115- Anastasia. Por Coco
- 8 julio, 2011 -
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Me llamo Anastasia y hace tiempo que no soy feliz. Mis padres dicen que es cosa de la adolescencia… Intento recordar cuando fue la última vez que reí a carcajadas… no lo recuerdo. Últimamente todo me cuesta. Siento como un peso que me oprime y me impide moverme en libertad o comunicarme con los demás. Cuando era pequeña, me imaginaba que a los doce años ya sería mayor, libre, dueña de mi vida y, sobre todo, que me sentiría segura…deseaba con todas mis ganas que llegara ese momento. Mis expectativas no se han cumplido. Me siento tan pequeña, tan canija, tan insegura y, sin embargo, me miro al espejo y veo una niña grande, un cuerpo inmenso, una Anastasia Mujer que no me gusta y rechazo. Casi no me reconozco. La ropa del verano pasado se me ha quedado pequeña, y aunque me quepa, no me gusta, me parece muy infantil y me veo ridícula. Mi madre me lleva de compras para renovar mi vestuario. Es imposible, todo me sienta mal, y me convierto en una Anastasia Insatisfecha y Malhumorada.
La verdad es que últimamente no me encuentro con nada, ni con la ropa, ni con la vida. De mis entrañas emana una Anastasia Irascible, triste, sin razón aparente, con ganas de molestar a todo aquél que se acerca. No soporto la alegría de alrededor, las carcajadas de mis hermanos pequeños, todo el día jugando y sin preocupaciones, o las continuas bromas de mis padres… ¿es que nadie es capaz de darse cuenta que yo no puedo ser feliz? Entonces se me tuerce el día, como lo acabamos ayer, molesta, y me convierto en una Anastasia Disgustada.
Cuando me acuesto, cierro los ojos y pienso en lo que he hecho a lo largo del día. Soy consciente de que mi comportamiento no ha sido correcto. Rebobino las imágenes una y otra vez y reconozco lo negativo de mi actitud. He estado la mayoría del tiempo enfadada, disgustada, enfurruñada o molesta. Entonces, a solas con mi almohada, me hago el firme propósito de que al día siguiente no volverá a ocurrir lo mismo. “Mañana disfrutaré de lo que tengo, seré cariñosa y obediente…” Es mi Anastasia Preferida, la que me ayuda a conciliar pacíficamente el sueño.
Pero pronto se esfuma, se evapora, porque cuando despierto ya no me acompaña, me ha abandonado, ya no está conmigo. La busco, pero no la encuentro. Entonces, por cualquier cosa, sin su protección, el mundo se me pone en contra. Nadie me comprende. Me encierro en mi habitación y rompo a llorar. La Anastasia Incomprendida vuelve a emerger de mí como un huracán.
Escucho a mis padres comentar lo impertinente que estoy y vuelvo a oír lo de siempre, la misma historia…”debe de ser cosa de la adolescencia”. En búsqueda de consuelo recurro a mis amigas. Intento pasar con ellas el mayor tiempo posible, lejos de casa. Sus problemas son muy parecidos a los míos. Tampoco entienden qué les pasa últimamente a sus padres que están tan insoportables y se pasan el día regañándolas. Me siento identificada con lo que expresan, con sus dudas, con sus miedos, con sus inseguridades… Me consuela saber que compartimos preocupaciones y que, por tanto, no debo de ser un bicho tan raro. Pero a veces también me fallan y mi mundo se desmorona aún más. Entonces me aíslo, no puedo comunicarme. Algo dentro de mí me impide hablar con ellas durante días, por mucho que lo desee. La temible Anastasia Orgullosa e Introvertida se apodera de mí. De vuelta en casa, trato de disimular. No quiero que mis padres se preocupen. Me niego a contestar sus frecuentes preguntas. Soy incapaz de expresar lo que siento. Cómo hacerlo, si ni yo misma me comprendo…
Tengo un secreto, un secreto que me ayuda a sentirme mejor. Nunca se lo he contado a nadie. Quizás sea un poco infantil, pero me funciona. Es mi ángel que me cuida y protege, y al que le pido cosas. Bueno, realmente no es un ángel de verdad, ni un espíritu, ni un fantasma. Se trata de una estrella que tengo colgada en una esquina de mi habitación y que me protege. Siempre ha estado allí. Cuando no puedo más y no me aguanto a mí misma, me dirijo a ella y le digo, “estrellita, estrellita de mi alma, ayúdame a ser mejor persona, ayúdame a ser feliz, ayúdame a comprender lo que pasa…” Entonces me siento en mi pupitre, saco del cajón mi cuaderno rojo de anillas y escribo a mi “ángel-estrella”, cualquier cosa, lo primero que se me ocurre, lo que siento, lo que se me pasa por la cabeza, todo aquello que soy incapaz de comunicar de otra manera. Y así, como por arte de magia, a medida que las letras van fluyendo alegremente sobre el papel, desaparece mi angustia y comienzo a sentirme mejor, en paz y tranquila. Miro a mi estrella y sonrío. La Anastasia Buena ha regresado a mí.
