45- Lagartijas al sol. Por Dina4
- 16 junio, 2011 -
- Relatos -
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Así, de la manera más tonta, una noche de aquellas en las que Alonso Molinos solía escribir cigarro en mano y güisqui cutre en vaso largo, pasó algo que jamás en su vida de escritor trasnochado hubiera ni imaginado.
Debían de ser las dos porque vio salir dos veces al pajarillo insomne del reloj de cuco que latía en la pared, en aquel momento estaba describiendo una granja en Saint Remy, recreaba el tenue balanceo de los cipreses e intentaba mostrar como sus figuras longilíneas se entrelazaban con el olor de la lavanda humedecida por la lluvia, cuando de repente su mano o el ordenador o quien sabe qué empezaron a moverse solos y a escribir algo que él no estaba pensando.
«Hola, Molinos. Soy yo, tu narrador. Sí, ese que quitas y pones de tus relatos cuando quieres. Ese que aunque nunca calla, nunca opina. Me conoces, me conoces tanto como a ti mismo. Gracias a mi puedes escribir porque no se te dan bien los diálogos ni la primera persona. Soy el que te ayuda a explicar tus historias. Pues, que sepas que me planto, que hasta aquí he llegado. No soporto más poner voz a tus bazofias quiosqueras. Que estoy harto, hombre, que yo lo haría de otra manera. Y es que odio las palabras confusas y grandilocuentes que me obligas a usar cuando te pasas con la botella y esos cuentos-escena absurdos y con un final háztelo-como-quieras-y-piensa-lo-que-te-de-la-gana que últimamente pones porque piensas que si las cosas están claras o son fáciles no venden. ¡Quieto! No te levantes de la silla y déjame seguir escribiendo. HAY UNA SOLUCIÓN, y lo pongo en mayúsculas para enfatizar y porque sé que te joroba y nunca me dejas hacerlo. Te propongo un trato.
« ¡Molinos! Quiero ser yo mismo, tener sexo, poder callar cuando lo que piensas es basura. Mi oficio está discriminado y yo soy muy sensible, además no llevo muy bien eso de la autoestima. Fíjate ¿a quién le importa si el narrador es una mujer, un hombre o un conejo? A nadie; a mi sólo me utilizas, yo no soy nada. Quiero que me regales una identidad, una vida. Ya, ya… me dirás que tú me lo explicas todo, que soy como Dios, que sé más que el mismísimo demonio. Pero eso no me es suficiente. Ya que soy todopoderoso y sabio como un oráculo, quiero poder opinar sobre la vida y la muerte de los personajes. Al fin y al cabo tú los engendras pero soy yo quien los alumbra; te crees el padre, pero yo soy la madre y como todo el mundo sabe eso es mucho más fiable. ¿Cómo pretendes que no opine sobre mis hijos?, opinar y decirles lo que me dé la gana como hacían mis ancestros, eso si que era un buen oficio, además no les fue tan mal. Te recuerdo que hace años que no te editan puto- libro y que desde el premio de la cofradía de los quesos ovejeros lo único que has vuelto a ganar es peso.
Ahora, ya te lo he dicho. Si no te gusta me despides para siempre.
Alonso Molinos se rascó la cabeza con un bolígrafo azul comprado en un bazar chino, se arrellanó en la silla giratoria de la habitación que le hacía de despacho y volvió a mirar el reloj por si salía el pájaro y también decía algo. Con su aire flemático removió los cubitos de hielo en el vaso, despacio, buscando en el aquel ruidillo tintineante la realidad perdida de las cosas, y después de recolocarse las gafas y peinarse hacia atrás con los dedos se sirvió más güisqui y fue a buscar otro paquete de Ducados. Pfff…, soltó, entre desconcertado y asqueado, chasqueó la lengua y se dispuso a seguir como si nada con los efluvios de la lavanda, eso sí, arrancando antes dos o tres amapolas que se habían metido en la perfecta extensión violácea de su relato toscano.
