Raquel se fue, acompañada por un claro alivio que yo no llegaba a comprender y me dolía, y que la llevó a despreocuparse de las enormes y abarrotadas cajas que apiló en la entrada.
─Volveré a por ellas en cuanto pueda─, me aseguró justo antes de desaparecer.
Pero los días pasaron y de allí no se movieron, recordándome, irreparable y testarudamente, mi solitaria y afligida vida. Sin embargo, no era capaz de cambiarlas de sitio, de recluirlas en algún rincón de la casa hasta que ella quisiera buscarlas. Creo que en el fondo, verlas cada vez que salía o entraba me servía para recrearme en mi desgracia.
─Raquel me ha abandonado─, decía en voz alta cuando las miraba.
─Raquel me ha abandonado─, insistía, al cabo de unos segundos, y con un largo suspiro daba por terminado aquel corto monólogo.
Y es que, de la manera más simple y natural, unos días antes de que las cajas pasaran a convertirse en mis únicas compañeras de piso, Raquel me esperó sentada en una de ellas (porque ya las había dejado allí, en la entrada, como una reafirmación de que la decisión estaba bien tomada) y me dijo: “Me voy a ir… Esto no funciona y tú lo sabes”. Con una sonrisa tan franca como descargada de ironía. No había reproches, ni tristeza, ni un asomo de duda en sus palabras.
Raquel era así.
Entonces, mientras llegaba el momento de su marcha, se dedicó a pulular por la casa recogiendo las cosas que durante los dos años que habíamos vivido juntos desperdigó sin orden, pero con concienzudo esmero, por cada una de las habitaciones. No olvidó nada. Cuando se marchó, no fui capaz de encontrar ni un pequeño detalle que se le hubiera escapado. Raquel había desaparecido de mi vida, a no ser por los recuerdos a los que me aferraba lastimosamente y por aquellas cajas.
Aguanté otros dos meses sin tocarlas, pero haciéndoles, eso sí, partícipes de mi particular desidia. Raquel no llamó nunca para interesarse por ellas.
─Simplemente, os ha olvidado, como a mí─, les repetía yo con marcada malicia.
Hasta que una noche, sin más, las abrí.
Cuando destapé la primera, olores conocidos, intensos aún por haberse encontrado atrapados durante tanto tiempo, me envolvieron provocándome una terrible sensación de pérdida. En esa caja me topé con sus abrigos, sus gorros de lana, pañuelos y bufandas. Otras dos guardaban su ropa de invierno, doblada con maña, escoltada por bolsitas de flores secas colocadas estratégicamente para impregnarla de perfumes cercanos. En la última, me reencontré con todos sus zapatos.
Tardé unas tres horas en vaciar las cajas y colocar con cuidado y celo cada una de las prendas. Los abrigos en el perchero del vestíbulo. El calzado en el zapatero. Las zapatillas al pie de la cama. Uno de los pijamas pasó a ocupar el lugar que tantas veces había compartido conmigo, entre las sábanas. Alguna chaqueta en el sofá, porque Raquel era friolera y le gustaba tenerla a mano. Las camisas y los pantalones en las perchas. Bragas, sujetadores y calcetines en los cajones de la cómoda, aunque algunos se quedaron en el cesto de la ropa sucia entre los míos, esperando el momento de enredarse en la lavadora.
Tiempo después, una mañana cualquiera, sonó el timbre de la puerta. Era una Raquel radiante y feliz, haciendo gala de su sonrisa sincera (no tenía otra), que con cariñosa preocupación me preguntó primero por mí y luego por sus cajas. La invité a entrar para mostrarle su ropa pulcramente repartida por la casa. Y no sé, pero a Raquel se le fue apagando la sonrisa. Incluso adoptó un gesto extraño. Por un momento, habló de regresar más tarde, pero de inmediato cambió de opinión y desde entonces, vuelve a vivir conmigo. Porque Raquel se ha quedado. De hecho, la tengo colgada en el armario de nuestra habitación, entre sus bonitos vestidos de fiesta, justo al lado del que más le gustaba.

