46- Los Melones. Por Troyano Rhéus
- 16 junio, 2011 -
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Cuando uno mira un abismo, el abismo también lo mira a uno
Nietzsche
El hombre llega ante las puertas de una vieja edificación, situada en una explanada polvorienta en la que desemboca un camino, a muchos kilómetros de cualquier lugar poblado. Su edad parece indeterminada, o si se quiere, ronda ya la medianía de los años. Lleva una maleta de viajero en cada mano y una vez se ha ubicado en el portal frente a la, llamémosle casona, suelta las maletas a lado y lado de su cuerpo y seca el sudor de su cara con un pañuelo sucio, para quitarse luego el sombrero de fieltro y abanicarse con él. Hace pocos minutos el sol cruzó el cenit y el calor que hace ahora es casi insoportable, por lo cual el forastero sigue sudando como un cerdo, según sus propias palabras. Intenta gritar algo en su lengua nativa, pero comprende ahora que en este lugar nadie le entendería. “Like a piggy”, corrige suavemente y esboza una sonrisa ligera mientras opta por observar si hay un alma a su alrededor o un lugar donde pueda resguardarse del sol; al ver que no hay árboles cerca y al saberse solitario llama tres veces a la puerta con golpes rudos. Aclaremos que la puerta es de madera, de esas puertas gruesas, pesadas y cariadas por el tiempo. El polvo, que hace pocos instantes había quitado de su rostro junto con el sudor, ya ha retomado su posición. Esto le molesta, entonces golpea la puerta con más ímpetu, pero empieza a sospechar que sus esfuerzos serán en vano. Sin embargo, no pierde la esperanza de que haya alguien, acaso el hombre que ha venido a buscar desde tan lejos, escuchando al otro lado de la puerta, pero que por temor o por indiferencia no se decide a abrirle. Espera unos minutos, mientras trata de ubicar su mente en los rincones del mapa que estudió con minuciosidad durante tantas noches para no perderse, para saber con total seguridad el lugar en que situaría sus pasos desde el mismo momento en que abandonara Liverpool. Con soberbia y algo de preocupación reconoce que está perdido y que fue un error, más que un olvido lamentable, no haber traído el mapa consigo. De repente cree escuchar un ruido seco dentro de la casona, como si un bulto de arena hubiera sido descargado sobre el piso desde poca altura. Por algunos segundos deja de abanicarse con el sombrero, agudizando su oído en espera de que se produzca otro sonido, pero no ocurre tal cosa. Sólo el graznido de algunas aves que vuelan en desbandada hacia el norte y que le distraen de la situación. Enseguida coloca una maleta sobre otra y se sienta en ellas pensando en lo que debería hacer. La ropa que lleva puesta le hace sentir incómodo. El pantalón le aprieta innecesariamente y la camisa de seda negra se le adhiere a la piel a causa del sudor, que no cesa de fluir. A diferencia de nosotros o de algún paisano, el forastero no sospechaba las condiciones tan extremas de la región. “Shit” murmura de forma inaudible y se abanica con más fuerza. De nuevo cree percibir un sonido atrás de la puerta, pero esta vez le parece más prolongado, más siniestro, como si arrastraran algo con mucho cuidado; podría ser el mismo bulto o tal vez un cadáver, porqué no. Esta última idea le parece tan descabellada que se ríe de si mismo. Decide entonces rodear la casona y ver si hay un sitio por el cual pueda ingresar a ella. También quisiera encontrar algo con que saciar la sed porque lleva demasiadas horas caminando bajo ese sol devorador. Se levanta con lentitud y suelta el sombrero sobre las maletas, sin dejar de prestar atención por si se repite el sonido o hay uno nuevo. Empieza a caminar hacia la esquina oriental de la casona y resuelve gritar, de todas formas da lo mismo si no hay nadie. “Hello? Is anybody here?” Como imaginaba, no hay respuesta. “¿Hola?”, repite alargando las vocales con pésima pronunciación. Por supuesto, el hombre tampoco sabe que en estas tierras es habitual hallar perros en cada casa para cuidar o alejar visitas indeseadas; por esto no echa de menos el no encontrar o escuchar alguno y sigue avanzando sin temores; pero al llegar a la esquina intuye que allí hay algo fuera de lo común, aunque no alcanza a definir qué puede ser. El silencio que hay a su alrededor le parece excedido, incluso simulado, y la quietud del aire le genera cierto nerviosismo. Entonces rememora los diecisiete años al servicio de su Majestad en la Real Armada Británica