»Molinos, veo que no me tomas en serio. Estate quieto con la mano que ahora voy a seguir yo, mejor dicho, voy a empezar por las historias que hemos dejado a medias, huérfanas de sentido, de argumento, de final feliz o infeliz. Me dirás que eso ya no se hace, que no está de moda, que dirán que eres un momio. ¿Y qué? Que se callen los lectores, que así es como deben estar, con la boca cerrada, los ojos abiertos y las gafas puestas. Si no, que quemen el libro, ¿o es que todo lo haces para gustar a los demás?, ¿no dicen que el escribir responde a una necesidad interna, acaso no es algo personal, casi como el pensar o el sentir. ¿Por qué tiene que ser algo milimetrado, manipulado incluso en el absurdo, dirigido por cuatro iluminados? ¡Ah! y otra cosa: estoy de acuerdo en ser tu voz, en sacarte de apuros, en ayudar a explicar lo que sienten los animales y las sillas, pero de eso a que me quites y me pongas cuando más te convenga… ¡Hombre, eso es indignante para un profesional como yo! Tu última novela sin ir más lejos, doscientas páginas explicando la infancia en Barcelona de un cretino, pasando por sus abuelos, sus compañeros de colegio y por el miedo que le daban las polillas, y en el último momento decides que hable él y me minimizas, me despides sin contemplaciones. ¡Eso no se puede hacer, Molinos! ¿Pero donde están las normas? ¡Que así no me interesa, retruécanos, que no me interesa! No sabes lo mal que lo he pasado todo este tiempo, y es que ni de negro me has dejado hacer. Nunca más, nunca más. Pero no te creas que soy gilipollas, ya sé que tienes a uno nuevo. Sí, ese que empezaba la historia diciendo: “Así, de la manera más tonta….”.ese que ha explicado tan bien cómo te rascabas la cabeza con un bolígrafo casposo. Sí, tú, de ti hablo, el que se esconde ahí, el de arriba. El pobre tonto que no sabe en donde se ha metido. ¡Eh, narrador nuevo!, para que te enteres, Molinos sólo te llama cuando lleva más copas de la cuenta encima. Por eso últimamente trabajamos tan poco, porque con la taja se duerme y cada vez le cuesta más recuperarse, a veces ni lo llega a hacer del todo. Te voy a explicar cómo está el patio, y es que en el siglo pasado nos insultaban, nos llamaban charlatanes y nos hacían callar, pero en este lo que intentan es matarnos, eliminarnos, quitarnos el agua para que nos muramos de sed. Hemos de defender nuestra dignidad y nuestro puesto de trabajo. Aunque, tú, mejor que estés aquí calladito sin decir nada, totalmente neutro, que es lo que toca.
El narrador que empezaba la historia en “Así, de la manera más tonta…” no supo que pensar ni que decir. Aquellas palabras escritas por su colega se le atragantaron en los entresijos ¿entrañas?, entretelas, entre… Pero, un momento, ¿y porqué no?, porqué no voy a poder hablar también. Sí, yo, el de “Así, de la manera más tonta”. Pero ¿qué pasa aquí? Desde cuando se entromete un ex – narrador en una historia nueva ¿Quieres dejarme en paz de una vez, renegado? Estás despistando al señor Alonso Molinos y me acabó de perder en la Provenza, ahora ya no sé si subo o si bajo. Yo estoy contento con esto, total qué importa si uno hace las cosas de una manera o de otra y si se respetan las normas o no; todo son formas de expresarse y es normal que cambien con los tiempos. Si en el fondo todo es lo mismo, se trata de distraer al personal y que se evadan de sus miserias de cada día metiéndoles en un bollo más gordo que el suyo del que puedan salir con sólo cerrar el libro. Venga, largo, que no me dejas trabajar. Lo que te duele es que esta vez no te haya llamado a ti. ¿O quizás lo que quieres es boicotearme y que me despida?
« ¡Bravo! “Así de la manera más tonta” Has dicho lo que piensas. Me gusta, me gusta, aunque no esté de acuerdo. Pero no sé cómo va a quedar esto ahora que has hablado, es que es muy fácil desaparecer, ¿sabes? Para que te enteres: Molinos lo ha vuelto a hacer, se ha cargado tu papel omnisciente para hacerte también protagonista y tú sin enterarte. Si ya lo digo yo, en nuestro oficio el que habla muere. Shhh…, calla, calla que parece que viene alguien.
Una lagartija meditabunda tomaba el sol en un terrón de tierra ocre con la cola escondida entre tres amapolas arrancadas que, despreciadas, agonizaban en el suelo. Era un solecillo débil, deslucido por la lluvia que había caído por la mañana…
«No puede ser, ya tiene a otro. Esta vez se ha dado mucha prisa el vago de Molinos. ¡Eh, el de la lagartija!, somos nosotros, los ex ¡Aquí!, estamos aquí, en la circunvalación cerebral de los narradores olvidados ¿nos puedes oír? Espera, no sigas ahora con el bodrio ese, que esto se empieza a poner interesante.
No se movió, no hizo ni caso a los ladridos de los perros que pretendían ahuyentar al hombre que se acercaba por el camino bordeado de cipreses, cuando eres un reptil necesitas el sol y eso es lo único que importa, o ¿no?
