premio especial 2010

 

Abr 29

            Martín llevaba tres días sin pegar ojo. Su rendimiento en el trabajo se resentía, la adicción al messenger lo estaba matando. Cada vez se mostraba más arisco y no veía el momento para quedarse a solas con el ordenador. Cuando comenzó a usarlo, nunca creyó que aquella máquina lo dominaría de esa manera. Su fase más crítica fue cuando el jefe lo pilló en el despacho por tercer día consecutivo durmiendo, totalmente grogui. Con estas palabras, le sentenció:

—¡O hace usted algo con sus problemas de sueño o su labor en esta empresa habrá finalizado!

Decidió ir al psiquiatra. Después de explicarle el problema, éste le dijo:

—¿Usted cree que no le es posible vivir sin tener contacto con el ordenador?

—Ahora creo que no.

—Bien, le voy a proponer una cosa, le daré una medicación que le ayudará a relajarse; sin embargo, para que todo vaya bien deberá retirarse a un monasterio durante quince días. Hay que cortar de raíz. ¿Tendrá usted problema para que su jefe le dé unos días de permiso?

—No, supongo que no, él me ha animado a que le visite y arregle mi adicción.

—Entonces, ¿está usted de acuerdo?

—No mucho; aunque pienso que no me queda otro remedio.

 

          Se fue cabizbajo y pensativo, ¿a un monasterio? El único sitio que se le ocurría era las celdas de Montserrat, tenía entendido que había mucha gente que se retiraba para escribir y para encontrarse a sí mismo. Esa misma noche llamó por teléfono, le reservaron una habitación y le aseguraron que allí se sentiría muy cómodo. Llenó su maleta con todo lo imprescindible, miró el ordenador, tuvo la tentación de guardarlo también; fue fuerte y no lo hizo. Le aconsejaron que asistiera a los oficios religiosos, eso lo distraería y le haría olvidar su contacto con el mundo. Cuando llegó, se encontró con un cuarto austero casi sin decoración, sólo un crucifijo encima de la cama. Se tiró sobre ella de golpe, aquello no lo aguantaría muchos días. Al cabo de dos horas ya no sabía qué hacer, decidió salir a la calle, pasear le distraería. Hizo una visita al museo y a la capilla; pero sus pensamientos se iban a aquella dichosa máquina, empezaba a dudar si fue buena idea retirarse a aquel sitio. Mientras se encontraba en la capilla, en el oficio de la tarde su mirada se acercó hacía una chica muy joven; vestía de una manera algo extraña, o al menos poco habitual. Llevaba un pañuelo verde en la cabeza, una falda verde haciendo juego y un polo verde; en los pies unos calcetines con rayas igualmente verdes y unas zapatillas deportivas tipo botín del mismo color. Al principio pensó que tal vez formaría parte de un grupo social, que para distinguirse iban todos del mismo color; aunque no vio a nadie que vistiera igual alrededor suyo. Tanto le llamó la atención, que cuando salió de la iglesia decidió seguirla, igual se alojaba en una de las celdas. Efectivamente siguió su mismo camino, subió la misma escalera y llamó a la puerta una de las celdas. Un hombre de mediana edad le abrió y la chica  dijo:

—Ya he cumplido con mi misión.

—¿No la ha seguido nadie?

—No, seguro que no.

Escondido en el hueco de la escalera, observaba la escena.

—¿Le ha proporcionado el paquete al señor Ortiz?

—Desde luego

—Estupendo, cuando lo abra lo tendremos comiendo en nuestras manos. No se arriesgará  que le proporcionemos a su mujer las fotografías, y quien paga una vez,  continuará haciéndolo.

          ¡Madre mía! Esto era algo muy grave, debía ir a la policía; aunque ¿qué diría?, no sabía quién era ese Ortiz, seguro que alguien importante. Lo mejor sería enterarse bien de la identidad de aquel individuo y más adelante ya sabría qué hacer. De momento se retiraría a su habitación y consultaría con la almohada.