para darse valor. Comienza a silbar una tonada militar sin mucha fuerza y marcha al compás de cada nota hasta cruzar todo el costado lateral de la casona. Al llegar a la parte posterior se detiene y observa el paisaje agreste que hay detrás de esta, paisaje que no es muy diferente al que ha visto toda la mañana, cuando abandonara el jeep que lo condujo desde el caserío hasta aquí, varias horas atrás. Hasta ahora el forastero no se ha preocupado por el cómo va a salir de este pequeño infierno porque lo que suceda después de cometer lo que vino a cometer poco le importa. Pero sí tiene claro que deberá encontrarse en óptimas condiciones físicas y mentales cuando se encuentre frente a frente con el otro. Escruta con detenimiento las ventanas del segundo piso y analiza la posibilidad de abrir alguna desde afuera, aunque sospecha que esta sería una labor muy dificultosa debido a que no hay sitio dónde hacer pie. Prefiere dejar esta opción como la última y termina de recorrer el exterior de la casona, llegando al punto de inicio por el occidente. Recoge el sombrero y vuelve a sentarse sobre las maletas mientras trata de decidir si sigue caminando, Dios sabe hacia dónde, o trata de entrar. Si bien está desorientado por el momento, entiende que está cerca del lugar al que debe llegar. Para darse ánimo saca una carta del bolsillo de la camisa y la lee por enésima vez. Es la segunda de dos cartas que le envió su hermana hace poco más de un año, donde arrepentida por su fuga con un amante, pide perdón a los suyos por su actuar inconsciente. Aquí, el hombre siente de nuevo el dolor y la turbación de sus padres por este abandono, su propia vergüenza ante los demás. Continúa leyendo para recordar los malos tratos a los que ella ha sido expuesta por aquel latino, que la hace trabajar sin descanso en una granja donde cultivan frutas tropicales; hombre que pensó que la amaba y que ahora presenta un comportamiento extraño, casi antisocial. Por último, ella confiesa que pronto morirá, pues es presa de una enfermedad terminal; razón por la cual suplica que llegado el momento, su cuerpo sea llevado a Inglaterra para ser sepultado… El efecto es inmediato: Nuestro amigo vuelve a sentir que la sangre le arde en las venas, como la primera vez que la leyó y quiere llegar al desenlace de esto ahora mismo, sea cual sea este final. En ese momento intuye que algo o alguien lo está espiando desde el techo de la casona y enfoca la mirada hacia arriba con rapidez. Una sombra se ha ocultado echándose hacia atrás justo cuando él levanta la cabeza. También pudo ser un ave que cruzó por allí. No está seguro. “Damned” exclama y patea la puerta con violencia, haciendo que el polvo de la misma se sacuda. Por instinto presiente el bloque de ladrillo que viene cayendo hacia él desde la cornisa del techo, dos metros arriba de la puerta, y que no alcanza a esquivar. Al golpearle la cabeza, primero siente desconcierto. Sucedió tan rápido que el dolor le parece ajeno. En milésimas de segundo toma conciencia de su situación: tiene la cabeza rota y con toda probabilidad, una contusión cerebral. Después cae al suelo con un movimiento bizarro y un gesto indescifrable a causa del dolor. Con una mínima señal de raciocinio trata de levantarse para huir, pero las fuerzas le abandonan y cae de nuevo. Esta vez no intenta levantarse, pero sí trata de coordinar el movimiento de sus brazos lo suficiente para arrastrarse, aunque no lo logra. Nosotros sabemos que ya es tarde. Su visión empieza a naufragar en un mar de oscuridades, que poco a poco se va mezclando con recuerdos. Aún sin cerrar los ojos, puede verse a sí mismo parado ante la entrada de una iglesia, bajo una lluvia pertinaz, despidiéndose con la mano de una joven sentada dentro de un auto que arranca a alta velocidad. No ve el rostro, pero sabe que es su hermana en el momento de su fuga…Enseguida se ve estudiando un mapa que tiene marcada una x roja sobre el sitio donde está la granja a la cual debe llegar, en una zona inhóspita de un país suramericano…Después se ve tendido sobre el polvo ardiente ante la puerta de una vieja edificación. Ve que levanta un brazo con lentitud, y poco a poco, la cabeza, para notar con sorpresa algo que no recuerda al llegar. Con dificultad alcanza a leer un gran letrero empotrado sobre una viga cerca de la entrada principal, justo al lado del camino. “Los Melones”, pronuncia con la boca llena de tierra y reseca por la sed. Luego cierra los ojos.