─Cómo que, o ¿no? Yo no quería poner eso así. Pero, ¿que coño está pasando aquí? Venga, ahora mismo salís los tres de mi novela. Ya sigo yo.
Me jugaría unas cuantas birras a que te conozco; el tiempo lo dirá. ¿Te has perdido alguna vez por Cavot Cove, en Maine?
Bueno, lo del relato, original. Cuando he empezado, ya no lo he podido dejar. Enhorabuena y suerte
ORIGINAL Y SIMPÁTICO. SUERTE
Excelencia!!!, leí personajes que increpan a sus autores (Unamuno) pero esto es demencialmente extraordinario.
Muy bien por este logro, en especial porque logra este relato algo de un aparente infinito.
Molinos a un psiquiatra ya!!!! Felicitaciones, desearía retransmitir de forma más efusiva los elogios.
Un relato divertido y original. Enhorabuena.
Me lo he pasado muy bien con el relato.
Un abrazo.
Un relato divertido que plantea un dilema muy interesante: ¿debemos escribir lo que nos gusta, lo que se lleva o lo que vende? Yo me he planteado esa cuestión muchas veces, al final he optado por intentar escribir lo que me gustaría leer, no siempre lo consigo, pero estoy en ello.
Enhorabuena por el relato y suerte.
Me uno a los elogios, y coincido con Lucho con lo de Unamuno. Pero debo decirlo, Dina4, te apresuraste un poco y por ahí dejaste pasar unos pequeños errores. ¿O será que te jugaron una mala pasada los tres narradores?
Felicitaciones por tu trabajo, original, divertido, pero no superficial.
Me ha gustado eso del reloj de cuco que late en la pared..Suerte 🙂
Un original relato en el que los personajes reales y los ficticios se mezclan e interactúan.
Me gustó mucho la historia, deberíamos dejar expresar sus pensamientos a nuestros personajes más a menudo.
Muy bien, de lo bueno.
Repasito de acentuación y entonces ya perfecto.
Original y divertido!
Un relato muy entretenido,coincido con lo que se nos plantea… escribir para agradar o agradar a la hora de escribir?
Suerte
Estoy jodido. Peor aun, me habéis defraudado, engañado, traicionado. Los tres ¿Cómo podéis haberme hecho esto? ¿No os dais cuenta que si cortáis las tres amapolas se pierde la esencia de la historia? Anda, ponme otro güisqui y esfúmate.
Muy ocurrente y además bien escrito. Enhorabuena
Molinos y Jung podrían pasar horas hablando. Extraordinario,entretenido y divertido relato.
Una historia de metomentodos metaentretenida. Mucha suerte!
Sorprendente en una primera lectura. En la segunda, al saber de que va, pierde en sorpresa pero gana en inteligencia.
La idea me parece genial y muy original.
Podría ser que apareciera la sombra fugaz de un cuarto narrador en el comienzo del octavo párrafo, del que no sabemos nada más, pero no desmerece para nada el relato.
Enhorabuena y suerte.
Una lagartija meditabunda que debe ser el «alter ego» de Molinos, unas amapolas que podrían ser una metáfora de la Santísima Trinidad y un bolígrafo azul para rascarse la cabeza que representa el arma definitiva(¿Ha de ser azul forzosamente, Molinos?)son los elementos de esta locura de relato que me quedan en el recuerdo, Ah! y el reloj de cuco tambien, por supuesto, pero eso se me escapa, no sé a que lo puedo asociar, aunque es igual. Me ha molado el esfuerzo de saber de qué me está hablando y ha valido la pena esforzarse porque me he divertido un montón.
Mucha suerte Dina4 y saludos al Molinos si es que ha sobrevivido.
Tu historia si es muy original DINA4, divertida y en cierto modo entrañable porque alguna vez ocurre que los personajes toman su propio rumbo.
Me ha encantado. Enhorabuena y suerte.
me ha encantado!
suerte
Me gusta, es original aunque el tema sea un tanto se repita en algunas de sus facetas.
Suerte
Interesante y narrado con inteligencia; me recordó uno que otro demonio interno… Un abrazo y mis mejores deseos en el certamen.
Literatura dentro de la literatura. Metaliteratura se llama eso, ¿no?. El relato invita a reflexionar sobre muchas de las angustias creativas de todo el que quiere ser escritor, aunque no creo que el planteamiento sea del todo original (lo del personaje o el narrador que se vuelve contra el escritor es un recurso muy utilizado antes). De todas formas, está resuelto de manera muy inteligente, y el estilo me ha parecido bastante correcto, si exceptuamos algunos errores de acentuación y puntuación.
Enhorabuena y suerte para el certamen (y para el resto de tu vida creativa)