Dedicado a aquel que jamás volví a ver, con su cuerpo grande, enormes bigotes y patitas pequeñas. Tiempos cuando era vigilante.
1
Ratón es como un perro viejo que sin ser viejo de verdad, es de cartón. Lo asocio precisamente a ese material que he dicho porque es suave como la lisura de un cartón, sin embargo, claro y franco de romper si al mismo cartón le has doblado dos veces y lo tratas de doblar. No podrás. Así es mi Ratón. Esta tarde, por ejemplo, que estoy sólo y veo a la Luna que realmente esta bella, él está conmigo y en vez seguro de tal vez él como puede refugiarse realmente en un rincón más seco y abrigado ha preferido, cosa rara, estar conmigo pese a que mi sitio es un sitio en el cual le cae el viento, frió y duro de la noche. La noche, Ratón, con todos sus fríos realmente no se compara a la dureza del clima o del tiempo tan rebelde, la noche, Ratón, con todo su frío, tu sabes, tu lo has sentido, no puede ni siquiera levemente ocultar la belleza de la Luna que cuando está en el cielo y brilla, entonces es como una mujer en el aire, y brilla, como un queso blanco pero muy blanco, una estrella redonda sin aspas ni dientes, un ojo, tal vez el de Dios para ver a la Tierra de los hombres, todos sus males y bienes, disfrazado en un circulo de luz de plata pero translucida.
Eso es la noche, Ratón, eso es la noche. Duerme ya….
2
Al amanecer y también al irse ya un poco de frío en el ambiente, la luz de Venus, en una estrella enorme por el Este nos sorprende y yo la recibo. Luego que doy un vistazo al lugar; veo que como todos los días realmente todo el lugar es el mismo: ni un robo, ni un asalto, el mismo sitio, el mismo lugar, nada ha cambiado, lo que cuido y lo que debo de cuidar, sigue igual y mi entonces oficio de vigilante nocturno, una vez más, ha concluido. Llamo a Ratón, a comer y las pocas migajas de pan que de la noche anterior sobró, él se los devoró, y deben verlo comer; ¡Que apetito tienes, Ratón¡ ¡Como si seguro si le doy una o dos bolsas de pan, seguro lo devora!
¡Oh Ratón, lloro porque al llegar la quincena y mi seguro día de pago, gaste, Ratón, mi amigo, un poco de dinero cochino, en un buen, un gran caliente pollo frito, Ratón, y entonces, tu, tan hambriento como eres – ja, ja, ja – ya no te sientas, como con el estomago vacío, y pensando seguro también, – ja, ja, ja – que yo como cosas ricas, y tu no, – ja, ja, ja ¡
¡Si supieras, Ratón, si supieras ¡
3
El ferrocarril que yo cuido y que además es uno antiguo; es un viejo, pero muy viejo vagón de tren descompuesto. Al parecer, se descompuso, hace mucho y como ha quedado ahí en un también apartado riel, me han puesto ahí, a mí, a vigilar; por supuesto, “que vagos y personas de mal vivir no entren y menos ensucien allí con basura ó porquerías“. Allí precisamente con Ratón, yo, guarecemos en la noche; y aunque no tenga ya ni puerta, ni ventana, es mi casa para mí, y la de Ratón, también, por supuesto, es nuestro castillo.
¿Te acuerdas, Ratón, cuando una tarde de verano, que venía de Peru a trabajar no hallé donde dormir y entonces, tú, tú, pequeñín, ladrando, me llamaste a tu casa; a la cual me invitaste a venir?
Si, Ratón, si, la Luna es nuestro techo a veces, y el viento es nuestra frazada; para pobres almas, como nosotros, Amigo, el hambre es nuestro hermano y haber encontrado oficio, de repente, una proeza, aunque sea malo a veces mi jefe, lo aprecio, y si su carácter, es así, será por algo; a mí, Ratón, mi padre me trataba también mal, y nunca me pago nada, en cambio, mi jefe, mi buen jefe, aunque me grita, al menos, me va a pagar.
Si, Ratón, y con él, con él, te prometo, apenas me paguen, te juro, nos vamos de jarana a Barcelona, y sí, nos reventamos de carne.
Ja, ja,
4
A la noche siguiente que también volví a estar en mi mismo puesto, tuve un sueño, un sueño extraño, tal vez más de lo debido, tal vez muy rico en fantasía; creí que mi vagón, el viejo vagón en el cual, vivo, se movía solo, y que yo iba bajando junto con Ratón por todo el camino en que van los otros trenes, todos más modernos, no tan triste ni viejo como éste….
Pero déjenme decirles, que yo prefiero a este pobre y viejo pedazo de lata, oxidada, a un moderno, si fuera posible, vagón de ahora. Yo no soy para eso. Prefiero los fierros grises y fríos de mi este que he llamado, Victoria, a los modernos que se ven ahora, llamados LUXOR o NKE; todos ellos son también lindos pero mi corazón está en el Victoria; este pobre vagón abandonado en el cual he llegado a vivir junto a Ratón, mi perro, que me guió, creo.
Victoria, es como el sueño de aquel que no tiene nada; de aquel que esta solo; una casa, un castillo, mi atalaya, mi refugio cuando el viento sopla; mi sombra cuando en el día el sol, muerde; mi reposo cuando estoy inquieto, mi alegría cuando estoy triste; un lugar que me ha dado Dios para descansar, eso es el Victoria; y es, se puede decir, ya, parte de mi, un lugar que encontré cuando sin trabajo hallé a Ratón y el mismo, me invito a pasar cuando nada era y me moría de frío …..
