─Odio viajar de noche, Marcos.
─Ya lo sé. Me lo dijiste unas quince veces en la última hora. ¿Qué querés? ¿Paro acá?
─¿Y que nos haga mierda un camión? No. Seguí. seguir leyendo »
I
Cuando se escucha cerrar la puerta de la casa. Aniceto cierra el libro de matemáticas. Espera algunos segundos antes de correr a mirar por la ventana para asegurarse que sus padres se fueran a la fundación de ayuda a los inmigrantes, hoy tienen la reunión semanal, estarán el resto del día afuera, sólo llegan en las últimas horas de la tarde. seguir leyendo »
Enviar a un amigo ImprimirLas despedidas, siempre duras, en cualquier lugar, aeropuerto, estación del tren o del autobús, igual en la puerta de un bar, en un portal, de cualquier lugar, sintiendo el nudo en la garganta que no te deja articular palabra de una manera natural. seguir leyendo »
Enviar a un amigo Imprimir«Un año; nada menos que un año juntos».
Caminaba con paso firme, alegre, mientras oía cómo las hojas amarillentas crujían bajo sus pies. seguir leyendo »
Enviar a un amigo ImprimirEs curioso cómo suceden las cosas. Jamás he tenido un animal en casa; es más, los odio. Ni siquiera de niño alimenté con morera a gusanos de seda que habitaran en una caja de zapatos con ventilación por agujeros de bolígrafo. seguir leyendo »
Enviar a un amigo ImprimirDespertó: y se sumió al instante en una oscuridad áspera y pajiza. Los labios se le fruncieron contra un pedazo de cinta adhesiva; alguien anudó un lazo en la abertura, por donde entraba la luz. seguir leyendo »
Enviar a un amigo ImprimirDilata el tiempo, no quiere que llegue el momento. Enciende un cigarro y desea que la ceniza no se cosuma. Arroja la colilla por la ventana de la cocina con la sensación de terminar con todo desafiando al poyete de excrementos de palomas. seguir leyendo »
Enviar a un amigo ImprimirGuido Neri quería abrir un restaurante de pescado en Taormina con el dinero que había heredado al morir su padre. Aunque era muy joven tenía las ideas claras. seguir leyendo »
Enviar a un amigo Imprimir¿Cuánto tiempo más me vas a ignorar?- Los sollozos retumbaban y su voz, rota, dolía tanto, era tal el abandono- ¡No me puedes ignorar!- ahora se había tornado fuerte, sí, por fin era contundente… seguir leyendo »
Enviar a un amigo ImprimirNoté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución
habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios.
J. L. Borges. El Aleph
Hacía añares que no me llamaba Lily. Dice que Julio está en París: se divorciaron. Hecho el duelo, quiere empezar a vivir de veras. seguir leyendo »
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