187-La función de los sueños. Por Once upon time
- 15 julio, 2011 -
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Después de unos recíprocos buenos días, le seguí con la mirada. Se preparaba para el primer trabajo de la mañana, con la misma ceremonia de quien tiene entre sus manos la capacidad de crear nuevos amaneceres.
Se acercó de nuevo a mí y con gesto sonriente se interesó por mi estado. Me sentí bien.
– Extraña… -acerté a decir -esa es la sensación que podría definirme. Tantos años conectada a una máquina que ahora sólo deseo que esta operación me vaya bien, y olvide la diálisis.
-Todo saldrá bien Sofía, ahora lo único que tienes que hacer es mirar esta luz fijamente, y ocupar tu mente con los momentos de tu vida que te llevaron a pensar que la dependencia de una máquina terminaría con la llegada de este momento. Te vas a dormir un rato y cuando despiertes, nos contarás lo que has soñado.
El Dr. Romero, anestesista de la clínica, me ofreció su sonrisa, me pareció buena idea y deseé volver a mi infancia aunque fuera en sueños.
Empezaba a notar un ligero adormecimiento, mis ojos se escondían bajo los parpados, la luz cegadora que invadía la estancia, se tornó tenue y fue perdiendo brillo hasta desaparecer entre los murmullos de voces lejanas… como una mariposa batiendo las alas… me dirigí hacia la luz.
Se abrió el telón de terciopelo rojo, mis ojos se agrandaron ante la sorpresa, noté la sonrisa de triunfo de mis padres y me vi inmersa en un mundo mágico… ¡el mundo del circo!
El primero en aparecer fue el funambulista sobre el alambre. Y entonces recordé una frase que había escrito hacía tiempo en una de esas interminables sesiones de diálisis.
Mi vida es una tragicomedia, lo trágico se me dio al nacer, lo cómico me lo invento. Nací con una insuficiencia renal, pero me acomodé en la paciencia para esperar que alguien me dijera “llegó la hora de soñar”.
El funambulista mira a lo lejos, yo no parpadeo, hay tensión en el ambiente y deseo que ese trayecto lo realice en breves segundos, sin embargo cuando creo que llega al final, da la vuelta se coloca en el centro del alambre y desde allí realiza sus acrobacias. Siento el vértigo de cuando se cae al vacío, pero me siento segura. Sé que si caigo no llegaré nunca al suelo porque me acompaña el funambulista del circo.
Pero entonces aparece el segundo número en la pista central, se trata del mago y sus manos mágicas de guantes blancos, siempre rodeado de sus ayudantes. Todo un tropel de profesionales, magos, ilusionistas, malabaristas…
Me vuelve la ilusión, noto que de nuevo la mariposa que soy, alza el vuelo, me alejo de esa luz cegadora. Desaparece la chistera con sus conejos y palomas. El mago ya no saca monedas detrás de la oreja de un niño que está en la primera fila.
Y llega el malabarista, con su habilidad psicomotriz, con su precisión matemática. No deja nada al azar. Las piezas bailan en sus manos. Se percibe el respirar acompasado de los presentes y el aire gélido del ambiente se torna cálido, noto las mejillas menos heladas en el momento de que alguien susurra detrás de una mascarilla:
-Aunque haya tenido un feliz sueño, se alegrará de despertarse.
* * *
Escucho voces, los párpados, cerrados como un escaparate en tarde de domingo, se abren lentamente. Veo la sonrisa de mis padres, abrazos, besos, lágrimas y hasta creo escuchar aplausos.
-Bueno Sofía, me prometiste contarme tu sueño. –Dice alguien cuando se tranquiliza el público.
Busco al que se interesa por mi sueño. Están los cirujanos, los anestesistas, las enfermeras…
“-Cuando me dormí, me vi de niña junto a mis padres, el primer día que fui al circo. La primera función de aquella tarde soleada, pero aún fría de primavera, en el solar de la vieja carbonería.
Apareció un gran escenario, los niños iban llegando acompañados de sus padres. Nubes de algodón de azúcar, globos de colores cautivos de las manos de los niños. Mi corazón empieza a latir con fuerza cuando escucho el redoble de tambores… ha llegado el momento.
Se abrió el telón y apareció primero el funambulista, me dio seguridad el verle caminar por ese alambre, yo que tantos años había andado sobre la cuerda floja… ahora se tensaba y me ayudaba a caminar hacia un futuro.
Sin embargo, en un momento dado, noté como mi cuerpo levitaba, pero no sentí miedo porque no veía el suelo, sólo la cuerda, bien tensada para que me agarrara a ella.”
Todos se pusieron de acuerdo en una carcajada. Los médicos me miraban complacidos y sorprendidos por aquellas comparaciones.
-¿Y porqué pensaste en el circo? Pregunto el Dr. Rivas, el cirujano, que con sus manos me había devuelto la ilusión de poder vivir de nuevo.
