Finales de Septiembre. El otoño trae consigo el momento mas esperado del año para Trifón Urralburu, que una vez mas recorrerá los caminos ocultos en el bosque hasta su privilegiado observatorio. Pronto irá de nuevo al coto de caza propiedad de la empresa y por ende casi suyo, para ser testigo de la liturgia cuasi mística de la berrea del ciervo. De nuevo verá a su campeón majestuoso bramar ronco su prevalencia por todos los confines del bosque.
Es un rito sagrado desde 10 años atrás, los mismos que lleva de consejero delegado en la multinacional, unidos sus designios con los del imponente macho que imagina una suerte de alter ego en el mundo animal. Pero aún faltaban unos días y ahora se dedica a su rutina laboral de poder casi omnímodo: el chófer que le deja en las puertas de la compañía y el recorrido hasta su despacho sorteado de saludos subalternos. Voces en las que adivina miedo y pleitesía. Le encanta. El cruce con Esther, un helado hola qué tal y aquella mirada molesta de mujer despechada. Situación también conocida. Chicas pretenciosas de ambición sin límites que no mastican que los affairs con el jefe tienen un principio y un fin.
Su despacho en la planta 63. Vistas privilegiadas de un Madrid que desde allí se antoja suyo. Rutinas del mando; atrás el estupendo mes de Agosto con todo lo que un hombre pudiera desear para su solaz, ahora el imperio precisa de su gobierno.
– Adela, buenos días, te espero en mi despacho.
No pasa ni un minuto desde que llama por el interfono cuando Adela está allí, agenda y expedientes en mano.
– Hola Trifón, se te ve estupendo.
– Gracias Adela, ha sido un fin de semana magnífico.
– ¿Aun no te vas a ver a tu campeón?
– Si, si, muy pronto, estoy esperando que me llamen de la finca en cualquier momento, pero ahora toca realidad.
– Tu dirás Trifón.
– Lo primero ¿Cuál es la delegación más lejana que tenemos?
– Pues por distancia creo que la de Singapur.
– Perfecto. Habla con recursos humanos y que destinen allí a Esther. De lo que sea. Diga que es una orden mía directa. A ver ¿Qué más? ¿Dónde está el presi?
– Está reunido con…el Sr. Gálvez , están preparando la estrategia para China.
– ¿Cómo China? ¿Y qué de nuestro proyecto con Roberto?
– No sé, Trifón, pero he oído que planean ir juntos a China dos semanas.
Trifón parece no inmutarse, pero algo bulle en su interior.
– Perfecto Adela, avísame cuando el presi esté libre y llama enseguida a Roberto.
Mientras Adela se va, un recuerdo fugaz atraviesa su mente ¡Ah! ¡Qué mujer tan perfecta! Menos mal que ella si supo asimilar y ha seguido a mi lado. Tan solo la pequeña familiaridad del tuteo quedó de aquello.
No más de 3 minutos y Roberto Arquero, vicepresidente económico, atraviesa la puerta.
– ¡Querido Trifón! ¡Estás estupendo, hecho un chaval¡¡
La misma verborrea pelotillesca de aquel perro fiel que había hecho carrera a su sombra y rebufo.
– Si, si, Roberto, gracias ¿Por aquí que tal? ¿Qué hace el presi con el niñato?
– Pues ya ves Trifón, parece que se va a quedar con China.
Delante de Roberto, Trifón no disimula su ira.
– Me lo voy a cargar. Puto niño de papa ¿Se te ocurre algo?
– Pues…Trifón, yo mismo chequeé su proyecto con mi equipo y la verdad es que no tiene fisuras.
– ¿Y que hay del nuestro? Incluía la idea maestra de la fábrica en Beijing y solo nosotros conocemos a quién hay que sobornar allí.
– Si, verás, no se como decirte, me temo que tenemos un problema. Cuando el proyecto del niñato llegó a manos del presi incluía también esa parte. Aun trato de averiguar que ha pasado.
– ¿Qué ha pasado? ¡¡Roberto, la última filtración que hubo por poco nos cuesta a los dos la carrera!! Quiero la puta cabeza del chivato y la quiero ya. Mientras pensaré algo.
Suena el interfono.
– Si Adela, dime.
– El presidente te espera, Trifón.
El presidente. La única persona por encima. Pero aquello es intocable. Como accionista mayoritario su poder emana directamente de Dios y de su padre, del que había heredado. Lo suyo era diferente. Trifón había ganado su puesto a pulso y tenía la confianza del consejo de administración. También la del presi, un niño pijo y vividor que en general hacía lo que le decía Trifón. El presi era el sultán y Trifón el visir, pero ahora algo pasaba que se escapaba a su control: Ricardo Gálvez, otro niño pijo de academia, parecía tener una ambición con la que no había contado. Llevaba algo más de dos años en la empresa y le había pasado inadvertido hasta entonces.
Llegaba al despacho presidencial cuando se cruzó con Gálvez, que venía de allí.
– Querido Trifón, buenos días. El presi te espera.
– Hola Ricardo, hablare luego contigo…Ya sabes, de lo de China.
– Si, si, como no, espero que me apoyes en esto.
Trifón se reprochaba no haber reparado antes en ese yuppie de master rimbombante que ahora le tuteaba por primera vez.
– Sabes que estaba preparando ese proyecto con Arquero ¿Cómo no me dijiste nada del tuyo antes?
– Disculpa Trifón, todo ha sido muy precipitado. Pasé Agosto con el presi en el yate y me pidió que preparara una alternativa. Por favor, no te lo tomes como algo personal.