Un planteamiento visible y claro y las debidas dosis de oficio a la hora de aportar información son básicos para redondear este breve episodio de amores y desapegos. El secreto puede que esté, además, en haber revestido con pequeños detalles puntos estratégicos del relato (el recuento de la ropa, por ejemplo) para crear esas imágenes precisas que distinguen a los cuentos sobresalientes de los planos. Enhorabuena, Granizo.
Muy bien escrito, con detalles en las descripciones que hacen vivir los diferentes momentos. No entendí el final.¿Se imaginó que Raquel volvía?¿La mató para colgarla luego al lado del vestido más querido?
Luc, me has alegrado el día (y unos cuantos más). Muchas gracias, pero que muchas, por tus palabras.
Gracias a ti también, Corafrer. En cuanto al final, lo dejo a tu elección, el que prefieras.
Un lenguaje muy preciso que muestra tanto hablando de algo tan sencillo y hasta cotidiano como son las sensaciones tras la ruptura. Quizá el final es un pelín abrupto narrativamente, pierde un poco de esa normalidad que atraviesa todo el relato y que hubiese redondeado de forma magistral el cuento, pero es un giro genial.
Suerte
Me ha gustado mucho. La forma en que lo escribes y ese final sorprendente, casi te imaginas al loco que ha colgado a Raquel en el armario. Enhorabuena y mucha suerte.
También a mí me ha gustado. Y mucho. Suerte, Granizo.
Me uno sinceramente a las opinones expresadas. El manejo de los pequeños detalles como forma de construir la imagen de un obsesivo. Muy bien logrado.
Un ejercicio, en está linea del parrafo final:
Por un momento, habló de regresar más tarde, pero de inmediato cambió de opinión y desde entonces…
Para lograr un final que no cree ambivalencias en algunos lectores podrías remplazarla por:
Por un momento, habló de regresar más tarde, pero de inmediato la hice cambiar de opinión y desde entonces…
Es sólo un ejercicio que hice debido al comentarío de Corafrer; por mi parte he disfrutado leyendote.
Palmas.
bonito relato, escrito con sencillez, describe muy bien al protagonista. el final pudo haber sido más sorpresivo, pero no está nada mal. felicidades
Original en el contenido y fresco en la redacción. ¿Has visto la película ‘Boxing Helena’, de la hiper-criticada hija de Lynch? A mí me gustó mucho, trata sobre la cosificación del cuerpo de la mujer y el final de tu relato me recuerda, de alguna forma, a la historia de la película: un cirujano que, obsesionado con una mujer, decide amputarle las extremidades para poder cuidarla eternamente como si de un preciado tesoro se tratara.
En cualquier caso, ¡mucha suerte!
Es lo que pasa por dejar las cajas tanto tiempo esperando. Ahora, para dejarlo todo perfecto, sólo es necesaria una dosis extra de naftalina en los armarios.
Mucha suerte.
Es el que mas me ha gustado. Incluso mas que el mio.
hola vecina, me ha gustado mucho el final…buena historia.Si alguna vez abandono una relación no quiero acabar junto a las bolas de alcanfor o neftalina…
mucha suerte.
Muchas gracias a todos, creo que no os podéis hacer una idea de lo que suponen para mi vuestras palabras. Os agradezco enormemente los comentarios.
Y sí, Hara Kei, creo que quedaría mejor como tú dices, parece más coherente con la historia.
Y no, Ardid, no he visto la película que comentas y aunque me dejas con curiosidad, no sé si atreverme a verla.
Gracias otra vez.
Pues muy bien, me gusta el olor de tu relato y ese golpe final. Yo no tengo dudas de cual es el final de Raquel. Enhorabuena
Granizo: me ha gustado mucho, el final tan sorpresivo como bueno. El día que deje a alguien, me llevo todo de inmediato y no vuelvo a verlo en mi vida!!
Un abrazo: Abeja.
No sólo por buscar un final sorprendente un relato es aceptable. Le aseguro que a mí se me ha ocurrido secar a mis abuelos y utilizarlos de percheros desde que me enteré que no tenía derecho a herencia alguna.