EXTRAÑA NARRATIVA, ME BRINCA UN POCO AQUELLO DE QUE SE PONE A SILBAR EL HOMBRE, CÓMO HACERLO CON LA BOCA SECA POR LA SED Y EL CALOR? QUEDAN MUCHAS DUDAS Y CABOS SUELTOS, A LO MEJOR ESA ERA TU INTENCIÓN, TROYANO. SUERTE
Gracias por tu comentario. La respuesta a tu pregunta está en el mismo texto. Un saludo
Interesante. Suerte en el certamen
Gracias por tu comentario. Un saludo
Curioso.
Suerte. Un abrazo
Gracias por tu comentario y tus deseos. Un saludo
Tu relato me ha parecido muy cinematográfico, podía imaginar con gran nitidez las escenas. Es diferente, sí, pero bien escrito. Enhorabuena
Gracias por tu comentarios. Un saludo
El relato es bastante fluido y deja una sesnsación extraña. Realmente conmociona…mucha suerte en el certamen
Gracias por tus comentarios y tus buenos deseos. Un saludo
Muy descriptivo. El único pero es esa prosa tan amontonada. Me costó leer sin hacer pausas, pero me gustó.
Suerte
Gracias por tus buenos deseos y tu comentario. Un saludo.
Bien, señor Rhéus, lo que a primera vista puede intimidar un poco (semejante muro de palabras) se transforma en una narración amena debido a su habilidad como escritor. El epígrafe es acertado (el personaje encuentra lo que va a buscar, pero no como lo había planeado; muy coherente con lo que pasa en la realidad). Me queda una pregunta que, quizá, la pueda resolver un lector más avezado, o usted mismo, cuando lleguemos a los momentos finales del certamen: ¿Por qué Los Melones?
Mis mejores deseos.
Agradezco mucho tus comentarios y tus buenos deseos. Después te confieso el porqué del título. Un saludo.
Gracias por tu comentario y tus buenos deseos. Un saludo
Un poco difícil de leer sin atragantarse, aunque guay. Genial lo de los melones
¿Por qué Los Melones?
EXCELENTE RELATO, MAESTRO TROYANO. SE NOTA, COMO DIRIA BORGES, QUE ES UN PLUMIFERO DE GARRA. ENHORABUENA
Muy buen relato, algo extraño, pero lo lleva de la mano. Me ha gustado muchísimo. Enhorabuena al autor.
Buenisimo. espero que triunfe en el certamen.
Es algo pesado al leer pero es una narración excelente. Maneja una dosificación de la tensión muy inteligente. enhorabuena. suerte en el certamen.
Usted dice:
«Ve que levanta un brazo con lentitud, y poco a poco, la cabeza, para notar con sorpresa algo que no recuerda al llegar»
¿No cree que lo correcto sería decir?: «algo que no recuerda haber visto al llegar». O quizás: algo que no recordó al llegar.
Sin esta pequeña falla, el relato me parece excelente. La descripción no resulta pesada y se lee con agrado.
Confieso que de primeras da un poco de miedo meterse en un relato así, sin párrafos, pero tu buen hacer con las letras logra ahuyentar el recelo inicial.
Bien escrito.
Suerte!!