           En el transcurso de la noche, unos sueños horribles invadieron la mente de Martín, aquella chica se le aparecía, unas cuencas vacías lo miraban y una risa macabra salía de su boca mostrándola fea y desdentada. A la mañana siguiente decidió volver a la capilla;  primero se acercó al piso de arriba por si acaso los dos individuos volvían a aparecer; pero no, no hubo suerte. En la capilla, justo en la misa de la mañana, empezó a escuchar la Escolanía de Montserrat, unas voces angelicales salían de aquellas gargantas formando un bello conjunto musical, al que todo el mundo asistía maravillado. Martín observó largo y tendido a todos los asistentes y no percibió nada extraño. Esperó a que acabara el oficio y se quedó sentado. Cuando todo el mundo salió de la iglesia, dos hombres permanecieron en sus asientos, primero con sus cabezas mirando hacia delante, después ambos se miraron, uno observaba al otro con los ojos desencajados —al que parecía el tipo que habló con la joven del día anterior—. De pronto, el tipo sacó algo del bolsillo y se lo entregó al otro, que se levantó al instante y desapareció de la iglesia. El que permaneció sentado, sonrió y disfrutó un momento del regalo recibido. Martín no pudo remediarlo, tenía que hablar con aquel hombre, que seguramente sería el señor Ortiz. Lo estarían presionando con algo grave que sabían de él, que por supuesto no debía de salir a la luz. Se retiró de la capilla y con el paso ligero alcanzó rápido al individuo en cuestión.

—Señor Ortiz, perdone, perdone.

—¿Qué desea? Si quiere un autógrafo…, lo siento, ahora  no estoy para eso.

 

          Cuando se volvió se dio cuenta, lo conocía por la televisión, era un político, aunque no sabía identificar  a qué partido pertenecía; ahora empezaba a entender.

—No, no se preocupe, le quiero advertir.

El hombre. con un rictus serio. lo miró sorprendido.

—¿Advertir usted? ¿De qué? No lo conozco de nada.

—Bueno, no hace falta que me conozca, sé que lo están chantajeando con algo que saben de usted y para que callen les está pagando.

—¡Cómo se atreve! No sé qué quiere decir.

—He visto a ese individuo que hablaba con usted, ayer noche, con una señorita,  dijeron claramente que no se conformarían con un solo pago y que lo tendrían comiendo en su mano todo el tiempo que quisieran.

         En ese momento, la cara de arrogancia cambió por otra de desconcierto. ¿Cómo ese desconocido había  averiguado lo que le estaba sucediendo? Lo miró y le dijo:

—No puedo hacer nada, estoy cogido de pies y manos; si esto sale a la luz, mi carrera habrá acabado.

—Pero ¿Tan grave es?

          —Pues…, tienen unas fotos en su poder de unas cuantas visitas que realicé a un prostíbulo, bueno, en realidad bastantes. Tengo un problema y no lo he querido reconocer. Ese es el paquete que me dieron y, como usted comprenderá, habrá más fotos como estas.

         —Mire, yo no soy nadie para aconsejarle; pero esos tipos no se conformarán con algo de dinero, lo arruinarán y al final se sabrá todo.

        —¿Y qué pretende, qué confiese?

         —Sí, es lo mejor, confesárselo primero a su mujer y después en una rueda de prensa; acabarán por perdonarlo. La gente no soporta la mentira, pero sí un momento de debilidad. Salga de la escena pública un tiempo y luego poco a poco volverán las cosas a su sitio.

        —No sé…, no sé… Se lo agradezco. Y ahora, si me disculpa, mis deberes me llaman.

          Desapareció. Martín se sintió satisfecho, sabía que había hecho bien, ahora lo que pasara después ya no dependía de él. De regreso a su habitación, decidió olvidar lo sucedido y se adentró en la lectura de unos cuantos libros que trajo consigo para distraerse un poco. Los demás días pasaron muy rápidos y a los dos vecinos de celda no volvió a verlos. 

         Ya en su apartamento volvió a la realidad; aunque una cosa ya no estaba en su vida, el ordenador. Ni lo miró. No sabía que le había ocurrido, ¿o quizás sí? Todas las adicciones son malas, sino que le pregunten a aquel tipo, algo bueno como el sexo se había convertido en enfermizo por su abuso. En  aquel lugar ni meditó ni oró; aunque si leyó mucho, eso sí, jamás leyó tanto como en aquella celda, y lo de aquel hombre le influyó más de lo que él pensaba. A los pocos días, en la televisión anunciaron una rueda de prensa. Allí estaba  el político. Comenzó a hablar y confesó su forzosa segunda vida por su adicción al sexo, pidió perdón públicamente y anunció su abandono de la política. ¡No era posible!, por fin alguien daba más valor a la honestidad que a su éxito político. Sólo por lo conseguido, valió la pena retirarse y conocerse a sí mismo, tanto por fuera como por dentro.

         Como todas las adicciones, era mejor no caer en la tentación, esperaría un tiempo y cuando se viera con fuerzas volvería a utilizar aquella herramienta en la justa medida; mientras tanto, pasaría sus ratos libres leyendo todos aquellos libros que tenía en su biblioteca —que de no usarlos se deshacían por el polvo que acumulaban—. Iría descubriendo en ellos los tesoros escondidos de  sabiduría que acumulaban tantos siglos de humanidad en la tierra.

