Las despedidas, siempre duras, en cualquier lugar, aeropuerto, estación del tren o del autobús, igual en la puerta de un bar, en un portal, de cualquier lugar, sintiendo el nudo en la garganta que no te deja articular palabra de una manera natural.
Esa despedida, una más de varias, y muchas más que vendrán, de padre a hija, de hija a padre. Sangre entera, libre y natural de una unión hecha forma a fuerza de cariño, comprensión y amor.
Hoy tocó despedida en el aeropuerto después de unos días enteros hablando, recordando el pasado y aventurando el futuro, todo en el presente de hoy que refuerza el lazo de unión.
La mayoría de los padres y madres de hoy se preocupan del futuro de sus vástagos, como los suyos lo hicieron por ellos en el pasado y lo harán, a pesar de los pesares, en el futuro. Los medios y las formas quizá fueron y sean diferentes, pero es siempre la preocupación el escollo a sortear, preocupación por el futuro y por los problemas que irán apareciendo a cada paso, en cada fase, de la vida que es del tiempo.
Ella ha venido encontrando en el seno familiar todo lo necesario para sentirse segura; bienaventurada porque de ello le ha ganado al tiempo su personalidad, su riqueza como persona, comprendiendo de manera constructiva y con tintes contestatarios lo irracional y envenenado de la sociedad, lo cual quizá ha controlado desde una perspectiva saludable y desde un entorno de seguridad que la ha venido guardando y alimentando desde que nació.
Positivo o negativo era una burbuja en la que de alguna manera se veía viviendo y que la ha sellado, marcado para el futuro. Futuro siempre incierto, como para todo el mundo, pero al fin y al cabo más abierto para explorar y algo menos cerrado en cuanto a las fronteras que lo demarcan.
En su despegue hacia el futuro aún más incierto, que inició hace unos meses cuando en la primera despedida en serio sus ojos se inundaron de lágrimas y comprendió que iba en realidad en serio, ella quería entender que era injusto, que la familia debía estar siempre unida, pero el futuro estaba, empezaba en ese momento y no había marcha atrás.
Pero era, es, un futuro inventado por nosotros mismos, estos humanos que buscamos donde no lo hay para disfrazar el pasado que nuestros ancestros hicieron mejor que nosotros hacemos y preparamos tanto el presente como el futuro, que siempre es inmediato.
Él, siempre guardián de lo suyo y de los suyos, creado, creador, victorioso destructor del tiempo para hacerlo menos mundano. Exploró los mismos momentos, los mismos instantes del ahora pasado, cerrando y abriendo etapas y acciones de emprendedor, ayudado por el tesón, atado un poco a la suerte.
Despertando de sueños reales y cómo ha pasado el tiempo; era ayer cuando soltaba su nudo umbilical artificial al que se había amarrado cuando cortaron el que lo separó del vientre materno. Ahora la infancia le parece más que un sueño, pero porque tenía que pasar, igual fue bonita y tranquila, o monótona y frágil, pero seguro que familiar, inocente y humilde. Qué más se podía pedir en esos tiempos.
La juventud pasó con muchas batallas, unas ganadas, otras perdidas, pero la guerra no terminó nunca, ni quiere que acabe porque es lo que le mueve para seguir encendiendo la mecha.
Esa mecha tiene que acabar algún día, el que sea; dicen que está escrito cuando se acaba el último suspiro de su llama. Mientras tanto, a vivir de la luz que la misma transmite y llenarla con más intensidad con la fuerza también que recibe de quienes le rodean, aunque estén lejos; como ahora va a estar de nuevo ella, lejos físicamente, pero más cerca que nunca viendo como crece, como continúa con las batallas que él no pudo terminar, como mueve las fichas del tablero del presente que se va haciendo pasado, alcanzando el futuro a cada instante.
No hay más bien que el que se gana sabiendo que no estás solo, que vas haciendo historia aunque lo sea para unos pocos; esos pocos que te quieren y a los que quieres. Esos que dices que son tuyos y por los que dices también que lucharás aún sabiendo que no siempre ganarás.
Cada victoria será celebrada y como habrá alguna que otra derrota, no será motivo ni para caer de rodillas, ni para dejarse avasallar por el villano que la ganó, tampoco para no volver a intentarlo; porque de eso se trata, de levantarse cuando tras caer vuelves con más ganas y valor a enfrentarte a la incertidumbre.
Hoy vuelve la incertidumbre en la despedida, que será borrada con la misma fuerza que hasta ahora se las ha vencido.
Ella continuará abriendo el camino, empezando a hacer su historia más sólida, más sublime, más fértil.
Él continuará la suya con la certeza de que la inversión por su vida no ha sido en vano, no ha sido egoísta, buscando sólo su futuro; sabe que los suyos han venido luchando con él y seguirán combatiendo juntos, aunque uno de ellos, de los suyos, ella, hoy, aunque esté lejos, está preparada para muchas, muchas victorias.