Un buen relato. Aunque, como se da en otros, por su estructura no podría calificársele como tal. Me parece más bien un monólogo-reflexión excelente, por la frescura y el descaro con que está escrito, por la pulcritud de sus expresiones y lo ajustado del vocabulario.
Escrito en primera persona y en tiempo presente provoca un acercamiento del lector a la historia que, dado el tinte intimista de diario adolescente, le sienta de perlas.
Felicidades y suerte.
Y así, Anastasia encontró a la escritura, que la hizo libre, incluso de sí misma.
Un monólogo que trata la crisis de la adolescencia, de lenguaje y óptica acertada.
Mis mejores deseos.
ME GUSTÓ, AL LEERLO TU PROTAGONISTA SE CONVIRTIÓ EN UNA DE MIS NIETAS. BIEN ESCRITO. SUERTE.
No sé qué decir, salvo que la Anastasia está para que la manden al psicólogo. El final, flojo, tampoco ayuda.
En mi opinión, una historia ñoña y carente de interés.
Me encanta el relato, bien estructurado, y muy actual. la verdad que refleja muy bien lo que siente una adolescente internamente, que es muy difícil de explicar, pero al estar narrado en primera persona, lo hace muy cercano y sobre todo, transmite perfectamente los sentimientos y emociones que pasan por la mente tan hermética de los adolescentes. ahora entiendo mejor a mi hija. Si tu eres adolescente, a los padres nos ayuda un poco a comprender y ver desde otro punto de vista esa etapa tan complicada de la vida…
Me ha encantado y sorprendido muy gratamente las críticas. Gracias por vuestro tiempo e interés. Nunca me había atrevido a publicar nada pero me habéis animado para que continúe. Lo de ñoño me ha resultado hasta gracioso! Gracias otra vez.
Tengo un hijo es esa edad y puedo entender muy bien lo que expresa Anastasia. Pero me temo que ni Anastasia, ni mi hijo, ni ningún otro adolescente lo expresaría así ni se vería reflejado en ese arquetipo. Demasiadas hormonas y la rebeldía necesaria…
Un saludo con mis mejores deseos para Anastasia y para el certamen.
Me ha gustado tu relato. Es interesante verbalizar todas esas sensaciones contradictorias que embargan al adolescente. He disfrutado con su lectura. Suerte.
Pues yo te animo a que continues escribiendo y publicando.
Mucha suerte, coco!
El bullir de hormonas, el bullir de ideas, el bullir de sensaciones… uff, divina adolescencia…
Un beso y mucha suerte.
Relato adolescente.
Suerte
Si el autor/a es un/a adolescente, me parece demasiado madura para su edad. Y si no lo es (y aunque lo sea) me parece un relato escrito de manera impecable. En cualquiera de los dos casos, promete mucho. Animo y sigue escribiendo así (o mejor).
Muy buena redacción.
Suerte.
¡Hola Coco!, tu relato me ha gustado, está bien escrito y es muy ligero de leer, claro que también influirá que es un pelín corto, respecto a los que, hasta ahora, he leído.
Me ha dejado un poco preocupada… :-/
Eso sí, hasta que he llegado al último párrafo, creía que Anastasia tenía un problema psicológico leve de algún tipo (autismo leve, hiperactividad leve, …); con el final de tu relato he entendido que estabas hablando de una adolescente visceral y sus problemas de adaptación a su mundo.
¿Cuál es mi preocupación tras leerlo?, la respuesta está en el comentario que hago en el relato de Triana, con fecha 30 agosto, 2011 a las 2:32… ¡Para prevenir habrá que crear hábitos de escritura ya mismo! 😉
¡Mucha suerte, Coco!
Hola coco, te devuelvo la visita y estoy gratamente sorprendida. Me ha gustado mucho, está muy bien escrito y sobre todo me ha hecho darme cuenta de que aun recuerdo esos años a pesar de la edad. Y por supuesto sigue escribiendo que lo haces muy bien.
Muchas gracias Jupiter y Estrella y a todos los que me habéis dedicado un rato de vuestro tiempo y tan gratos comentarios.
Para los dos últimos:
Jupiter, pienso que así como el hábito de lectura es fácil de inculcar, no lo es la escritura, que sale desde muy dentro. Imáginate decir a Anastasia que escriba… la que montaría… de hecho escribe a escondidas y esconde con cuidado su cuaderno de anillas. Además, sólo escribe cuando está triste o tiene una pena. Pobrecita!
Estrella, gracias por tus ánimos.
Es el despertar de las hormonas. Un paso necesario para forjar la personalidad. La primera bofetada que nos da la vida.
La trágica adolescencia.
Muy bien descrita.