Ven, Ratón, – le dije en sueños -, sube al tren (vagón) que vamos a partir, y entonces nuestra loca imaginación, nos llevaba a la ciudad, donde entrábamos con nuestro viejo vagón y llegaba a un restaurant; “Oiga, Señora; – decímos- ; queremos una orden de pollo frito, con papas”, y nos daban.
Y te juro, Ratón, que hasta lo saboreábamos.
Y seguimos andando; nuestro tren no paraba; era como sin gasolina; de solo imaginación y ella no cuesta; unas ruedas de hada la manejaban; unos fierros de buen corazón, la guiaban; mis manos tocaban el rudo claxon y ese sonaba: tú, tú, tú…
Y Ratón, saltó y me acurrucaba de amor.
Y yo también lo acurrucaba.
Y la Luna brillaba y esa noche, recuerdo, dormimos, sentados, con el estomago lleno aunque de sueños, y de frío, por no decir que de ansias, por hacer cosas que de hacerlas, ni lo creeríamos…
5
Dando un día a Ratón, el ultimo y único pan que todavía tenía en mi bolsillo; una noche anterior de mi ansiada veintena; recuerdo que Ratón no se puso de pie mas, y yo entonces, pensando lo peor, me saque la bota de vigilante que tenia y yendo a una casa cercana, le dije a la señora que por favor me diera por él algo de dinero, que mi amigo se moría, se moría de hambre, pues le pedí carne y ella me miró y se quedó extrañada.
No, – me dijo- , no; no vendo carne.
Por favor, – supliqué -, si quiere también le doy mi chaleco.
A lo que ella también, rechazó y yo ya no supe que hacer…
Solo regresé de nuevo al lado de mi pobre amigo, que cosa rara, empezó a vomitar espuma y entonces comprendí ahí mismo por qué de su dolencia: que el pobre había como siempre ido al basurero, cuando yo dormía, y pues, yendo allí, cogió algo que seguro de veneno estaba impregnado, y pues, luego de comerlo por el hambre tan grande que tenia, se puso así y ahora enfermo, entre mis brazos, solo me mira, me mira, y yo no sé qué hacer….
Le di un poco de agua y hasta de lado le puse; pero mi corazón ya sabía que no tenía remedio; y entonces cuando vi que su pancilla se inflamó y que sus dientes se asomaron (él nunca me mordió) lo vi cuando movió la cola y en un último pero supremo esfuerzo por seguir viéndome a los ojos, movió las piernas; y cuando hizo esto, un poco de su orina, casi involuntariamente, salió y por fin, el brillo hermoso de sus ojos en un apagado seco brillo de pupilas, vi que se tornó. El aire parecía de pronto, ponerse más helado, y mi ser estaba completamente destrozado.
Y ahí no mas recuerdo, llegó un colega mío, el que más creo me tiene cólera, por ser Español y diciendo malhumoradamente; – toma tu pago, te han dado, – yo lloré, yo lloré desconsoladamente, y no vi ya que es lo que paso ya con mi colega, pues, luego de enjugarme los ojos, él ya no estaba y yendo al pueblo así todo herido, compré pollo frito como fue mi palabra al pobre, y se lo puse en la boca y no comía, no comía, el triste…..
Y llegó a dar la noche; y mi corazón se hacía cada vez más, cada vez más pesado.
6
Ven, ven, Ratón, aquí, aquí conmigo, subamos de nuevo al tren de esa vez de nuestros sueños, que nos llevó a comer pollo frito, vamos, sube; sube mi hermoso amigo, sube mi buen hermano; ven, dame de ese pedazo de pollo frito que haz comido, que ha estado envenenado, vamos, yo también lo he comido y he subido como tú por fin ya al tren del olvido.
Sube, sube, mi amigo.
Sube que es nuestro tren realmente el que necesitamos para llegar a nuestro destino, que será el cielo, Ratón, de las estrellas; allí donde no hay frío, ni habrá hambre; allí, Ratón, Amigo, iremos. Sube, viene el tren; alista las cosas, que todo esté limpio, vamos….
Cada riel que tiene el carril, en forma paralela, son los amigos, Ratón, que uno ha hecho en el mundo; y esas dos grandes lingotes a su costado, no son sino, la familia y Dios que nos guiaron en nuestro camino.
Sube, sube, ya… vamos.
Amigo, sube…
– “Señor, señor, el extranjero, se murió, el extranjero se murió”.
A estas horas, cuando todos seguro se están preguntando, Ratón, porqué y porqué motivos seguro ya no estoy más allí, nosotros, Ratón, estaremos ya llegando en esos momentos al cielo; y de esta tierra que es finalmente la tierra de nuestros padres, nos habremos ido; por fin, Ratón, a los atrios del Señor; donde nunca más, Amigo, habrá frió, ni estaremos solos; y mejor tómate ya de mis manos, que esa luz que vez allí brillar; es la entrada; pronto, por favor, sujétate,, porque entraremos ahora mismo por allí…
Ratón, mi amigo, Ratón…..
237- Mi Perro Ratón. Por Peinao de Loco,Enviar a un amigo Imprimir
Precioso relato de un desheredado del progreso que bien sabe que la mejor compañía no suele estar en el género humano.
Mucha suerte.
PREVISIBLE Y LACRIMÓGENO RELATO, UN TANTO EXTENSO. SUERTE
Lo siento, no he podido pasar del primer párrafo…
Lacrimógeno será, porque estoy llorando como una Magdalena. Es bonito el relato, tierno y dulce y cruel. Suerte, Peinao.
Este cuento hace que miremos con otros ojos a unos bichos que, por lo general, nos producen bastante repugnancia. Conseguir ese efecto ya tiene su mérito.
Mucha suerte con tu relato