28- Adicción. Por Aida, 3.7 out of 10 based on 19 ratings

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22 Responses to “28- Adicción. Por Aida”

  1. Enrique dice:

    Intriga un poco al principo, incluso paraece que sube el tono a medio relato, pero el final me ha decepcionado. Muy simple.
    Saludos

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  2. Aida dice:

    Bueno Enrique, lo de simple depende como se mire, no todo lo complejo y rebuscado es bueno, la vida es más simple de lo que parece, o al menos yo así lo veo

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  3. Ágata dice:

    La idea es buena, pero creo que no le sacas provecho. Tu forma de contar es demasiado lineal, y creo que le falta el ritmo. Deberías, además, cuidar el lenguaje, no solo se trata de escribir como hablamos, cuidar la forma es importante. Pero solo es una opinión.

    Que tengas suerte.
    Mi relato es el 41

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  4. Antístenes dice:

    No puedo creerme que alguien se duerma en una oficina a menos que esté totalmente borracho… Lo siento, a partir de ahí, lo reconozco, no he seguido leyendo. Suerte en todo caso…

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  5. Aida dice:

    La verdad es que no se si los dos sois fantásticos escritores o que, porque criticais de una manera que seguramente este concurso no es el vuestro sino uno de mayor categoría. Desde luego que el relato es lineal; pero eso es como en las películas, hay películas lineales que son fantásticas y otras que de lo enrevesadas que son, no las comprende ni el mismo que la hace.
    Antístenes, yo misma a veces me duermo si estoy mucho con el ordenador, imagínate si esa persona no duerme en casa por la obsesión del chat, se puede dormir en el trabajo, ¿ Por qué no?.
    De todas maneras os agradezco que os hayáis leido el relato.

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  6. Ágata dice:

    Tienes razón Aida en lo que dices, qué importa la linealidad y sobre todo qué importa mi opinión, si al fin y al cabo soy aprendiz de escritora, si es que alguna vez llego a serlo.

    Perdona el comentario, no soy experta, además, creo que no debo juzgar los relatos de los demás. Pero creí que este foro estaba para eso. A mí, sin embargo, me gusta tu comentario sobre el mío, porque eso es lo que te suscitó el relato y lo dices, es legítimo. Otra cosa sería buscar puntas absurdas donde no las hay como hace algún comentarista por ahí.

    En cualquier caso, gracias.

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  7. la ciudad dice:

    Una cosa es importante para escribir: la originalidad, tu relato bien o mal escrito, es original. te felicito

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  8. Aida dice:

    «La ciudad» gracias por tu comentario y por leerte mi relato. Lo de bien o mal escrito, es un poco relativo, si el escribir de una manera llana,-por supuesto sin faltas de ortografía- se puede considerar que escribes mal, entonces escribo mal; pero ya comenté a los compañeros escritores que a veces el recargolar demasiado el lenguaje a veces no hace mucho bien a la lengua. En fin, yo sinceramente no comento los demás relatos porque no puedo dar lecciones de nada, todos tienen algo positivo; aunque te gusten más o te gusten menos..

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  9. HÓSKAR WILD dice:

    Creo a algunos se les olvida que lo más importante, y lo más valiente, es el hecho de compartir lo que se escribe con los demás.
    Mucha suerte.

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  10. Aida dice:

    Estoy de acuerdo contigo, eso es lo más importante y lo que nos enriquece.
    Gracias y mucha suerte también para ti

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  11. Granizo dice:

    A mí no me parece que tu relato sea tan lineal, coincido más con el primer comentario respecto a que en un par de momentos parece que coge más ritmo, pero que luego vuelve a bajar. Pienso que hay detalles que despistan, por ejemplo esa descripción detallada de la vestimenta de la chica, te centras mucho en ella, pero es un personaje que se pierde… Me queda la sensación de que quizás podrías haberlos aprovechado más (esos detalles).
    Pero en fin, yo tampoco pretendo dar lecciones de nada (por eso, espero que no te tomes a mal mi comentario), pero sí pasar un buen rato leyendo y opinando, que no es malo, creo, si se hace con respeto.
    Tu relato se lee con facilidad y eso ya es bastante.
    Suerte

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  12. Aida dice:

    No Granizo no te preocupes, yo si las criticas son con sencillez y constructivas me parecen bien, lo que me parece mal son las críticas con prepotencia como de escritores consagrados, que yo creo que incluso estos tienen más humildad.
    En cuanto al personaje de la chica, la verdad es que es un personaje transitorio, simplemente hace de enlace para contar la historia, igual que el otro hombre con quien habla, me entretengo en la vestimenta como algo importante para que el chico se fije; aunque puede que tengas razón en cuanto que la describo mucho.
    Gracias por leer mi relato.

