El mejor homenaje es un comentario escrito en este foro, que destacamos y compartimos.
Con permiso de los administradores me gustaría dedicar un pequeño homenaje a José Saramago, escritor portugués y Premio Nobel que hoy nos ha abandonado para siempre. Simplemente señalar el último párrafo de su libro titulado “Viaje a Portugal”.
“El viajero vuelve al camino”
No es verdad. El viaje no acaba nunca. Sólo los viajeros acaban. E incluso éstos pueden prolongarse en memoria, en recuerdo, en relatos. Cuando el viajero se sentó en la arena de la playa y dijo:”No hay nada más que ver”, sabía que no era así. El fín de un viaje es sólo el inicio de otro. Hay que ver lo que no se ha visto, ver otra vez lo que ya se vió, ver en primavera lo que se había visto en verano, ver de día lo que se vio de noche, con el sol lo que antes se vio bajo la lluvia, ver la siembra verdeante, el fruto maduro, la piedra que ha cambiado de lugar, la sombra que aquí no estaba. Hay que volver a los pasos ya dados, para repetirlos y para trazar caminos nuevos a su lado. Hay que comenzar de nuevo el viaje. Siempre. El viajero vuelve al camino.
Éste es el país del regreso. Se ha acabado el viaje.
Descanse en paz
Hoy nos ha dejado José Saramago. Premio Nobel 1998,Enviar a un amigo Imprimir
«El viajero vuelve al camino» Descanse en paz.
Siento su marcha como si fuera la del amigo siempre capaz de agitarme, que me ha contado historias haciendo de lo humano lo necesario. Me quedo con su ceguera tan lúcida, con su Jesús reinventado y espero que haya germinado su semilla en más de un jardín con árbol centenario.
Yo sólo he tenido la sensación de estar leyendo las palabras de un genio en tres ocasiones. Una de ellas fue al leer el final de La caverna.
Es difícil de explicar una sensación así, pero seguramente la forma más sencilla de hacerlo es no intentarlo. Cuando una obra, o cierto pasaje, es tan brillante que uno no sabe cómo dar cuenta ni de la sensación que le provoca ni de cómo el autor la ha logrado, no queda otra que entregarse.
Saramago es grande. Lo es porque escoge las palabras como si se hubieran inventado para el lugar donde las pone; porque su sintaxis se mueve entre lo sencillo y oraciones que se encadenan con un ritmo que adentra al lector en un extraño laberinto armónico; porque es elgante cuando toca, lírico sin buscar el lucimiento fácil, desenfadado si así lo requiere la ocasión.
Lo es porque su obra supera los límites de su propia creación. No soy de los que piensan que el arte es solo uno; es decir, que pintura, escultura, litearatura, cine, etc. son, al fin y al cabo, lo mismo. Pero sí creo que en ocasiones ocurre que la creación rebasa sus propias fronteras. Eso sucede cuando una obra es capaz de cumplir con el auténtico propósito del arte: iluminar nuestro conocimiento de quiénes somos, de quiénes somos como individuos, como sociedad o como humanidad (si es que estos tres aspectos se pueden separar). Por eso da igual que el Guernica sea pìntura, que Hamlet sea teatro o que El hombre tranquilo sea cine. Las tres son parte de lo mismo y no hay, entonces, tanta distancia entre ellas. Arte, supongo. Ahí, sin duca, está Saramago. Por eso es inmortal. Ya.
“Al entrar en el cuarto, Ricardo Reis ve la cama abierta, colcha y sábana apartadas y dobladas en un ángulo nítido, pero discretamente, sin ese impudor descarado de la ropa lanzada hacia atrás, aquí hay sólo una sugestión, si quiere acostarse, éste es el lugar adecuado. No será tan pronto. Primero leerá el verso y medio que dejó escrito en el papel, lo mirará severamente, buscará la puerta que esta llave, si llave es, pueda abrir, imaginará que la encontró y que va a dar con muchas otras puertas tras ella, cerradas todas ellas y sin llave, en fin, tanto insistió que encontró alguna cosa, o por cansancio, suyo o de alguien, quién, le fue súbitamente abandonada, y así concluyó el poema, No quieto ni inquieto mi ser calmo quiero erguir alto sobre el lugar donde los hombres tienen placer o dolores, el resto que en medio quedó obedecía a la misma conformidad, casi podría prescindirse, La felicidad es un yugo y ser feliz oprime porque es un estado cierto. Después se fue a acostar y se quedó dormido de inmediato.”
El año de la muerte de Ricardo Reis
Primero Delibes y ahora Saramago. Un poco más huérfanos todos los que creemos en la Persona.
Gracias Jose por enseñarme tan a las claras la importancia que tiene un narrador, incluso por encima de la propia historia.
¡Qué bien elegido el pasaje, Ratón de Chlóe! Tienes buen gusto, amiga (eso ya lo sabía…).
Muchas gracias. Ha sido un placer compartir con vosotros un poco de «Saramago» en este pequeño rincón de «Locos literarios».
Un saludo
Déjate llevar por el niño que siempre llevarás dentro.
Sencillez, humildad y dulzura fueron los colores que Saramago utilizó para regalarnos decenas de lienzos con los que decorar nuestros pensamientos. Hagamos buen uso de ese extraordinario legado.
Descansa, amigo.
Muy emocionante tu reflexión, Beatus ille. Una vez más te lo digo: las palabras te quieren.
Es impresionanante el fragmento, ¿verdad?.Me encanta la imagen de ese pequeño verso ahí, sólo en un papel, esperando a convertirse en una llave capaz de abrir la puerta de algo que está latente detrás: un poema. Y de los versos, qué decir: sí, la felicidad es un yugo porque es un estado cierto, nadie puede dudar en su presencia. La felicidad se ve, se huele, se oye, se toca, se saborea. Y entonces, una vez vista, olida, oída, tocada, saboreada, te obliga, de algún modo; no puedes ignorar su fuerza.
Parece que compartimos gustos, ¿no?. Lo intuía, que lo sepas.