Hombre sabio, hombre bueno, maestro vivificador,
Murcia te abrió los ojos y Damasco te los cerró.
En todas tus experiencias se halla la huella de Dios
porque dices con paciencia, firmeza y sinceridad
que todas nuestras creencias sirven a la humanidad.
El infierno no se encuentra en tu persona veraz
ni en ninguna otra cosa que no sea realidad,
ya que hay un paraíso para toda humanidad
y para toda persona sin distinción, ni edad.
Marian fue tu compañera, tu soporte virtual
para que no decayeras en momentos de pesar.
No entendían tus ideas, tus creencias de hermandad
de todos los entes poblados con tanta diversidad.
Tu doctrina te llevaba a la pureza del alma
ya que así conseguías estar más cerca de Dios
y por eso te tachaban de místico espiritual,
cuando lo único que hacías, era tener que pensar
en muchas filosofías que sirven a cualquier mortal.
Despreciabas el dinero ya que era terrenal,
y el palacio que te dieron lo regalaste sin miedo
a un mendigo que encontraste en la calle vecinal.
Todas tus posesiones eran tus pies en la tierra,
pues el dinero cegaba y atrapaba la morada
de cualquier alma errante que como buen viandante
anhelaba hacer camino, camino de perfección .
Después de muchos pesares y de tantos avatares,
tus huesos están en Damasco y sirven de reflexión
a todos esos humanos que no vieron tu labor.
Tu alma encontró la senda, camino de aspiración,
que tanto querías en vida y no conseguiste tener.
Tu tumba recoge gentes y ha unido a los creyentes
porque ,después de los años, no pensaste nunca en vano,
y puedes estar dichoso por crear un paraíso con las puertas tan abiertas
que no se cierran a nadie , sin distinción de creencias.
Reconozco que no tengo un gran conocimiento de este personaje, pero lo que estoy leyendo me está gustando, estos retazos de vida son muy reveladores.
Bonito poema Mateo, te deseo suerte.
Gracias Hilda por tu comentario
Me encanta el poema, es realmente interesante, se nota que se ha puesto mucha dedicación en él.
Gracias Mario por tu comentario.