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  13. Hank dice:

    A ver, compañeros, no seamos tan simplones y digamos las cosas como son.
    No coincido ni de lejos con las formas del afamado Antístenes, más que nada porque son agresivas y facilonas en el insulto, pero sí estoy con él en que muchos de los relatos de este concurso son bastante malos, como por otra parte corresponde a escritores noveles como nosotros. De hecho, si fuéramos buenos andaríamos peleando por el Hucha de Oro o similares, y lo que de ninguna forma ayuda a mejorar nuestro estilo son las alabanzas gratuitas y los parabienes sin sentido.
    Si vamos a criticar, hagámoslo con razonamientos sinceros y productivos; para regalar los oídos ya están las madres, los novios o las esposas. Lo que está mal está mal, y por mucho que engañemos al autor diciéndole que es un relato magnífico, lo único que conseguiremos es ahondar en su mediocridad.
    Adelante pues con las críticas, pero las de verdad, las que ayudan.
    Mi enhorabuena en ese sentido a algunos des ustedes, en concreto a Pirata, aunque no es el único, y lamento que Antístenes haya tomado esas formas agresivas, porque sus comentarios ayudarían mucho si no generaran ese rechazo inicial por culpa de la agresividad con la que están escritas.
    Suerte a todos, a pesar de los pesares.

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  14. Aida dice:

    Bien Hank, las criticas que sean constructivas. Como dices la agresividad en las formas no ayuda sino que hace que la otra persona conteste de igual manera. De todas formas creo que al que no le guste pues que no deje comentario antes de mingunear a la persona. Como dije antes todos los relatos tienen algo bueno, y está bien valorarlos en su justa medida; porque sino la persona se puede sentir herida, y eso no es bueno porque seguramente no volverá a participar.
    Gracias por leer el relato.

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  15. Panzermeyer dice:

    Me gustó la moraleja del relato y aún más los comentarios.

    Aída, y lo más importante, sos una persona de valía, como Hank y otros. Adelante, y no sólo en la escritura; es un gusto conocer gente como ustedes.

    Plumífero es cualquiera, hay otras cosas que no se aprenden.

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  16. Aida dice:

    Gracias Panzermeyer, me das ánimos para continuar haciendo una de las cosas que más me guatan, escribir.

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  17. Croqui dice:

    Finalmente, es una curiosa forma de contraponer la tradición cultural y la vanguardia. Como en todo, quizá lo mejor sea el término medio. En este caso, prefiero el trasfondo a la peripecia que se narra.

    Suerte

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  18. Aida dice:

    Si Croqui, en realidad el transfondo como dices tú es lo que cuenta; porque la peripecia es una excusa.
    Gracias por leerte mi relato

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  19. Roberta B. dice:

    Es un relato que se lee bien y que contiene un mensaje interesante. Te deseo mucha suerte en el certamen, y no hagas demasiado caso a los críticos ácidos, si acaso lee sus relatos y verás que tampoco son algo extraordinario, genios literarios hay muy pocos, los demás, tenemos que conformarmos con aprender y trabajar mucho.
    Suerte en el certamen.

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  20. Aida dice:

    Gracias Roberta. Si, quizás hago demasiado caso; porque yo valoro ante todo la humildad, y desde luego yo no me siento capacitada para hacer ese tipo de críticas a los compañeros; simplemente les digo lo que me transmite su historia, nada más.
    Gracias otra vez por leerte mi relato.

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  21. Sentencia dice:

    Los que no les gusta este relato es porque son unos adictos a internet lo reconozcan o no, así de claro.

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  22. ALBA LONGA dice:

    No voy a entrar a valorar tu relato en los aspectos literarios, pues como bien dices, cada escritor es un mundo y ninguno somos los poseedores de la verdad.
    Pero en cuanto al contenido si me gustaría hacerte unas consideraciones. Lo cierto es que al principio me ha «enganchado» y todo lo que iba sucediendo parecía muy prometedor, pero ese final seco y moralizante me ha dejado un sabor a «poco». Escribes muy bien y creo que tienes capacidad para desarrollar las historias con más imaginación. Así que ánimo y sigue con tu pasión.

    Te dejo mi voto y te deseo suerte. También aprovecho para invitarte a leer mi relato, el 181, y ya me dirás lo que te parece.

    Un saludo.

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