-Durante los años que he pasado en el hospital de forma intermitente, por alguna razón, he comparado la vida del hospital con el circo, una vida llena de emociones y al mismo tiempo una vida precedida de la lucha constante. Porque el azar se cuela en los escenarios más inesperados, porque estoy en el lugar el que todo es posible y… porque los más bellos regalos se compran en las mejores tiendas…
El cirujano asintió con agrado. Se fue hacia la puerta seguido de su equipo. Antes de salir, se giraron y me sonrieron. Fue entonces cuando los reconocí sin sus trajes brillantes.
– ¡El funambulista!… ¡el malabarista!… y ¡sus ayudantes!…
– Magnífica función, Sofía- Dijo sonriendo el mago, cerrando la puerta tras de sí.
Relato voluntarioso y trabajado, con un desenlace que te deja a medio camino de una sonrisa.
Me siguen pareciendo raros los textos con párrafos tan cortos, mucho más cuando el ritmo narrativo no es en absoluto desbocado, sino todo lo contrario. Como un ritmo interruptus.
Que tengas mucha suerte, Once.
BONITO Y TIERNO RELATO, AUNQUE PUDISTE SACARLE MÁS JUGO. PERO LO ESCRIBISTE TÚ Y NADIE MÁS QUE TÚ. FELICIDADES
Gracias por leerme compañeros. El relato quiere rendir un pequeño homenaje al personal sanitario, que si bien no deseamos su atención, nos tranquiliza mucho, saber que están ahí.
Ternura a flor de piel, que además, por alusiones profesionales, me toca de lleno.
Coincido con Rafael en que los párrafos tan cortos entrecortan un poco el ritmo, pero es un mal menor.
Mucha suerte!!
Precioso. No obstante, la explicación del sueño por parte de la protagonista suena algo forzada y me parece innecesaria. En mi opinión, ya logras el paralelismo de la situación de la enferma con el mundo del circo de manera deliciosa, antes de llegar a esa parte.
Suerte en el certamen.
Está gracioso narrado cuando en realidad se trata de una situación delicada.
Suerte
es un relato muy amable y fluido. Uno se siente confortado entre las fantasías de la protagonista de tu relato. Ofrecer fantasía con una temática, la de las enfermedades graves, donde la fantasía per se puede ser un preciado recurso.
Mucha suerte!
Bonito relato. Mucha suerte.
Lectura agradable y sencilla a pesar de algunas frases, a mi juicio, con demasiadas comas que interrumpen la lectura. Por ejemplo: «Sin embargo, en un momento dado, noté como mi cuerpo levitaba, pero no sentí miedo porque no veía el suelo, sólo la cuerda, bien tensada para que me agarrara a ella.” ¿Quizá así?: «Sin embargo, en un momento dado noté como mi cuerpo levitaba, pero no sentí miedo porque no veía el suelo, sólo la cuerda bien tensada para que me agarrara a ella.” Es algo que a mí, que llevo poco en este mundo de la literatura, también me ha pasado. Incluso dicen algunos entendidos, que aunque gramaticalmente estén bien colocadas, puede ser mejor no ponerlas. Y se nota mucho sobre todo cuando las frases son muy largas. De todas formas es solo mi punto de vista. Obviamente en tí está el hacerlo así o no, o simplemente recortar las frases. En fin esto es «una larga marcha». Por cierto yo soy un descreído de casi todo. Quizá mi afición por leer a Onetti me lo haya contagiado. Y me pregunto si de verdad crees en la metáfora que has escrito. ¿De verdad captas en la ilusión y la magia del circo el día a día de un hospital? En mi opinión tienes que ser del «oficio».
Suerte Once upon a time
Mil gracias a todos, perdón por no poder leer pero estoy en el hall de un hotel y tengo un montón de niños en la fila mirándome con ojos desafiantes, jejeje…
gracias por las criticas, siempre es bueno que los compañeros vean los defectillos y los corrijan. Las comas, mí querido/a Noski es mi asignatura pendiente.
¡Suerte a todos!
Un relato muy optimista e ilusionante. Un consejo, ten cuidado con las rimas en prosa, no quedan bien, por ejemplo en las últimas frases: «Fue entonces cuando los reconocí sin sus trajes brillantes.
– ¡El funambulista!… ¡el malabarista!… y ¡sus ayudantes!…»
Suerte en el certamen.
No se si habrás tenido una experiencia como la que relatas, o conoces a alguien cercano que la haya tenido, pero imagino que cuando alguien es esclavo de una situación como esa, comprendo que liberarse de ella parezca algo muy similar a un sueño, un agradable sueño. En cuanto al estilo y a la forma, no te preocupes: no es de lo peor que he leído y todos (incluido un servidor), todos mejoramos con la práctica.
Un abrazo estrellado y suerte para el certamen
La verdad es que el estado durante una anestesia es un sueño «sin sueños», creo que debe ser lo más parecido a la muerte. Así que una de las misiones de la literatura debería ser embellecer la realidad, como has hecho con la narración de ese bonito sueño.
¡Suerte, Once!