– Ya, ya. Luego hablaremos.
Definitivamente, Trifón estaba decepcionado consigo mismo. Roberto le había hablado antes de ese crío y la verdad es que no hizo caso. Ahora se arrepentía.
El despacho del presi era imponente. El hecho de saber que su puesto no dependía de los méritos no evitaba el pequeño ataque de envidia que sentía cada vez que entraba.
El presi parecía exultante, sentado en su mesa de 10 000 euros tras la que jugaba a reinar. Era un insulto para toda una vida de esfuerzo y fidelidad a la compañía que aquel chaval de poco mas de treinta años estuviera por encima.
– ¡Querido Trifón, mi mano derecha! ¿Querías verme verdad?
– Hola Santiago. Sabes por lo que vengo ¿Cómo no me has dicho nada antes?
– Bueno, todo ha sido rápido y tu no estabas en el yate.
Aquel reproche velado fue un torpedo a la línea de flotación de Trifón, que ese año se excusó con el presi y se fue de pesca a la Patagonia. Estaba hasta el gorro de la vida social que impuso el nuevo estilo de Santiago, y otro mes de Agosto anclado frente a Marbella o Montecarlo se le hacía insoportable. Antes siempre iba con Santiago padre, pero era diferente. Recorrían los 7 mares pescando atunes y buceando. Santiago padre era su amigo y juntos habían llevado la compañía hasta donde estaba.
– Pero el plan para Beijing era totalmente mío, igual que los contactos allí.
– Si, precisamente de eso quería hablarte. Se supone que somos un equipo y no debías haberme ocultado esa información.
– Pero Santiago, yo no te ocultaba nada, tan solo esperaba a tener el proyecto terminado para explicarte todo.
– Bueno, esta bien, pero el caso es que los chinos nos presionaron en Agosto y tuve que tomar decisiones en tu ausencia.
– Si, lo entiendo. Pero ahora lo puedo retomar. Ricardo no esta preparado para algo así y sabes que China es el futuro de la empresa.
.- Mira Trifón, Ricardo esta mas que preparado y de hecho ya esta llevando las negociaciones. Además es nueva savia y otro estilo que esta empresa necesita…Tú eres como mi padre y esa manera de hacer las cosas esta cambiando.
– Santiago, deberías escucharte, sabes que esta empresa la parió tu padre y me duele oírte decir eso.
– Esta bien, Trifón. No me malinterpretes, pero quiero que estés a mi lado y me apoyes como lo hiciste con él. Ricardo se viene a China la semana que viene y no quisiera seguir discutiendo.
Trifón salió. Estaba pálido. Mientras iba de vuelta a su despacho vio por la cristalera de una sala de reuniones a Ricardo, reunido y hablando con Esther y con Roberto.
Al llegar a su despacho Adela le pasó una llamada. Era el guardés de la finca. La berrea llegaba a su punto culminante. Decidió irse de inmediato. Allí reflexionaría.
***
Finca “Los Llanos”. Es el día señalado. Acompañado por el guardés se apresura por las sendas que llevan hasta su promontorio secreto. Desde allí se divisa el claro en mitad del bosque en el que los ciervos luchan cada año.
Hay muchos machos esta vez, en torno a veinte, y pelean entre ellos entrechocando sus cuernos con violencia. De repente sale de la espesura el gran campeón. Su cornamenta descomunal solo es comparable a su altivez. Los otros machos se apartan y la mayoría rehuye enfrentarse. Solo alguno, joven e imprudente, tiene la osadía de cruzar astas con él, pero al segundo encontronazo todos huyen.
Trifón experimenta un gozo muy especial al ver al gran macho imponer de nuevo su ley. Siente sus energías renovadas al ver a la naturaleza en acción una vez más. Pero otro llega de improviso. Es joven y no tan grande, aunque su actitud es diferente, más nerviosa. Se acerca rápido por detrás cuando el campeón esta jugando con las hembras, a punto de iniciar las innumerables cópulas de cada año. Cuando se percata de la presencia del nuevo rival aquel está encima embistiéndole. Un cuerno del macho joven daña al campeón, que no tuvo tiempo de armarse. Aunque era por completo inusual que ninguno saliera herido esta vez un asta se clavó en su ojo. De repente parece desconcertado y retrocede. Cuando el macho joven le embiste por segunda vez su ojo sangra. Ante el estupor de Trifón su favorito huye, no lo puede creer, está siendo derrotado. El nuevo líder corre impío detrás hasta expulsarle del claro. Los demás ciervos enseguida aceptan aquel cambio de guión. Las hembras se arremolinan cerca del semental, ofreciéndose, y los otros machos observan sumisos. El macho joven comienza a cruzarse con las hembras.
Trifón sale a toda prisa hacia la zona del bosque por donde había huido el ciervo herido. Encuentra un rastro de sangre y corre lo más rápido que puede siguiendo la pista. Está desencajado. Corre hasta que le falta el resuello y luego sigue andando por el sendero que le marca la sangre fresca.
Anochece cuando lo alcanza. Está rodeado por una manada de lobos. Se defiende con fiereza mientras los lobos lo acosan sin tregua. Al fin, un lobo salta a su espalda y otro logra hacer presa en una pierna. En pocos instantes el resto de la manada se lanza encima del animal, que dobla cayendo al suelo. Varios lobos le muerden la garganta mientras aún se convulsiona. Lo dan muerte y comienzan a devorarlo.