Voy a utilizar tu propia medicina, así que debes seguir leyendo. Para empezar, me ha resultado un tanto complicado de leer de una vez. Yo, personalmente, hubiera hecho algunos párrafos (por ejemplo uno a partir de que saca la carta). Diferenciaría lo que son datos sobre su situación, como llega, el tiempo que hace etc, del resto, donde ya entra en los problemas familiares. Es verdad que al leer todo seguido se mantiene la tensión, se van buscando las siguientes frases rápido para ver qué ocurre, pero creo que ganaría fluidez. Hay algunas introducciones del pasado directo (está narrado en presente), que me han confundido y alguna expresión que no suena bien para mi gusto (a lado y lado de su cuerpo). También algún inicio de frase que, de repente, parece utilizar varios narradores (…Nosotros sabemos que ya es tarde). En general me ha gustado. Bueno ahora pensarás que te voy a preguntar por «Los melones». Pues no. ¿Alguien tira el ladrillo, o se cae por que la casa está muy deteriorada?. En fin Troyano, suerte en el concurso y que sepas que no soy muy entendido en «crítica literaria».
Por cierto, yo también tengo un relato en el concurso y me gustaría saber tu opinión. Es el número 179-Danza Contemporánea. No necesito ningún voto, lo que necesito es saber si tiene algún valor para EL LECTOR. ¡Qué puede estar bien o mal! ¡Qué añadirías o quitarías! Si está bien o mal adjetivado, si el ritmo literario es interesante. Si es demasiado técnico o no. En fin, el PUNTO DE VISTA DEL LECTOR. Sin agresividad pero sin ningún reparo. A mí éste me parece un buen concurso justamente por lo que digo, por que se publican todos y da oportunidad de saber la opinión de otros LECTORES, que es lo que a mi me interesa. Pero hace falta leerlos y a veces…. Ya sé que hace falta tiempo. Sinceramente te lo agradecería. Como te decía, suerte con el tuyo.
Enhorabuena por lo del churumbel/a. Eso no ocurre todos los días. No es por asustarte (a lo mejor no eres primerizo), pero ahora si que corres el riesgo de confundir realidad y ficción. Como en los cuentos. Sobre todo por las noches. Es broma. Es otra complicación más, pero también da buenos momentos. Como todo en esta vida.
Un saludo y palante Troyano.
El cansancio se acusa, intentaré leerlo de nuevo, en principio me parece interesante.
Suerte
Troyano:
La habilidad del buen escritor, se convierte en un gran reto para quien le de lectura. Su forma de escribir, aleja de las palabras para diluirse en lo que transmite con ellas. Le felicito doblemente. Una por su buen relato y segundo porque por algún lado me enteré que acaba de ser padre. Felicidades y mis mejores deseos.
Apreciados DINA4, Juanjo@, Alexandra, camilenco, dariorex, Papá Noel, Jara Maga, NOSKI, LUPE y AVAL.
Agradezco mucho su tiempo para leer mi relato, sus comentarios y sus buenos deseos. Un abrazo.
Bien realizado, exigente y ameno. Un abrazo y muchos éxitos en el certamen.
excelente cuento, señor troyano. Se siente el oficio y el tiempo de maduración. Suerte en el certamen.
Muy buen escrito. Es el mejor de todos los que hasta ahora leí. Pura literatura. Enhorabuena al autor.
Buf, reconozco que he tenido que hacer dos intentos para terminar de leer el relato (la primera noche me fue imposible acabar). Y menos más que por fin pude terminarlo, porque me parece excelente. Supongo que será un efecto de estilo buscado conscientemente, pero para mi gusto lo único que desmerece su magnífica redacción es la falta de unos cuantos puntos y aparte.
Por lo demás, lo dicho, me ha parecido excelente y creo que se merece un buen resultado en el certámen
Saludos
Muy bueno, te felicito.
He disfrutado de un relato que mantiene la intriga hasta el final, y muy bien escrito.
Mucha suerte y saludos.
Troyano
Te he dejado un mensaje en tu comentario del relato de H.K. Saludos y felicidades.
Muy bien.