En todo caso el relato no es malo… Regular, sin entrar en detalles…
Muchas gracias, Abeja, por tus palabras.
En cuanto a usted, Antístenes, venga, reconózcalo, que le ha gustado un poco (si no su comentario hubiera sido feroz), pero que esa máscara de amargura que se ha autoimpuesto no le deja disfrutar de las pequeñas cosas, como mi cuentecillo.
Ni considero mi relato el mejor, ni pretendo que guste a todo el mundo, pero le aseguro (sé de lo que hablo) que la vida con una sonrisa es más aceptable, y agradándosela a los demás, incluso estupenda.
Un abrazo, sí, sí, ha leído bien: un abrazo.
Bueno, ya estoy cansada de ser benevolente. El relato no está mal pero tiene un final muy parecido a otro que se publicó aqui el año pasado. Como suele suceder en este certamen, no hay nada mejor para tener éxito que darle su toque macabro al cuento, a partir de ahí ya todo va sobre ruedas. Suerte.
Vaya minerva, ¿gracias?
Granizo, me ha hecho reír. Es bastante original y las palabras escogidas dan elegancia a esa situación de ruptura que desgraciadamente se han convertido en el pan de cada día. Me ha gustado bastante la verdad. ¡Suerte compañer@ de concurso!
Realmente me ha encantado. ¿Macabro? Sí, un poquito, pero entremezclado con un agudo sentido del humor. La lectura es francamente amena. Creo que se hablará bastante de tu cuento. Mucha suerte.
Muy buen final y muy buen cuento. Es tremendamente fácil y cómodo de leer. Además, por el tono macabro, lunático y sarcástico del protagonista narrador, da mucho miedo. También te deseo mucha suerte.
Saludos
Gracias Ojos Oscuros (siempre me han gustado más que los claros), Lucio Anneo y Esperanza004. Vuestras palabras me animan. Os lo agradezco mucho.
Me ha gustado tu relato, como dicen los compañeros, bien escrito, a pesar de la sencillez del lenguaje. El final me pasa como al compañero, ¿la mata? ¿la cuelga sin más? ¿es un sueño? O tal vez, es un final abierto a la imaginación.
Mucha suerte
¡Hola, Granizo!, tras ver tu comentario en mi relato he venido directa a leer el tuyo. Te puedo asegurar que la lectura se me ha pasado volando, que ya dice bastante. En cuanto a lo de que es macabro, tampoco es tanto, pero claro, que te voy a decir yo que suelo ver CSI, Bones, Castle, Mentes criminales, El mentalista, Numbers, y de los profesionales que no tratan casos macabros paso a House, ji ji ji …
Yo me lo he pasado bien leyéndolo, eso sí, como era de esperar con mis «antecedentes», todo me lo veía venir, pero he visto en comentarios que no ha sido así para todos tus lectores. Mucha suerte, pronto comenzará la cuenta atrás…
Gracias Aida, gracias Rosa azul (compartimos los mismos gustos en cuanto a series televisivas). Os deseo mucha suerte también a las dos.
Pues me uno a los comentarios de elogio, es uno de los cuentos que más me ha gustado, por su sencillez, y también por su final. Sin ese final sería otro cuento totalmente distinto. Enhorabuena y suerte.
Me uno a lo expresado por Roberta B. Un relato que brilla por lo sencillo. Suerte.
Acabo de leer tu relato y me ha sorprendido gratamente. Bien escrito, llega el mensaje claramente sin adornos y final inesperado, me ha gustado. Suerte
Gracias por vuestras palabras Roberta B, callie y Ruiz de la Muela. Suerte para los tres.
A veces, reconocerse poseedor de un estilo propio es la mejor manera de saludar al lector.
Tu pareces tenerlo.. Aunque aun no lo sepas.
Excelente. Un saludo
Gracias Dario, tu comentario me anima muchísimo. Lo del estilo propio, no sé, lo que sí sé es que escribir me entusiasma.
Un abrazo