño.    

 Siempre creí que el miedo podría convencerme de que no estaba solo, de que la soledad no era la causa para llorar de nuevo.

Luego supe que el hombre del bastón fue derrotado, que le mató el fantasma de los sueños podridos, tal vez porque nunca tuvo amigos que murieran por él.

   Pero el miedo, el miedo es otra cosa, lo sé por esta ausencia de palabras orales, por esta sensación que estrecha la garganta al contemplar otra vez esta casa vacía.

    -Quién nos iba a decir que volveríamos, que estaríamos aquí, otra vez juntos, en la piel agrietada de un recuerdo confuso.

    ! Cuánto os he echado de menos ¡

Porque la luz tiene el poder de describir el mundo con un gesto de ausencia, os diré que  la tarde tiene hoy un color parecido a la nostalgia.

17- El plan. Por TDLemon
19- La invisibilidad del Sabio. Por Iván Marmi


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Participantes

Mara:

Impresionante relato, donde encontramos muchos alicientes para enganchar al lector; misterio, ternura,originalidad y hasta sorpresa, en un final profundo e increiblemente sensible.
Esa soledad que se enciende poco a poco y el valor real de la amistad, le dan poder a este fantástico relato.
Felicidades, Álvaro, hay muchas cosas escondidas detrás de las palabras, eso también se agradece.

Mara.


bobdylan:

Al leerlo he tenido la sensación de hallarme ante uno de esos pergaminos antiguos que se encuentran entre unas ruinas o en un caserón abandonado, todo lleno de moho o comido por los ratones, y al que lamentablemente faltan algunos trozos. Hay aspectos que a mi modo de ver resultan un tanto nebulosos.
También ha sido como esos puzzles en donde algunas piezas parecen estar colocadas en un lugar que no les corresponde. Esa sensación he tenido con varios párrafos, como si los hubieras colocado sin seguir un orden lógico ni cronológico.

Y el caso es que la prosa resulta brillante en ocasiones y el tono general es agradable, motivo por el cual he disfrutado leyendo tu relato.

Te deseo suerte en el concurso.


NEPC-64:

Preciosa metáfora. El miedo, qué necesario para sobrevivir, qué freno para prosperar, qué amargo!
Te felicito por el relato, me ha hecho revivir sentimientos de niñez. Suerte.


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